Audio del director de AD sobre el doble rasero moral de la izquierda frente a los casos de corrupción
(R).- La corrupción no es progresista. Que nadie se engañe. Ese tipo de conductas solo pueden imputarse a personajes de la derecha rancia. Si algún progre resulta salpicado por algún caso será un garbanzo negro, puntual y aislado, pero nunca será responsabilidad de los partidos de nuestra izquierda.
Esas fuerzas tienen un código ético prístino y ejemplar. Llevan años con la matraca, repartiendo lecciones de moral pública. Con una falsa superioridad moral que es a la vez impúdica y ridícula. Sobre todo cuando se enfrentan a una sentencia tan demoledora como la de los ERE de Andalucía.
La izquierda actual de este país es así. Dotados de una falsa superioridad moral que les permite ir por la vida repartiendo doctrina sobre ética pública. No son pocos los casos en los que señalaron, juzgaron y condenaron a alguien por salir mencionado en un sumario. No son pocos los casos en los que finalmente quedaron en nada. Pero la sentencia pública de la progresía ya estaba dictada. Culpable. Ahora bien, si el caso salpica a uno de los suyos la reacción es muy distinta. Lo primero es apelar a la presunción de inocencia. Como Sánchez en 2016 cuando decía que «Chaves y Griñán son personas honestas» y aseguraba confiar en su inocencia. Y si el caso va a más, siempre encontrarán alguna fórmula imaginativa para desentenderse de la situación. Como Ábalos cuando aseguraba que el caso de los ERE «no es del PSOE».
Ahora la izquierda vuelve a las andadas luego de que la Audiencia Nacional condena a Bárcenas y al PP como responsable civil subsidiario por el pago en B de las obras en Génova. A la izquierda y terminales mediáticas les ha faltado tiempo para establecer un correlato entre Bárcenas y Casado, solo por el hecho de ser el líder del partido al que perteneció el condenado, aunque la relación entre ambos fuese nula.
De todo esto trata el audio grabado por el director de AD, Armando Robles. Hace un repaso a los clamorosos casos de corrupción que salpicaron a los gobiernos de Felipe González y de cómo estos casos quedaron políticamente prescritos cuando los socialistas perdieron el poder tras las elecciones de 1996. “A ningún medio de la derecha se le ocurrió vincular a José Luis Rodríguez Zapatero, sucesor de González al frente del PSOE, con la trama terrorista de los GAL, ni con el escándalo de los fondos reservados, ni con el caso Roldán, ni aún menos con el de Filesa. Ahora en cambio se extiende a Casado la responsabilidad por unos supuestos casos de corrupción perpetrados cuando el palentino no jugaba ningún rol importante en política.
El único objetivo de esta izquierda es impedir que la derecha llegue al poder. Se vale para ello de su descomunal maquinaria mediática para airear los casos de corrupción del PP en el pasado. La izquierda española es trilera (por eso ha ganado casi todas las elecciones), mientras la derecha timorata y acomplejada deja escapar una y otra vez la oportunidad de asestar un zasca tras otro al partido cuyos cargos han malversado cientos de millones de euros para montar la mayor red clientelar de la historia de la democracia en este país.