“La gente dice que deberíamos dejar un planeta mejor para nuestros hijos. La verdad es que deberíamos dejar unos hijos mejores para nuestro planeta” (Clint Eastwood).

El futuro de España quedará arruinado por una población degenerada, infame, materialista, despreciable y sin ningún sentido del comedimiento y menos del deber. El video que les ofrecemos es el mejor escaparate del éxito que han tenido los planes de ingeniería social para la metabolización moral de la juventud española.

Las imágenes corresponden a un sábado por la noche, en una ciudad española. Un joven de raza negra realiza una escatológica entrevista a varias chicas españolas. Nada en ellas merecería ser tachado de bello.

“¿Qué es lo más guarro que te han hecho en la cama”?, pregunta el degenerado a una de las españolas.

“Chuparla como una perra, a cuatro patas”, responde la muchacha con naturalidad y entre risas.

¿Era esto a lo que aspiraban las feministas? ¿Qué sentido tienen los protocolos de la ministra Irene Montero en favor supuestamente de la dignidad de las mujeres frente al testimonio de una joven que se decanta por parecerse a una perra? Y no solo eso: acepta como propios los términos que en boca de un hombre serían constitutivos de delito contra la integridad moral.

Durante estos años de buenrollismo democrático, de laxitud allí donde antes prevalecía el deber y la exigencia, crecieron y se multiplicaron y echaron ramas frondodísimas con el abono natural de la Democracia, que es el sistema político que en cualquiera de sus traducciones o adaptaciones mayor cantidad de mierda produce. Ociosos y vagos crónicos la mayoría, descreídos y sin mayor ideal trascendente que tatuarse el cuerpo, cuando se les ve a uno le viene a la memoria la cita de Dostoievski, el autor ruso que mejor supo comprender el alma humana: “Una paz prolongada siempre engendra crueldad, cobardía y un burdo egoísmo (…)”.

El repugnante testimonio de las jóvenes nos muestra también, en toda su crudeza, la verdadera cara de la hediondez de España, la implantación sin freno de la estulticia y la depravación, que han echado raíces en nuestra desgraciada nación.

El video es también el reflejo de la hediondez en la que chapotean miles de jóvenes españoles. Llama a reflexión esa aceptación, por parte de la franja más decaída y degenerada de la población, de este derrumbe civilizacional, de esta enfermiza alabanza por parte de los progres del hedonismo sin límite que exhala sus pestilencias como un contenedor de basura en pleno agosto, pero lo más increíble es sin duda el rechazo masivo de los españoles y europeos a ver la realidad de frente. No queremos ver para no tener que actuar.

¿Qué sociedad, que país se puede construir con semejantes materiales? No es necesario esforzarse mucho para imaginárselo. ¿Qué podemos esperar de quienes nunca han salido de las formas más hedonistas de vida humana? ¿Es razonable esperar que estos jóvenes acudan al auxilio de una civilización que hace aguas por todos lados?

Somos tanto más culpables cuanto que las inteligencias más preclaras de nuestra nación ya habían, hace tiempo, descubierto las claves de la interpretación y la comprensión de este asqueroso engendro democrático.

Y por si fuera poco, al vandalismo se suman las agresiones sexuales. La sensibilidad sexual actual, creciente, vigilante y participada públicamente, se compadece mal con el aumento de estas agresiones. ¿De qué sirve su constante pedagogía en una población, mujeres incluidas y al video nos remitimos, con la dignidad de un lagarto?

Respecto al negro, no es el primer video en el que aparece denigrando con sus preguntas a jóvenes españolas. ¿Actuará de oficio la Fiscalía contra la Violencia de la Mujer? ¿Ustedes lo creen? Nosotros, tampoco.