Bielorrusia fue expulsada esta edición del Festival de Eurovisión. A finales del mes de marzo se hacía pública una decisión motivada por el carácter político del tema que presentaron a concurso, una canción que ensalzaba las bondades del presidente Alexandr Lukashenko y atacaba a la oposición nacional e incluso a los europeos.

El certamen ofreció al país la posibilidad de presentar una nueva propuesta pero ésta también infringía las reglas del concurso, que garantizan que éste «no se instrumentalice ni se desacredite».

El país, contrariado, ni siquiera retransmitió la gala, y una cadena nacional se ha resarcido después con un duro ataque a los ganadores del certamen, la banda italiana Måneskin, que no ha salido del ojo del huracán desde que se proclamó campeona.

Su líder, Damiano David, tuvo, incluso, que someterse a un análisis que confirmara que no había consumido drogas durante la gala tras la publicación de unas sospechosas imágenes

«Gracias a Dios que no lo emitieron en Bielorrusia», celebró un presentador del canal CTV, definiendo al grupo como ««un bestiario de pervertidos, homosexuales degenerados, basura que huele a sida«.

«Debemos separarnos de este progreso por el Telón de Acero. Preferimos la dictadura. El mundo entero se hundirá en el abismo, pero Bielorrusia sigue siendo una isla de libertad«, defendió en antena porque, en su opinión, «el mundo moderno de la democracia y el progreso avanza con éxito hacia la demencia total, hacia la perversión, hacia los individuos en tanga, hacia la destrucción de todo lo humano».