El circo ambulante del 8-M
Por Rafael Nieto.- Es inevitable que la celebración anual del 8-M provoque, en las personas que aún conservamos el sano juicio, una mezcla de incredulidad, estupefacción y tristeza. Las dos primeras reacciones tienen que ver con el hecho de que, año tras año, el gremio morado supera de manera progresiva el límite de zafiedad, estupidez y violencia que había dejado 365 días antes. La tercera, la tristeza, es la lógica consecuencia de constatar que la especie humana camina, ya sí, lenta pero inexorablemente, hacia su propia destrucción.
Las llamadas «marchas feministas» parten de un supuesto que es falso, fehacientemente incierto: que las mujeres sigan sufriendo un machismo social, procedente de la dictadura franquista, que hoy alienta políticamente «la ultraderecha», y que impide a las mujeres conseguir sus logros personales y profesionales. Esto es una sandez que no necesita demostración, tal es su nivel de evidencia. Aún así, pongamos la lupa del análisis frío sobre la realidad que cualquiera puede ver.
Las mujeres están hoy al frente de los gobiernos de muchos países, al frente de instituciones supranacionales por todos conocidas, al frente de empresas multinacionales, al frente de universidades, al frente de hospitales y laboratorios, al frente de institutos de investigación científica…Pueden tener, por tanto, el mismo nivel de éxito profesional que pueda conseguir un hombre en las mismas circunstancias de formación, experiencia o prestigio. Podríamos poner múltiples ejemplos de ello.
Las mujeres (porque son seres humanos y no por su condición femenina) sufren violencia, al igual que la podemos sufrir los hombres, por una causa: porque existe gente violenta. Como he dicho en innumerables ocasiones (y aunque ello me ha haya supuesto grandes enfados de personas sin seso), nadie agrede a una mujer porque sea una mujer. Eso es una estupidez que solamente cabe en una mente infantil, o bien contaminada de ideología izquierdista. Las agresiones se producen siempre por alguna causa, aunque casi siempre sean causas que en modo alguno justifican una respuesta violenta (por ejemplo, un engaño, una infidelidad, un insulto, etc.). Pero nadie en su sano juicio agrede a una mujer porque sea una mujer, ni a un hombre porque sea hombre.
Es, por tanto, una especie de «circo ambulante», donde sólo faltan las fieras bravidas, el trapecista loco y la mujer barbuda (aunque alguna siempre se ve), la fiesta podemita del 8-M que todos los años ocupa las calles de las principales ciudades, y que hemos padecido de nuevo esta semana. Un aquelarre casposo de miradas asesinas y rostros desencajados, para que una legión de frustradas (y frustrados, que también se apuntan al sarao morado) pueda dar rienda suelta a sus paranoias incalificables. Un espectáculo que provocaría la risa si no fuese porque engendra un odio latente en muchas personas que después (ellas sí) ejercen una violencia sistemática y terrible sobre personas inocentes que se cruzan en su camino.
Que se destinen centenares de millones de euros al Ministerio de Igualdad para que sus leyes saquen de la cárcel a violadores y pederastas, mientras miles de familias no pueden cubrir sus necesidades básicas, es motivo suficiente para echar del poder a este Gobierno ilegítimo y felón. Pero que además tengamos que soportar a Irene Montero encabezando las manifestaciones de taradas, tarados y tarades, llevando esas pancartas mugrientas en las que se insulta a personas de bien, debería sacarnos a la calle al resto de los españoles. Porque ya está bien con esta tropa de descerebradas y el impresentable profanador de tumbas que las mantiene en sus cargos.
Fuente: ÑTV España
En este sistema el victimismo da réditos, ventajas, privilegios. Todos, todas y todes quieren acceder a este codiciado estatus. Es una carrera a la caza de los privilegios morales, sociales y sobre todos económicos que ortorga pertenecer a la categoría “víctima”, condición reconocida por el sistema, que lleva aparejada una protección y promoción especial por parte de éste y garantiza su participación en las estructuras del poder. Así se ha ido conformando una nueva aristocracia social, cuyos miembros destacados dominan la escena pública y detentan el poder político, mediático y social. Una nueva aristocracia que goza de privilegios y prebendas… Leer más »
El circo tambaleante….