Ilusión y concordia cara a las elecciones andaluzas del 19-J
JN.- Hay diversas formas de hacer política. Una de ellas puede ser haciendo propuestas e insuflando energía positiva a la sociedad, que mayoritariamente lo que anhela es una buena gestión que propicie el avance social y económico. Y así fue cómo discurrió el mitin del presidente andaluz Juanma Moreno, este pasado jueves en el parque Balsa Decantación del distrito malagueño de Teatinos, en el cual se respiraba una atmósfera de ilusión y concordia entre las cerca de 1000 personas que asistieron.
Moreno, que aspira a un resultado en torno a los 50 parlamentarios cara a las elecciones regionales del 19 de junio para tratar de gobernar en solitario, se dio un baño de masas siendo fiel a su estilo moderado y cercano al pueblo, el cual le mostró grandes muestras de cariño con detalles como una gran bandera de Andalucía que le regalaron unos niños e incluso una camiseta personalizada.
El público asistente también jaleó al candidato popular en repetidas ocasiones con entusiasmo y al grito de “Juanma presidente”. Moreno Bonilla, además, contó con el respaldo de importantes cargos del partido, como Patricia Navarro, número 2 de lista y secretaria general del PP de Málaga, quien precedió en su discurso al muy apreciado alcalde de la capital, Paco de la Torre, cerca de ser octogenario pero que no ha perdido ni la lucidez, ni la oratoria, ni el empuje que le caracteriza.
De la Torre, que es todo un ejemplo de concordia, incluso aludió a explorar entre distintos espacios ideológicos con tal de que reine la unión entre los andaluces. Porque, ciertamente, un buen gobernante es aquel capaz de comprender las distintas sensibilidades de una sociedad en aras de tomar aquellas decisiones que conduzcan hacia la armonía entre las grandes mayorías que conforman la sociedad.
Encontrar ese equilibrio es lo que convierte a un líder en una persona querida por su pueblo, una persona cuya gestión trasciende la ideología en beneficio del bien común. Hay que estar muy libre de prejuicios, y tener tal grado de sensatez, que se torna en tarea complicada, pero se puede conseguir. Tan claro lo tiene Moreno que ayer elogiaba a De la Torre confesando que quería parecerse más a él: “Quiero ser como el alcalde Paco de la Torre, cercano, humilde, persistente y perseverante; quiero ser el ‘alcalde’ de los andaluces”.
Más allá de ese referente de éxito, el presidente andaluz ayer se encargó de hacer un discurso con cierto tono ‘mitinero’ que encandiló a unos asistentes que, entusiasmados, aplaudían y ondeaban sus banderas de Andalucía y España.
Pero el discurso de Moreno no estaba hueco con tópicos repetitivos, sino que concretó medidas de su programa a nivel sanitario –como el proyecto del tercer hospital de Málaga– o a nivel económico, sin escatimar en alusiones a un PSOE andaluz, el cual, recordó, que mantuvo en el vagón de cola a la región y que vinculó mediáticamente a Andalucía con la corrupción.
También aprovechó para recordar cómo se había suprimido un impuesto de sucesiones y donaciones que esquilmaba el bolsillo de las familias que habían ahorrado toda una vida y que, en no pocos casos, se veían abocadas a rechazar su legítima herencia por no poder hacer frente al pago de ese impuesto abusivo y confiscatorio que la izquierda había anunciado que iba a recuperar.
Además, recordó cómo Andalucía ahora era reconocida en España por ser una de las regiones con mayor crecimiento económico, al tiempo que se cumplía con el equilibrio presupuestario, y que creaba empleo neto y empresas en una importante proporción a nivel nacional.
Por lo tanto, el líder malagueño se centró en los méritos de su gobierno y en el camino emprendido a medio y largo plazo para el florecimiento de una Andalucía que, injustamente, siempre tenía que estar en las peores posiciones de los ránkings gracias a la nefasta gestión de los socialistas durante 40 años.
El modelo al que aspirar, según Moreno, es el de la próspera Comunidad de Madrid, y parece que esta idea es la que va calando entre un electorado que cada día está más convencido de que el cambio en Andalucía ya es real y que no ha hecho más que empezar.
Reconoce el presidente andaluz que “todavía queda mucho por hacer” y alerta del peligro que puede suponer volver a las fracasadas políticas regresivas de una izquierda desdibujada, incapaz de dotar de estabilidad y de homologarse a la socialdemocracia europea.