Violencia
FP.- Iglesias entró ayer en campaña acusando a las víctimas de insultos, golpes y lanzamientos de piedras de provocar.
En el País Vasco los cachorros de ETA perseguían a quienes se concentraban en favor de la paz y el final del terrorismo.
En Cataluña las juventudes independentistas irrumpen en las manifestaciones en favor de la unidad de España.
Grupos filonazis han boicoteado reuniones en favor de derechos de colectivos.
Ayer en Vallecas se utilizaron armas arrojadizas para impedir un acto de precampaña electoral.
Todas esas actitudes son deleznables además de delictivas según nuestro Código Penal.
El derecho a la manifestación, concentración o reunión además de ser un precepto constitucional es la máxima expresión e índice de la libertad en la que una sociedad se desenvuelve.
La violencia puede ser física, cuando se pone en peligro la integridad de las personas, puede ser emocional, cuando se atenta contra sentimientos o valores, y puede ser intelectual, cuando se miente o tergiversa la realidad con objeto de amedrentar a grupos de personas que piensan diferente.
Esta última, la intelectual, suele ser la antesala de la violencia física y de la emocional.
Busca estigmatizar a grupos que defienden ciertos principios y valores que se pretenden arrumbar con el objetivo de enviarlos al ostracismo, devaluarlos, rechazarlos y vilipendiarlos.
Quienes fomentan este retorcido instrumento político buscan que el adversario experimente discriminación, insultos y ataques.
Iglesias y su grey no sólo a lo largo de su vida pública han apoyado, incitado, aprobado, justificado acciones violentas si no que les han dado pública cobertura moral.
Iglesias es un violento. Pero lo realmente grave es que su movimiento político es socio del gobierno del PSOE en España y en otras instituciones.
Una de las grandes paradojas de este tiempo de enfermedad y desastre económico es que violentos formen parte del gobierno y que además busquen de forma abierta y sin tapujo alguno el apoyo parlamentario de quienes han ejercido violencia de todo tipo en el País Vasco y Cataluña, negociando con ellos leyes, presupuestos y estados de alarma.
La violencia como recurso es un apartado peligroso e inquietante que no debemos dejar pasar por alto.
Junto a los delincuentes de ayer que materializaron las algaradas hay que denunciar también a quienes con sus mensajes subliminales unas veces y explícitos en otras ocasiones incitan actos impropios de una democracia.
Iglesias con su actitud respecto de la violencia además de demostrar debilidad y derrota, certifica que lidera una facción política que ve en la libertad su auténtico enemigo.
Muchísimos votantes de Podemos ya están conociendo el verdadero rostro de sus líderes, y con el paso del tiempo van abandonándolos.
Esa es la razón de Iglesias en las elecciones de Madrid, su propia supervivencia porque su edificio está en ruina total.