Oriana Rivas.- Revelaciones van y vienen tras el descubrimiento de documentos clasificados relacionados al presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Y si hasta hace unos días se hablaba de un primer lote hallado en una oficina de Washington, ahora el foco está en el segundo grupo de archivos. Las primeras informaciones que se dieron a conocer arrojaron pocos detalles, pero luego de varias horas ya se sabe dónde estaban y cómo los consiguieron.

La ubicación es nada más y nada menos que Delaware, justamente en la ciudad de Wilmington, donde Biden tiene una de sus residencias. Lo confirmó un abogado de la Casa Blanca, a partir de que asistentes del mandatario siguieron buscando tras el primer hallazgo.

Pero calmar las aguas en medio del escándalo luce cuesta arriba. Mucho criticó el Partido Demócrata al expresidente Donald Trump cuando el FBI entró a su residencia en Florida e informó la incautación de lotes de documentos clasificados. Ahora está ocurriendo lo mismo con Biden. Por eso frenar las críticas está resultando complicado. Más aún porque el descubrimiento no saltó a los medios sino hasta después de las elecciones intermedias.

Un comunicado de la Casa Blanca mencionó que los documentos estaban en el garaje de la residencia y que se descubrió otro lote de archivos en una habitación adyacente.

¿Realmente fue un error?

Richard Sauber, un asesor especial del presidente, aseguró que no encontraron documentos en Rehoboth Beach, otra ciudad de Delaware donde el mandatario tiene una casa y que el Departamento de Justicia fue «inmediatamente notificado» de los que consiguieron en Wilmington. Respecto a Biden, este declaró que hablará sobre el tema «si Dios quiere», pronto. “No es como si estuvieran sentados en la calle”, le respondió a un periodista que le preguntó por qué guardaría archivos de tanta importancia cerca de su Corvette.

Así, desde la Administración Biden buscan ser lo más comedidos posible. Ni siquiera la secretaria de prensa de Biden, Karine Jean-Pierre, respondió preguntas sobre el primer lote de documentos. “No voy a ir más allá de lo que compartió ayer el presidente”, dijo a la prensa. Por lo tanto, muchos detalles de esta historia son difusos.

Lo que ahora circula en la opinión pública y algunos medios estadounidenses es que el descubrimiento del segundo grupo de archivos «aumenta la posibilidad de que esta historia no sea un descuido aislado por parte de Joe Biden y su equipo, sino algo más sistémico», tal como reportó BBC. En consecuencia, también incrementa las posibilidades «de que esta no sea la última nueva revelación de mal manejo de documentos».

«El Congreso tiene que investigar»

A esta tormenta política para los demócratas ahora se suma el Congreso. Ya que ahora no cuentan con mayoría en ambas cámaras, la intención de los republicanos es meter la lupa. Según las leyes estadounidenses, un vicepresidente no puede desclasificar documentos (cargo que ocupaba Biden durante la Administración Obama y periodo del que datan los archivos) por eso no se explica por qué los tenía guardados.

Hay mucho qué investigar. Kevin McCarthy, el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, lo sabe. Por eso apoya la idea de hacer averiguaciones desde esta instancia legislativa. «[Biden] sabía que esto sucedió antes de las ​​elecciones, antes de las entrevistas. Esto es lo que hace que Estados Unidos no confíe en su gobierno».

De forma separada, el fiscal general de EE. UU., Merrick Garland, nombró a un abogado especial para investigar los documentos clasificados de Biden. Se llama Robert Kyoung Hur y fue fiscal para el Distrito de Maryland. «Estoy seguro de que el Sr. Hur cumplirá con su responsabilidad de manera imparcial y urgente y de acuerdo con las más altas tradiciones de este departamento», dijo.