El Barça paga cara su vinculación al independentismo catalán
Feodorov (Foro de AD) El Barça paga su vinculación al independentismo catalán. Un equipo que en las últimas décadas ha acabado convirtiéndose en abanderado de la anti España. Aplaudido y elevado a la categoría de superequipo por la feliz conjunción de una hornada de magníficos jugadores y un entrenador que parece distinto a los demás. Guardiola, el sucesor del holandés errante Johan Cruiff que también en su momento parecía disfrutar con el aporte de su granito de arena robada al mar para hablar mal de España y aprovechar el catalanismo militante en su provecho personal.
El Barça fue durante años el equipo de muchos españoles que no vivían en Cataluña, lo mismo que el Atletic de Bilbao. Pero la política todo lo arrasa. Rexach, Asensi, Marcial, Cruyff formaban parte del equipo que marcó cinco goles en Madrid allá por el año 1974 y enmudecieron el campo. Todo se estaba cocinando a fuego lento. Despegaba la autopercepción catalana como la de una cultura superior dominada por una panda de charnegos indigentes y muertos de hambre que solo sobrevivían gracias a la industria catalana. El Barça comenzaba a erigirse en plataforma de enganche antimadridista, lo que es lo mismo que plataforma de elementos más cultos, más guapos, más europeos…
Y llegó Messi. Él, hay que decirlo, no tiene la culpa, ni parece que haya tenido inquietud alguna por hablar el catalán. Nunca se ha manifestado como antiespañol militante. Él es argentino, de esa parte de argentinos que son tremendamente inteligentes y realistas. A Lionel solo le ha interesado el fútbol y la masa monetaria que el Barça ha estado dispuesto a pagar durante años. Porque hay que decirlo, el Barça ha pagado cara su relación con la política y no solo con el independentismo. La izquierda española, la masa popular dominada por las casas del pueblo, los intelectuales de la izquierda más radical, han aprovechado el tirón. Si es contra el Madrid, todo vale, porque el Madrid (un equipo cada vez menos español y más africano) representa en sus calenturientas mentes a España y por supuesto, lo español es el enemigo. La constitución del 78 (el sistema que es a la vez antrisitema) se fundamenta en la progresiva división entre españoles y la destrucción de la unidad nacional en favor de países limítrofes que no voy a nombrar. Sí, son esos ante los que nuestros presidentes de gobierno recién salidos de los hornos votantes se apresuran a presentar respetos, a ofrecer sus servicios así como a presentar las tarifas correspondientes. España se vende a trozos comisionados.
Pero estábamos con el Barça y el fenómeno Messi. Una vez retirados los Hernández, Iniesta y otros parecidos quedó Messi. Messi el intocable, Messi que triunfaba en la liga española. Liga en la que los árbitros de fino olfato conocían y conocen el sistema, es decir, el antisistema del que dependía su progreso profesional y los correspondientes emolumentos. El estamento arbitral debía proteger al jugador argentino y penalizar al Madrid al precio que fuera. La última liga, viendo la imposibilidad por impotencia sobrevenida del Barça, se entregó al Atlético de Madrid y a su extraño entrenador exaltado a los altares del superhombre intocable a pesar de sus repetidas pifias en España y en Europa. Ese que da por bueno un empate o incluso la pérdida de un partido porque los otros no son equipos del pueblo y están por tanto sobre financiados. Ese que dicen que es el entrenador mejor pagado del mundo.
Pero sigamos con Messi. El tantas veces balón de oro en Europa que parecía así confirmar que la apuesta del Barça, también la del concomitante entramado político catalán y de la anti España izquierdista española,era segura. Todos creían apostar a caballo ganador. Messi era la piedra filosofal, el jugador franquicia, el venerado mesías futbolístico del que dependía la política española en su conjunto. Porque no solo era el entramado político y mediático catalán, no solo la izquierda y los nacionalismos periféricos. También el gigantesco y subvencionado Pravda nacional, dividido aquí en periódicos y revistas, en programas de radio y televisión que parecen de diferente ideología y que en realidad viven todos ellos del sistema. Extraño sistema en el que el noventa por ciento de los llamados comunicadores, deberían llamarse papagayos repetidores de consignas, confluían en esa admiración, en esa devoción absurda al jugador argentino. Jugador al que por su discreción, por su evidente habilidad en el campo y fuera de él no dejo de admirar y respetar. Él no tiene la culpa, nunca la ha tenido. Simplemente ha visto el ambiente, el ecosistema y ha cobrado lo que se le ha ofrecido. Ha hecho bien.
Pero había algo que no funcionaba en la “matrix”. Lo que en España era coser y cantar para el jugador, fuera de España era… difícil… costaba cada vez más. Los jugadores de equipos extranjeros no tenían tantos miramientos, los árbitros internacionales no estaban tan comprometidos y entonces se echaba a faltar ese algo. Probablemente como jugador habilidoso y determinante Messi estaba a la altura de Maradona, pero este último tenía eso que algunos llaman carácter, otros caradura. Maradona metía goles con la mano, con un par. Maradona se partía de risa porque habían drogado al equipo brasileño ofreciéndole botellas de agua contaminada con vete a saber qué. Una juerga en el plató. Al poco se corrió un tupido velo sobre el asunto. Pero Messi no es así. Messi es un magnífico jugador y una inteligente además de buena persona. Eso me parece.
Y a Messi, el tipo que ahora comanda el Barça. El intrépido Laporta que va llenando la administración del club con la familia, le prometió todo. Lo mismo que a la ingenua e incauta afición que seguía creyendo en la piedra angular del equipo, Messi, seguiría al precio que fuera. Pero Laporta tiene dos precios, el que está dispuesto a pagar para que ele elijan presidente y el que efectivamente paga una vez elegido. La diferencia es evidente y la consecuencia inevitable. Messi se larga. Y el Barça entra en crisis. Nueva búsqueda del mesías ahora transmutado en Xavi, con x mayúscula de catalanismo adoptado, Hernández, apellido inevitablemente hispano. Y parece que Xavi es acierto consumado. En la liga española remonta y además para jolgorio catalán mete cuatro goles al Madrid en su propia casa. Felicidad blaugrana. Fiesta nacional. Y, sin embargo, me barrunto que algún intelecto del Madrid sabe leer mejor que nadie el sistema. Dejemos que el Barça gane este partido por goleada. Dejemos que sean felices por una o dos semanas. El sistema antimadridista se calmará, respirará aliviado por unos días y satisfecho con la sangre derramada y absorbida con deleite por los depredadores de la anti España y dejarán de dar la bulla de la cosa arbitral y de los partidos robados y del VAR que hay que eliminar una semana sí y la siguiente no, depende de a quién favorezca. El barcelonismo militante se calma. Hemos ganado, humillado al Madrid. Y el Madrid, entre tanto, sigue a lo suyo.
Pero ahora llegan los alemanes. No solo el equipo, sino la masa de seguidores que por una extraña casualidad inunda el Camp Nou. Y el Barça por primera vez en la historia de las competiciones europeas juega los dos partidos en campo contrario. Para más joder, los finos estrategas alemanes saben por dónde supura la anti España, se visten de blanco, acaban barriendo al Barça de esa Europa desarrollada a la que creen pertenecer y le devuelven a las aborrecidas y resecas dehesas pobladas por toros de lidia, cerdos pata negra e insoportables cantos de cigarra en las tardes calcinadas por el sol.