Por Andrés Palomares.- Los dirigentes occidentales, los EEUU auxiliados por sus pequeños acólitos europeos, afilan los cuchillos contra Rusia. Llevan 20 años preparando una guerra contra ella. Desde que el borracho de Yeltsin fue enviado a dormir la mona y Rusia emprendió el camino de la recuperación y el renacimiento bajo el mando de Putin, los que soñaron una vez conseguir sus objetivos de saquear Rusia total e impunemente, someterla y desmembrarla (y que pensaron que estaban a punto de conseguirlo) están de los nervios. Van a sacrificar a Ucrania por sus irrefrenables deseos de doblegar a la gran nación cuya existencia humilla la miserable y corrompida existencia de eso que se llama Occidente, un edificio tambaleante y en franca perdición.

Nuestros gobiernos, nuestras “élites” y sus medios de comunicación a sueldo no entienden nada de Rusia ni de los rusos. No soportan la fortaleza y el vigor rusos, el orgullo y la vitalidad de Rusia. Un mundo corrupto y putrefacto no puede tolerar otra cosa que no sea más de lo mismo. Rusia es una bofetada permanente para la miserable decadencia occidental.

Se ha hecho todo lo posible para demonizar a Putin, para envilecerlo personalmente y a través de él a todo un pueblo que camina con pasos seguros en un mundo cada vez más inestable y hostil.

Al buscar hundir a Putin, un país orgulloso e indoblegable ha respondido reforzándolo. Al buscar humillar a Putin, es toda Rusia la que se siente atacada. Todas las maniobras e intrigas occidentales no sirven servido más que para fortalecer el lazo patriótico de los rusos. El ejemplo de la decadencia de Occidente no les invita a someterse a la “democracia” occidental.

Ese enorme país ha sabido encontrar el equilibrio de su diversidad étnica y religiosa y no le apetece poner en peligro su estabilidad con nuestras absurdas y grotescas ideas, de las cuales nuestras calles y barrios son ya el monstruoso escaparate de la barbarie y el caos enseñoreándose a marchas forzadas de nuestros países. Los rusos se oponen decididamente a la llegada masiva de inmigrantes no integrables y hostiles. No tienen ninguna gana de importar las lacras que esta invasión orquestada ha supuesto para nuestras naciones.

Los rusos ya se asomaron al abismo del caos y la ruina en los años en que una Rusia desmoralizada y desorganizada se estaba convirtiendo en una especie de Brasil con nieve. Rusia ha superado aquella enorme conmoción que supuso el derrumbe de un sistema político que había llegado a su final y se ha puesto de nuevo en marcha, de pie sobre la base firme de sus fundamentos culturales únicos, su excepcional tradición histórica, su milenaria fe y su patriotismo sin fisuras.

La decadencia autosatisfecha, la complacencia en la inferioridad, la aceptación de la derrota, para otros.

Las calumnias y la intoxicación anti rusas se estrellan una y otra vez contra la realidad. Vivimos inmersos en un sistema de mentiras y falsedades. En el patio de colegio de la política enana de nuestras insignificantes y ridículas naciones es imposible entender nada de la vida real, fuera del deprimente escenario de nuestra vergonzosa decadencia.

Putin, arrasa en las elecciones. Un sueño fuera del alcance de esa tropilla de grises dirigentes y pequeños funcionarios europeos: la casta desalmada, depredadora e inoperante de un continente que se va por el retrete emitiendo partes de victoria y cantando himnos de alegría. El ardor estomacal de los enemigos y detractores de Putin va a ser de larga duración. Sus éxitos les producen urticaria. Los teólogos de la democracia y los popes del pensamiento único se revuelcan en su lecho de víboras, acompañados en sus retortijones por la variada colección de sus acólitos y mentores: los charlatanes de los organismos internacionales, las grandes corporaciones financieras, la quinta columna del islamismo, los zánganos subvencionados de las ONGs, los sátrapas de Bruselas, los “filántropos” judíos, el establishment mediático, los negreros de la invasión organizada de los “refugiados”, etc…

Putin, el mejor político del mundo, defiende la civilización nacida de Grecia, Roma y la Cristiandad, la cultura de la mejor humanidad posible, los valores y las tradiciones de la Santa Rusia, la Tercera Roma que salvó a Europa de las embestidas mongolas, tártaras y otomanas, y que combate con éxito el terrorismo yihadista en Siria, después de haberlo aniquilado en Chechenia. La misma que le romperá los dientes a todo el que intente morder la tierra de la patria rusa.

Nos vemos en Ucrania.

Por todo eso y sin duda más: ¡Spasiba Vladimir Vladimirovich Putin, spasiba bolshoi!