(El Independiente)

AD.- Pedro Sánchez vuelve a ser el gran beneficiado de los errores de la derecha española. Ha logrado sacar adelante las dos votaciones más importantes de la legislatura gracias a sendas negligencias de los dos partiditos que execran los ideales que aquí defendemos. Lo de ayer fue antológico. Un diputado extremeño del PP con cara de bobo permitió a Sánchez sacar adelante la reforma laboral, cuando hasta sus propios socios parlamentarios le habían dado la espalda. Lo atribuye el imbécil a un error en el voto telemático. En la empresa privada ya lo habrían despedido con una buena patada en sus gordas posaderas.

Pero que no saque pecho la canallesca de Vox, que ha ordenado a sus hooligans llenar las redes sociales con burlas y nada sutiles insinuaciones sobre el diputado extremeño del PP. Recuerden estos canallas que hace justamente un año, regalaron una lluvia de millones para que el presidente Sánchez se lleve de calle las próximas elecciones.

Vox se abstuvo en la votación en el Congreso del decreto de los fondos europeos. Tal fue el desconcierto que Santiago Abascal tuvo que reconocer que se equivocaron con su abstención y que su formación habría votado en contra si hubiera conocido el informe del Consejo de Estado que recomendaba reforzar los controles sobre estos fondos europeos. No está mal. Por un lado, al diputado tonto de Badajoz le pagamos 90.000 euros al año, su único trabajo consiste en darle a un botón y se equivoca. Por el otro, el líder de Vox admitió no haberse leído el informe del Consejo de Estado que recomendaba reforzar el control sobre ese pastizal. Y si en los círculos de Vox se insinúa que lo del cazurro extremeño fue una actitud deliberada y en modo alguno un error, ¿deberíamos colegir idéntica malintencionalidad a Abascal al abstenerse ante el decreto del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para repartirse sin control los 140.000 millones procedentes de los fondos europeos?

No hay mejor descripción del por qué las execrables democracias liberales están llevando a Occidente al basurero de la historia.

Nada cambiará en España mientras tengamos a esa derecha aturdida y acomplejada de la que tanto se avergonzaba José Antonio (“prefiero una bala marxista que una palmotada de la derechoide”). El sistema nos está pasando por encima como una apisonadora mientras la derecha parlamentaria cumple a la perfección con su objetivo amnésico. Que no te engañen más. La derecha española está en manos de un tonto gafado y de un sinvergüenza vividor casado con una adicta al lujo. Vox ya solo aspira a parasitar al PP. Todo lo que gana es a costa de lo que pierde el PP. Ni un solo voto arrancado a la izquierda.

Vox se ha convertido pues en un partido más del sistema corrupto al cual ya pertenece, si no desde el principio, desde el momento en el que decidieron vivir de los tópicos patrioteros de cantina decrépita y abandonar lastimosamente aquellos principios innegociables por los que tantos los votaron.

En Vox ya no existe ni el sacrificio ni la renuncia, y por eso no puede vencer. Vox vive desde hace tiempo en una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí el sitio de los buenos españoles. Abascal, Ortega, Espinosa de los Monteros y Macarena Olona no inspiran ya ni fe ni respeto. Vox, con sus escaños nacionales y autonómicos, disputa ya a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Ya no van a salir nunca fuera, al aire libre, ya que bajo las estrellas hace demasiado frío para el que está acostumbrado a la calefacción parlamentaria.

Esto ya está perdido y mantener esta farsa solo conviene a los que dentro de la derecha política se están poniendo las botas. Quieren tu voto para seguir engañándote. Abascal ha pasado en menos de tres años de estar tieso a vivir hoy en un casoplón de casi un millón de euros. ¿Qué más pruebas necesitas?

A la derecha española ya solo le quedan agallas para revolverse contra ella misma. Casado ya solo aspira a sobrevivir políticamente y mantenerse en un puesto que le queda grande. Sabe que lo mejor para él es también lo peor para su partido, pero ahí sigue, en la planta séptima de Génova, a flote en medio de la tempestad porque los barones carecen de agallas para quitarle el salvavidas y dejar que perezca bajo las procelosas aguas. Ya les advertimos que a Casado tendrán que echarlo si quieren mantener al PP con vida. Y por qué retrasar lo inevitable hasta las elecciones de finales del próximo año, con un nuevo mandato de cuatro años bajo el brazo de Sánchez. Casado es el mayor felón que ha tenido la derecha española. Prefiere que se hunda todo a su alrededor antes que aceptar su inútil condición política. ¿Alguien puede imaginar a tres mierdecillas como Casado, Egea y el mariposón Montesinos inquietando a Sánchez lo más mínimo?

Como ha sido escrito, el único futuro para el PP pasa por definir su posición ideológica y cambiar de líder con urgencia. Casado no da una. Y sus rivales lo saben. Los de dentro y los de fuera. Como ya ha sido dicho, el palentino es un perdedor genético que destroza lo que toca. Casado sigue sin encontrar su lugar en el mundo, y camina a rebufo de lo que le impone Vox con una preocupante desconexión de la realidad política y social que tiene perplejo incluso a su propio equipo. Lo que dijo José María Aznar el pasado domingo sobre su falta de proyecto cayó como una bomba de neutrones en los despachos de la planta noble de la calle Génova, pero lo comparte y lo explicita ya una inmensa mayoría de la familia popular, que hoy admite sin ambages que con el errático liderazgo de Casado y su esperpéntica estrategia han perdido, además de la brújula, el necesario sentido de Estado de un partido que aspira algún día a volver a gobernar.