El régimen comunista chino enseña a los niños a odiar a las religiones
Michael Mustapich.- Comenzó a circular en las redes sociales y en los organismos de propaganda del Partido Comunista Chino, videos y fotos de niños en Shanghái recibiendo clases extra sobre religiones ilegales (xie jiao) en las vacaciones de verano.
El PCCh refuerza su campaña de adoctrinamiento entre los más jóvenes, dictando clases online y presenciales sobre cómo distinguir entre religión buena y mala, la definición de xie jiao, sus peligros y cómo luchar contra ellas.
Se ofreció “Seguir al PCCh” como antídoto contra la religión tóxica o destructiva, y se indujo a los niños a renovar su compromiso de defender al Partido, al Comité Central y al camarada Xi Jinping en su esencia.
Xie jiao, que suele traducirse actualmente como “cultos malignos”, es una expresión utilizada desde finales de la era Ming y que en realidad significa enseñanzas heterodoxas.
Hoy en día el PCCh usa este término para identificar a los movimientos religiosos considerados hostiles por su negativa al control gubernamental o cuya enseñanza se contrapone con la doctrina del partido.
El artículo 300 prohíbe y castiga a quienes ejerzan alguna de las creencias dentro de la lista de xie jiao con severas penas de cárcel de entre 3 y 7 años. En muchos casos pueden sufrir la condena por el solo hecho de encontrarse en posesión de uno de los libros prohibidos.
Desde sus comienzos, el PCC ha utilizado el adoctrinamiento en las escuelas para formar a las nuevas generaciones dentro del marco del pensamiento comunista. El ateísmo es uno de los pilares de esta ideología y no fueron pocas las campanas que se realizaron para inculcar en los niños pensamientos antirreligiosos considerando a estas como atrasadas y basadas en la superstición.
El PCCh contra lo divino
Las tensiones familiares que generan este tipo de adoctrinamiento son enormes, teniendo en cuenta que, según una encuesta, el 85 por ciento de los residentes chinos tienen alguna creencia religiosa, con más de 300 millones de jóvenes menores de 18 años.
El tópico de los xie jiao está incluido en los libros de texto y son parte de los exámenes de estudio que el niño debe aprobar.
Un niño chino dijo a su madre después de encontrar un folleto cristiano en su casa: “Mi maestro dice que el cristianismo es un xie jiao. Si crees en ello, te irás de casa y no me cuidarás. También podrías prenderte fuego”.
Tiempo después, el niño encontró otro folleto religioso en la casa. Tomó un cuchillo con enojo y comenzó a perforarlo. Luego amenazó a su madre para que renunciara a su creencia porque “el cristianismo es un xie jiao y no debe creer en él.”
El comportamiento agresivo del niño sorprendió a su madre. Ella dijo: “Antes de comenzar la escuela, le conté a mi hijo sobre la creación de Dios y él lo creyó. Pero después de aprender en la escuela, mi hijo es como una persona diferente. En la China atea, a estos niños puros e inocentes se les ha enseñado a odiar a Dios”
En una escuela primaria en la ciudad de Xinzheng, en la provincia central de Henan, el director realizó una reunión con los estudiantes para enseñarles sobre cómo oponerse a la religión. Este les dijo que fueran ateos y nunca creyeran en la existencia de deidades.
Una de las maestras agregó: “Si tu mamá va a la iglesia y cree en Dios, ya no te quiere como su hijo”.
La Constitución China otorga el derecho a la libertad religiosa. A la vez, China firmó en 1992 la Convención de Naciones Unidas sobre derechos del niño que protegen esta libertad.
Sin embargo, una nueva ley sobre asuntos religiosos en China que entró en vigor el 1 de febrero de 2018 prohíbe que los menores de 18 años de edad participen en ceremonias dentro de establecimientos religiosos o lugares de culto.
Mientras se redoblan los esfuerzos para alejar a los niños de las creencias religiosas e introducirlos en el ateísmo, el régimen chino además los utiliza como delatores para buscar más creyentes entre sus familiares y amigos.
En marzo de 2019, los alumnos de una escuela primaria en Beijing fueron interrogados por más de 20 policías vestidos de civil sobre las creencias religiosas de sus familiares, sobornando a los niños con obtener 75 dólares si les daban información. Luego se les dio un cuestionario y se los obligó a firmar un juramento prometiendo no creer en Dios y seguir al Partido. El formulario debía ser firmado también por sus padres.
Tragedia humana
Tal vez el mejor ejemplo de cómo trabaja el régimen comunista para destruir una creencia e inculcar el odio hacia ella desde las escuelas se vio con la persecución a los practicantes de Falun Gong.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual de la Escuela Buda, de automejoramiento con fuertes raíces en la cultura milenaria china. Sus principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, junto con una serie de ejercicios de qigong, la hicieron muy atractiva y en poco tiempo millones de personas la estaban practicando. En principio reconocida y apoyada por el régimen gracias a sus poderosos efectos curativos se convirtió en una xie jiao bajo las órdenes de Jiang Zemin, ex secretario general del PCCh, quien tuvo miedo por su creciente popularidad y sus enseñanzas contrarias al ateísmo.
Desde el comienzo de la represión en 1999, el sistema educativo fue presionado para adoctrinar a los jóvenes en contra de la disciplina espiritual y para denunciar a quienes la practicaban. Siendo una disciplina espiritual tan popular (100 millones de practicantes) muchas de las escuelas y universidades contaban con practicantes entre los alumnos y el profesorado.
Los exámenes contenían por lo menos una pregunta sobre Falun Gong, que debía ser respondida según la engañosa versión oficial. Caso contrario corría el riesgo de ser echado del establecimiento escolar, y peor aún, encarcelado.
Enormes pancartas colgaban con lemas como” Apoyamos la decisión del PCCh de prohibir Falun Gong”. Los alumnos eran obligados a firmarla como muestra de sumisión y obediencia al partido.
Como cuenta Vivian, una maestra practicante de Falun Gong exiliada en EEUU y que cursó sus estudios en China:
“Yo estaba en la escuela secundaria durante el comienzo de la persecución. Todos los medios de comunicación comenzaron a transmitir propaganda continuamente para crear odio hacia Falun Gong. Mis maestros comenzaron a decirnos a los estudiantes que debemos ser conscientes y alejarnos de Falun Gong porque Falun Gong es una secta y las personas que practican Falun Gong son asesinos. Dijeron que los practicantes de Falun Gong se suicidan y matan a otros y hacen locuras”
Muchos de los estudiantes que se negaron a abandonar la disciplina terminaron en prisión.
En ocasiones, las aulas, oficinas y dormitorios también sirvieron como centros de detención para practicantes de Falun Gong.
Una maestra en Shanghái fue encerrada en la escuela donde enseñaba por enviar una carta de petición. La policía se turnaba para hacer el “trabajo mental” (sixiang gongzuo) contra ella.
La brutalidad del régimen para lograr sus objetivos no tiene límite.
En el 2003, Wei Xingyan, una estudiante graduada de la universidad de Chongqing, fue arrestada junto con un grupo de estudiantes por conmemorar el día de Falun Gong. En el centro de detención, fue violada frente a los reclusos por un policía.
Tras su detención, la universidad donde estudiaba la joven negó que Wei fuera su estudiante.
Solo algunos ejemplos entre los cientos de miles de testimonios que hablan de las consecuencias de un sistema de adoctrinamiento, que fácilmente degenero en tragedia humana.