AD. La noticia publicada por Alerta Digital sobre el Motu proprio del papa en el que se decretaba el matrimonio obligatorio para todo el clero católico, ha causado la extraña sensación de una inquietante verosimilitud. Las excentricidades, salidas de tono, chominadas pseudoteológicas, gestos de mal genio, los dobles raseros, las arbitrariedades, y los injustos procedimientos penales del actual pontífice, hacen plausible cualquier decisión… por estrafalaria que sea. Y aunque desde este medio hemos querido redactar la habitual inocentada para un día tan señalado como el 28 de diciembre, la errática trayectoria de Francisco contribuye a hacer creíble cualquier barbaridad que brote de sus labios y de su atormentada personalidad.

El papa Francisco, por muy locuaz y argentino que sea, sabe perfectamente lo que hace y lo que dice, por absurdo y chabacano que pueda ser. Nosotros, tal como dice el Santo Padre, no somos quienes para juzgarlo y mucho menos para condenarlo, como él hace habitualmente con los que no son de su cuerda. Pero sí que podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el Papa Francisco no es inocente y, probablemente, nunca lo haya sido.

La Iglesia de Cristo lo ha resistido todo durante dos mil años. Que el Espíritu Santo la continúe defendiendo de todos sus enemigos: de los de fuera, pero en especial de los de dentro que, por eso mismo, son los más peligrosos.,