PP y Vox deben ser castigados por todos sus errores
AR.- No votaré a Casado bajo ninguna circunstancia. Menos aún a Vox. Es más, me dejaría cortar una mano antes que votar a esa red de negocios cuya oferta patriotera ha llenado los bolsillos a muchos.
Por un lado, no me imagino a Casado airando a los amos del tinglado globalista. Tampoco se me puede pedir que confíe en alguien incapaz de hacer en su vida privada nada que mereciera mínimamente la pena, aparte de arruinar un bar en Amurrio, que ni para gestionar un bar fue capaz, y que ahora se ha comprado un casoplón de casi un millón de euros a base de trincar la pasta. ¿Se me puede pedir que confíe en estos dos pellas como líderes de una opción salvadora para España?
Puede parecer duro pero esta derecha debe ser castigada por todos los errores que está cometiendo.
Salvo que Casado dé un paso atrás y deje libre el camino al gigantesco potencial de Ayuso para arrasar a la izquierda, veo cada vez menos probable que esta derecha puede desalojar a Sánchez de la Moncloa. Por si fuera poco, cuenta Pedro Sánchez, gracias a Vox, con esos 80.000 millones de los fondos europeos con los que poder tener una red de clientelismo electoral de las que se tejían en tiempos de Romanones.
Disipen ya toda esperanza de una victoria electoral de la derecha. La derechoide española ya no es alternativa de nada, ni a nada. Urge un líder de verdad, un Zemmour a la española, racialista e identitario, que ponga fin al tancredismo de Abascal y Casado, dos mierdecillas que han renunciado a cualquier doctrina ideológica con la que hacer frente a la hegemonía cultural y electoral de la izquierda.
Salvo que surja ese líder o que Ayuso tenga la oportunidad de aplastar electoralmente a la izquierda con que solo el inútil de Casado diese un paso atrás, preferimos fustigar con el látigo de la indiferencia a todos los partidos de derecha intervinientes en el proceso electoral, al considerar que salga quien salga elegido, no habrá modificaciones que eviten el derrumbe de España.
El PP de Casado es un partido a la deriva, con un líder destrozado y con un severísimo lío de identidad. Casado no ha hecho más que hacer apuestas inútiles, como pasar de la derecha al centro en un fin de semana, y cambiará de acera ideológica cada vez que lo exija el guión escrito por gente aún más tonta que él.
El único futuro para el PP pasa por definir su posición ideológica y cambiar de líder con urgencia.
Respecto a Vox, nada bueno nos barruntamos cuando vemos cómo los propagandistas del sistema se vuelcan con ellos en las televisiones. El partido de Abascal, ni es alternativa al sistema, ni es un partido crítico, ni representa otra cosa que más dosis de lo mismo. El papel de Vox nunca fue otro que evitar que las desafecciones al sistema salgan fuera de casa. Que la gente esté defraudada con el sistema no significa que esté dispuesta a dejarse engañar por el primer trilero que le ofrezca duros por pesetas.
AD nunca ha ocultado su apuesta por el identitarismo como base vertebral de cualquier proyecto patriótico. El identitarismo es, sobre todo, la firme creencia en una herencia biológica y en un problema cultural común. No tiene sentido reducir la lucha contra el globalismo a la exhibición de símbolos nacionales, mientras se ignora nuestra progresiva dependencia económica de otras naciones. No se puede izar la bandera de la lucha contra el globalismo si si acepta que nuestras principales marcas empresariales hayan pasado a depender de corporaciones financieras internacionales.
La derechoide española seguirá sumergida en un pozo de frustración y derrotismo mientras no surja un verdadero partido radicalmente antisistema, que en el actual contexto de crisis terminal arrasaría con la fuerza de un tsunami.
Es hora de un verdadero proyecto nacional e identitario, que dé voz a los millones de españoles a los que les ha sido arrebatada.
La opción patriótica, robustecida por un liderazgo mesiánico, no puede estar representada por un partido que relativiza tanto el factor antropológico; ni por unos dirigentes que vitorean a los Borbones en actitud de cortesano rastrerismo. No puede ser un líder de derecha quien no se atreve a alzar la voz y decirle a los españoles que esta democracia es un timo; que dentro de este sistema solo hay futuro para unos pocos; que sin soberanía económica no puede haber independencia nacional; que votemos a quien votemos, siguen manejando los hilos las mismas élites de siempre.
Debemos asumir también la realidad de que, tras varias décadas de perversión del sistema educativo, el español medio de hoy es un potencial imbécil que conforma una masa mayoritariamente brutalizada, sin más objetivos vitales que el resarcimiento de sus instintos animales y aparentar que vive mejor que el vecino.
Los españoles de hoy no se diferencian mucho de los monos alienados. Los españoles de hoy carecen de pensamiento profundo, de cualquier inquietud intelectual auténtica. Cuando nos hayamos extinguido los últimos que empezamos a estudiar antes de la Constitución de 1978, la transformación se habrá completado y ya solo quedarán en España clanes de brutos reducidos a la tarea de consumir drogas y telebasura.
Es casi imposible hacer peor las cosas que la derechoide española. Es por tanto imperativo que surja un proyecto político que se adapte a los desafíos de la España actual, que transforme en operativos los discursos edulcorados de la derecha pastelera de siempre, que someta al sistema al correctivo más severo en nombre del más estricto sentido de la dignidad de millones de españoles.
Es la hora de un verdadero movimiento nacional alejado de esa derechoide cortesana y embaucadora, rentista y apesebrada, de caviar en pan de ajo. Es la hora de un nuevo liderazgo. Es la hora de reconstruir el edificio del patriotismo identitario con unos pilares y una argamasa humana diametralmente distinta de las actuales.
Es la hora de una derecha fuerte y vertebrada en torno al interés de los españoles de cualquier condición. Es la hora de echar doble cerrojo a la actual derechoide, ideológicamente yerma y políticamente inofensiva, siempre a expensas de los restos que van dejando proyectos fracasados como el de Ciudadanos.
¡Cojonudo!
Entonces ¿A quién votamos? ¿Al felón de Sánchez y su mariachi de comunistas y separatistas?
¡Estáis apañados!
¿Y estamos seguros de que Ayuso no es más de lo mismo, pero con faldas?
Por supuesto. Acaba de decir hace unos dias que las leyes de discriminacoin por sexo de la izquierda NO SE TOCAN.
Pues creo que a quien hay que castigar es a casado votando a Vox. O cede su puesto a Ayuso o que Vox se lleve sus votos. Si surge un partido más serio ya lo veremos, ahora tenemos lo que tenemos, no hay más
Pues si a estos hay que castigarlos por sus errores, al pesoe y des-compañía hay que condenarlos al último de los anillos del Infierno, por sus pecados mortales y capitales.
Saludos Patriotas Españoles.
El que se esoconde detras de este articulo es un sinverguenza, da la cara y pon tu nombre payaso.
ADMINISTRADOR: Mongola, el autor del artículo es el director de AD, que firma siempre con sus iniciales.
Viva Cristo Rey unico Salvador
Votar a VOX es un voto de confianza. Al PP ni muerto, antes, que gobierne el psoe, si SON LO MISMO.
Con decir que las únicas personas que se atreven a decir la verdad con dos bemoles, acaban en la cárcel y desplumados …Como d. Pedro Varela…Seremos esclavos y estaremos a merced de las multinacionales sionistas, no hy otra salida a día de hoy, lamentablemente.
Mientras llega ese proyecto identitario, lo mejor es votar al PJPE o a Tercera Edad en Acción. Así defendemos las pensiones.