La razón de una ceremonia de despedida en el proceso de duelo por un fallecimiento
Son muchas las ocasiones en las que se dice que el velatorio y el entierro de un ser querido son actos más pensados para los que se quedan que para aquel que ha marchado.
Y en parte es así. Los especialistas en este tipo de despedidas explican, desde la oficina de Interfunerarias en Bilbao, que «la ceremonia de despedida forma parte esencial de los procesos del duelo y es clave para la superación de la marcha de un ser querido».
Por eso, además de honrar y despedir de una manera digna a la persona que ha muerto, los procesos y protocolos habituales en esos días tienen un impacto psicológico y emocional muy positivo para su entorno.
Dolorosas y emotivas, las ceremonias de despedida pueden inscribirse dentro de las famosas 5 fases del duelo (más información sobre las etapas del duelo en este artículo), aunque, advierten los profesionales de la funeraria más importante del país, «hay que ser conscientes de que cada persona lo vive de una manera».
La ceremonia de despedida: un momento de conexión con la propia vida
Bien se trate de ocasiones en las que el fallecimiento era esperado, debido a una larga enfermedad, o de aquellos escenarios más complejos, en los que la muerte ha sido inesperada, la sensación que queda entre los amigos y familiares del finado es que han quedado cosas por vivir y decir.
Por eso, sociedades como la española tienen muy marcados los pasos de la ceremonia de despedida, comenzando por el velatorio. Este momento, que suele durar de manera habitual unas 24 horas, es quizá el más íntimo de todo el proceso.
«Después de la habitual negación —que luego volverá, ya que las fases del duelo no se superan normalmente en unas horas—, los familiares se dan de bruces con una sensación de vacío que, generalmente, se corresponde con el silencio y la calma del velatorio», cuentan los expertos en acompañamiento a los familiares de Interfunerarias.
El velatorio
«En el velatorio se dan muchos de los instantes de reflexión en torno a la vida del difunto», continúan los profesionales, preguntados sobre cómo se suelen afrontar estos instantes en las familias: «Se suele repasar su vida, evocar momentos compartidos, valorar sus aciertos y, sobre todo, se les homenajea íntimamente», recapitulan.
Aunque se trata también de un acto social, donde se recibe la visita de amigos, vecinos y otros familiares, en el velatorio siempre hay tiempo para sentar las bases de lo que posteriormente será la aceptación, la depresión y la negociación habitualmente relacionadas con la muerte de un ser cercano.
El funeral
«Por sus connotaciones, el funeral suele ser un momento en el que las emociones son más fuertes e incontrolables», continúan desde la empresa: «bien se trate de un acto religioso o civil, es cuando la muerte se hace tangible y la despedida de la presencia física».
En conclusión, desde Interfunerarias resumen que es preciso respetar ese tiempo, dejar que cada persona exprese su dolor de la manera en que lo sienta: desde aquellos que optan por el silencio y la distancia hasta quienes necesitan llorar, hablar o hacer cualquier otra cosa dentro del acto para honrar a sus seres queridos.
Las diversas reacciones frente al funeral y al velatorio demuestran la importancia de un acto de despedida de un fallecido para todo el entorno de esa persona; basta comprobar el dolor que sienten aquellos que no han podido hacerlo por diversos motivos para comprender que el velatorio y el funeral forman parte de nuestro ADN emocional y son momentos clave para comprender y superar el duelo.