VC.- No podemos ser objetivos contigo porque representas todo lo que execramos y abominamos del ser humano.

Tu eres un exponente de esa derechita rentista y crapulosa ducha en el arte de beber más que en el de trabajar, que nos ha dado siempre tan mala fama. Corren diversas versiones sobre tu fondo de armario; algunos nos han hablado de tu nariz de acero, otros de que te da lo mismo la carne que el pescado, incluso que eres un saco sin fondo de vicios. Y el problema es que nos creemos todas las versiones.

Todos estos trazos te dibujan como una verdadera escoria humanoide. No vales nada, no representas ninguna virtud ponderable, sublimas lo peor de la condición humana al arrastrarte como un lagarto y traicionar a tus amigos como lo has hecho. Y es que de entre todas las facetas que te definen como un personaje repulsivo, ninguna tan indigna como tu actual condición de mamavergas de aquellos a los que tanto criticaste.

Has sido tan traicionero con tus amigos como lo has sido con los ideales que justifican una existencia mínimamente digna. Qué decir si hasta traicionaste el legado ancestral, mamarracho.

Tendrías que saber el asco y el desprecio que te dispensan los que ayer te creían un hombre y confiaban en ti, quizás porque desconocían tu naturaleza larvada y traicionera. Si fueras decente, si no fueras más falso que el alma de Judas, si conservarás un mínimo de honor, si valieras como hombre sólo un átomo más que el whisky que te bebes a diario, te irías de retiro espiritual a depurar todas las maldades que has protagonizado con quienes te dieron el valor vital que nunca tuviste.

En el pecado, saco de basura, llevarás siempre la penitencia.