El feminismo radical ha sido desde sus inicios una rama del marxismo. Los que dirigieron el movimiento feminista desde la sombra, subvirtiendo el orden natural de la familia a través de la guerra de sexos, siguieron a la perfección la hoja de ruta del revolucionario Antonio Gramsci, que hablaba de la “larga marcha” de las ideas marxistas hasta conquistar la hegemonía cultural. Que nadie se engañe, el feminismo tiene poco que ver con los derechos de las mujeres; es un cáncer que, si lo permitimos, destruirá el orden social cristiano. Las ideologías de género responden al interés de los poderes mundialistas para sustituir la “complementariedad” entre hombres y mujeres por una lucha de sexos, con un claro objetivo: destruir los fundamentos de la civilización cristiana. Contra ese ideal satánico lucha Rusia desde hace años.

Para que los lectores visualicen el grado de perversión moral al que están llegando muchas feministas, les ofrecemos unas imágenes aberrantes, repugnantes, que muestran con toda su virulencia la llaga purulenta que en ellas anida. Media docena de mujeres simulan en plena calle un sangrado como los que tienen lugar durante o después de un aborto, en medio de gritos estridentes. Podrían pasar por poseídas demoniacas sin dificultad. Son el vivo reflejo de una sociedad repugnante y depravada a la que Vladimir Putin ha sabido poner coto. Estos son los valores de la Unión Europea. ¡Dios bendiga a la Madre Rusia!