Un lujo que no nos podemos permitir
Ha sorprendido en los últimos días el anuncio de Santiago Abascal: se acabaron las elecciones a los Comités Ejecutivos Provinciales, esto es, la última apariencia de democracia interna en Vox.
A la vista de cómo se han desenvuelto estos procesos electorales en el pasado, la medida merece ser favorablemente acogida: en el último proceso electoral se formuló una multitud de denuncias por diferentes irregularidades y abusos de los candidatos oficialistas en distintas provincias y cuando un juez ha tenido la oportunidad de resolver al respecto las elecciones han quedado anuladas a causa de dichas irregularidades. José Ángel Antelo dejó de ser hace pocas semanas presidente electo de Vox Murcia por sentencia judicial (que el partido naturalmente ha recurrido); con independencia de lo que finalmente se resuelva en apelación, el escándalo y la decepción de muchos afiliados es innegable.
La democracia interna nunca fue algo que los afiliados valoráramos excesivamente; confiábamos en los líderes del partido y en las designaciones que ellos quisieran hacer, así como en las decisiones que tomaran. Cuando empezaron a producirse problemas como los que se han descrito, muchos afiliados, algunos de ellos cargos electos, comenzaron a dejar el partido y el resto simplemente asumieron con naturalidad que “la democracia interna es un lujo que el partido no se puede permitir”, expresión ésta muchas veces repetida que se atribuye al propio Santiago Abascal.