Antiqueimenos [1]
Alejandro Duguin.- El propósito de este artículo es examinar la figura del “Anticristo” y el campo semántico del “fin de los tiempos” sin referencia a ninguna tradición religiosa en particular.
Pero la figura del “Anticristo” (Ο Αντίχριστος) tiene tal vínculo con el cristianismo. En consecuencia, podemos decir que estamos considerando no sólo y no tanto directamente la figura cristiana del Anticristo, sino también sus análogos. Esto nos lleva al tema del tradicionalismo.
¿Qué es el tradicionalismo? No es una tradición. Es esa matriz estructural, ese paradigma que es común a diferentes tradiciones.
Si las comparamos con la sociedad moderna, con la Nueva Era y con el paradigma secular de la ciencia moderna, encontramos que todas las tradiciones y religiones particulares tienen algo en común.
El deseo de describir, identificar, resaltar esta comunidad conduce al tradicionalismo.
En tal contexto, el tradicionalismo puede entenderse como el resultado de un análisis sociológico de la modernidad (con conclusiones negativas) y con un comparativismo paralelo de tradiciones específicas. Pero afirma (por ejemplo, en la persona de Guenon[1]) algo más: “primordialismo”, es decir, que el tradicionalismo es una expresión de la Tradición Primordial, que precede, en lugar de seguir, a las tradiciones conocidas.
No discutiremos ahora la cuestión de si esta afirmación está justificada. Por ahora, nos basta con que el procedimiento sociológico que reconstruye el tradicionalismo o el paradigma de la sociedad tradicional en contraste con la sociedad moderna es perfectamente válido. Esto solo le da credibilidad a Guénon. Sin embargo, si está justificada su convicción de que el concepto sociológico y filosófico de “Tradición” corresponde realista e históricamente, así como ontológicamente, a alguna esencia subyacente que puede ser percibida experiencialmente (incluyendo formas metafísicas y espiritualizadas de experiencia) requiere una consideración más cuidadosa. Es decir, si podemos hablar de una verdadera “primordialidad” en lugar de simplemente una reconstrucción mental a posteriori similar a las generalizaciones posmodernistas es una pregunta abierta.
El valor de Guénon en el contexto de la posmodernidad es evidente. Pero, ¿cómo se relacionan sus ideas con las estructuras del Premoderno? ¿Y hay algo en lo Premoderno que él destaca como su parte central, es decir, la Tradición Primordial?
Nuestra vacilación evitará que caigamos en el sincretismo, la Nueva Era, el ocultismo y el neoespiritualismo. No estamos dando un veredicto, estamos diciendo: aceptemos la tesis de “Tradición” e incluso de “Tradición Primordial” como un concepto ciertamente operativo sociológicamente (estructura común para tradiciones específicas) y pongamos (por ahora) entre paréntesis su validez histórica y ontológica.
Abordemos el problema desde la perspectiva de la semiótica. ¿Qué es una tradición particular? Una tradición religiosa, por ejemplo. Es lenguaje[2]. Este lenguaje está estructurado, contiene signos y sintaxis, crea (connotativo – para los estructuralistas) campos de significado, constituye o describe (constituye) denotaciones. En cualquier caso, una tradición particular tiene tres estratos lingüísticos y lógicos:
– una serie de signos (símbolos, dogmas, tramas, mitos, narraciones), es decir, la estructura del significante;
– una serie de significados (significantes) correspondientes a los signos;
– y una serie de significados (que rigen las relaciones de la primera y la segunda fila, o la relación de los signos de la primera fila entre sí, connotación).
Por ejemplo, cuando un musulmán dice “Alá”, quiere decir de manera diferente a como lo hace un cristiano cuando dice “Dios”. Sin un análisis detallado de las tres filas, no podemos entender nada sobre una tradición en particular.
De la misma manera, “Anticristo”- tiene sentido (y trascendencia) estrictamente sólo como figura de la narrativa cristiana, de los dogmas cristianos; se relaciona con Cristo de manera compleja (la mayoría de las veces al revés) y nos señala un denotativo (denotado) que se constituye exclusivamente por la religión cristiana y reside en su marco.Es posible hablar del Anticristo como una connotación que deriva su ser de su lugar conceptual en el sistema del lenguaje cristiano y su estructura.
Lo mismo puede decirse de cualquier figura de una determinada religión. Por ejemplo, el Khizra de los musulmanes o el profeta Elías de los judíos. Algunas cosas son remotamente análogas en otras religiones, otras no.
Además, hay Loanword y reinterpretaciones de las mismas figuras en diferentes contextos. Esto complica el análisis.
[1] Guenon, R. La crisis del mundo moderno. Moscú: Centro Arktovegiya, 1991.
[2] Dugin A. Filosofía del tradicionalismo. Moscú: Arktohegya-Centre, 2002.
POR FIN UN FILOSOFO QUE HABLA GRIEGO
Y SE PARECE A UNO
UN POCO ARITOTELES Y UN POCO EL EPHIDIO .DE LAS LENGUAS ANTIGUAS
UN SPECIMENO DE ANAXIMENDER MODERNO ….