Libertad de inexpresión
Anne-Sophie Chazaud.- Para cualquier persona con un mínimo de conciencia política, ha quedado claro que nuestra expresión y pensamiento, incluso nuestra propia existencia hoy, está atrapada en una red inextricable de prohibiciones que termina siendo un atentado contra la vida misma y, en fin , contra la vida interior. La destrucción de la vida interior, como nos recuerda el escritor francés Georges Bernanos, es el fin último de la civilización moderna.
En su brillante ensayo, Anne-Sophie Chazaud, periodista francesa y columnista de Le Figaro , Front Populaire y Marianne , desmonta el carácter sistémico de las censuras a las que estamos sometidos hoy. Estamos frente a censuras institucionalizadas que vienen de arriba, que son las leyes y decretos de opinión y expresión. Pero los gobiernos, o las empresas GAFA, Google, Apple, Facebook y Amazon, no son los únicos perpetradores de la censura.
Los individuos ahora tienen un papel que desempeñar, al ser transformados en repetidores infinitos de un nuevo tipo de policía del pensamiento .. Ya no es el todopoderoso estado totalitario el que preside la censura, sino la sociedad misma en su conjunto, donde todos vigilan a los demás y viceversa. La pandemia de COVID-19 y las medidas de control social que la acompañan acentuaron este fenómeno de manera dramática. Los agentes del Estado —policías, personal administrativo— delegaron su poder en particulares, desde el vecino hasta el dueño del restaurante, encargados de hacer respetar el nuevo orden social.
La consecuencia de esta situación es sorprendente: la censura pronto da paso a la autocensura , que se convierte en una segunda naturaleza y en un hábito profundamente interiorizado. Ya no se trata de atreverse a hablar, sino de callar y mostrar una fachada de consenso, y de guardar las propias contestaciones para el círculo muy restringido del hogar, y a veces incluso de guardarlas para uno mismo —frente a la degradación galopante de las relaciones sociales, incluso dentro de las familias.
La calidad general del debate intelectual y político se ve inevitablemente afectada. Con una autocensura generalizada, necesaria para evitar cualquier contradicción con la narrativa dominante, se vuelve muy difícil simplemente expresar diferentes puntos de vista en una conversación. El conflicto en cualquier intercambio se considera ahora una infamia, casi una falta moral. El argumento de oposición es sistemáticamente rechazado y condenado porque socavaría el consenso pacífico que ha tomado el lugar de un proyecto colectivo y una identidad.
En consecuencia, desaparece la posibilidad misma de afinar el pensamiento a través de la confrontación, la búsqueda de la verdad, conduciendo a la muerte progresiva de la conciencia interior.
La crisis actual da un relieve particular al análisis de Anne-Sophie Chazaud. Se encontrarán en esta obra temas conocidos, pero hábilmente renovados. Chazaud es un espíritu libre y fino, furiosamente raro en estos tiempos, con una pluma alerta y un estilo, lo cual es un verdadero placer.