Imagen berlanguiana: El candidato Antonio Sevilla posa escondido detrás de Macarena Olona. A la izquierda de la alicantina, la diputada y destructora de Vox en Málaga, Patricia Rueda. (Foto de La Opinión)

JN.- Para nadie pasó desapercibido que Macarena Olona, candidata por VOX a la Junta de Andalucía en las elecciones del 19-J, se viera totalmente desdibujada en el debate a seis que ofreció TVE el pasado lunes. Faltona, señalando con el dedo y mirando por encima del hombro al resto de candidatos, fue incapaz de exponer algún logro de su partido cogobernando con PP y Cs, ni tampoco de anunciar ni una sola propuesta positiva si fuese capaz de condicionar la investidura de Juanma Moreno.

Desde entonces, lo del ‘efecto Olona’ o aquello del ‘Macarenazo’ se queda más que nunca en meras ideas de márketing que no funcionan. Tanto es así, que ahora ha renunciado a dar un solo mitin durante tres días y ha rechazado ser entrevistada en cadenas de televisión públicas como son TVE y Canal Sur. Parece ser que la estrategia ahora es esconderse ante su propia incompetencia y, también es justo decirlo, la de los suyos.

Y es que, según el entorno de la candidata, tras el discreto nivel ofrecido en el debate de anteayer, Olona habría perdido la paciencia por haberse sentido engañada por la cúpula nacional de VOX, que le habría dorado la píldora para presentarse en estas elecciones regionales con unas expectativas sin techo, alejadas de la realidad dados los datos demoscópicos que manejan a nivel interno.

Y no solo eso, sino que tampoco contaron con ella para consensuar el equipo con el que tiene que contar en cada una de las ocho provincias, con unas listas cuyos primeros puestos están copados, en no pocos casos, de personas con un escaso bagaje intelectual con las que tendría que compartir discursos en los mítines. Se salvan, pero igualmente con un nivel discreto, quienes han ejercido de portavoces en el Parlamento andaluz: Manuel Gavira (Cádiz), Alejandro Hernández (Córdoba), Rodrigo Alonso (Almería) y Benito Morillo (Jaén).

Es por eso que, hasta que no baje Santiago Abascal este viernes a un mitin en Jaén, se habría negado a intervenir más veces con personajes que no dan la talla y que están muy lejos de su nivel formativo e intelectual, especialmente aquellos que conforman los tres primeros puestos de la lista por la provincia de Málaga, gestionada de una manera pésima hasta el punto de que sus propios militantes están muy alejados, enfadados y decepcionados con la gestora impuesta desde Madrid.

A saber y por este orden, quienes aparecen como candidatos por la provincia malagueña son los bachilleres Antonio Sevilla, presidente provincial que abandonó Derecho a mitad de la carrera; Purificación Fernández, conocida como la chica de las ‘aerolinias’ chavistas, que se define como ‘titulada universitaria’ en formadora de formadores y que utiliza expresiones por escrito del tipo “habemos muchos”; y Antonio Luna, vicesecretario de organización y policía nacional de escala básica que se define como ‘criminólogo’ como si fuera licenciado universitario cuando tiene un titulillo de pinta y colorea.

Tan de manifiesto queda que estos tres son completas nulidades intelectuales que VOX ha rechazado participar en los debates electorales que corresponden a los candidatos de Málaga. El pelele Sevilla no se ha atrevido a confrontar ideas ni a defender los principios patrióticos que dicen defender frente a los demás candidatos de otras formaciones políticas. Ya son dos las veces que VOX ha dado la orden de declinar estas invitaciones por falta de confianza, primero en 101 TV – Diario Sur y luego La Opinión de Málaga.

Ciertamente, Olona es digna de lástima y, seguramente, ahora se esté dando cuenta de cómo la dirección nacional se la ha jugado. Según fuentes del partido verde, la doble estrategia de la cúpula nacional pasaba por mejorar el resultado de 2018 protagonizado por el juez Serrano con una candidata reconocida al mismo tiempo que se deshacían con una patada para abajo de la referente que estaba haciendo sombra a Santiago Abascal como el relevo mejor posicionado.

El hecho de que estuviera despertando una importante proyección mediática en el Congreso de los Diputados, según lo que se comenta en las filas del partido nacionalpopulista, habría molestado a Iván Espinosa de los Monteros, portavoz en el Congreso, y a Javier Ortega Smith, secretario general, quienes gustarían de suceder a Abascal en el liderazgo de la formación si este diera un paso a un lado.

Pero volviendo al debate del pasado lunes, Olona mantuvo un discurso agresivo y ruidoso, que es posible que consolide un tipo de electorado, al del cabreo, pero nada más. Una candidata que aspira, si no a ganar, con suerte a luchar con el PSOE por ser la segunda fuerza más votada, no puede presentarse en un envite electoral sin un programa concreto y definido para la región.

Por el contrario, su estrategia era vociferar los mismos cuatro mantras repetidos hasta la saciedad, pues previamente no habría mantenido suficientes reuniones con la sociedad y los sectores productivos más importantes de la economía regional para tomar el pulso a las necesidades reales de Andalucía.

Y, si uno no toma nota de los problemas que de verdad preocupan al pueblo en el día a día, ¿de qué va a hablar más allá de los tópicos de siempre? ¿O cómo no va dedicarse en la campaña al chascarrillo fácil y a intentar aparentar ser andaluza desde un prisma totalmente frívolo y que la ha llevado a caricaturizarse?

Una de dos, o las dos: qué poquito han trabajado las señorías de VOX o qué mal han trabajado durante estos tres años y medio en el Parlamento de Andalucía. Ausencia de esfuerzo o ineficacia en los esfuerzos, o las dos, da igual porque el resultado es pésimo: se presentan sin un programa electoral con posibles medidas concretas bien trabajadas.

Con estos mimbres, las elevadas expectativas electorales que tenían los miembros de VOX es muy probable que se vean truncadas por la falta de proyecto, rigor y seriedad. Probablemente, mejorarán el resultado obtenido en 2018 por el juez Serrano, cuando la formación todavía era un tanto desconocida para la sociedad, pero ni de lejos alcanzarán la meta que se habrían propuesto de acercarse a los 30 parlamentarios en San Telmo.

Sin embargo, la peor parte de este fracaso se lo llevaría Olona, quien se está jugando el futuro de su carrera política en unas elecciones que ni le iban ni le venían porque, aspirando como mucho a ser vicepresidenta de Juanma Moreno, iba a perder su proyección mediática. Si el resultado es tan flojo que no consigue ser vicepresidenta, la culparán del fracaso, toda una trampa de sus propios compañeros de partido.