Talleres en casa, la tendencia de los nuevos garajes
El éxodo que se empieza a vivir en el sector inmobiliario está trayendo de vuelta ciertas costumbres que pasaron a estar olvidadas.
Raro es el pueblo por el que se pasee y donde en sus bajos no se encuentre una pared llena de herramientas que sirven no solo para el campo sino para arreglar algunos desperfectos básicos – y no tan básicos para los más manitas – de las viviendas.
Con la llegada de nuevas familias a lo que antes se denominaba la España vaciada, han vuelto a llegar las distribuciones más clásicas, apostando por tener los despachos en casa, pero también los jardines, las puertas abiertas para recibir a los vecinos y, cómo no, los garajes que no solo albergan los vehículos, sino que sirven para las reparaciones más habituales y para pasar tiempo entre amigos poniendo en marcha pequeños proyectos.
“Estamos acostumbrados a pensar en los artesanos de las zonas rurales que, desde sus pequeños talleres domésticos tenían herramientas que servían casi para cualquier incidencia que sucediera en el pueblo o en el campo. Desde rastrilladoras, pasando por ingletadoras o incluso por sierras eléctricas, unos y otros se ayudaban para sacar adelante las reformas o para ayudar al vecino en el cortijo o en el campo si algo se había estropeado. Eran los ingenieros de tradición. Hoy, con la llegada de nuevas familias a zonas más despobladas, vuelven a abrirse las puertas de esos garajes para ayudarles con las mudanzas y con todo lo que necesiten y que, por tradición, saben hacer” explican desde ingletadoras.top que han visto cómo la demanda y consulta de este tipo de productos se ha incrementado después del desconfinamiento.
Tres claves para entender la vuelta al campo
Hay tres motivos principales por los que las familias, sobre todo con niños pequeños, han optado por poner kilómetros de por medio con las grandes capitales.
El primero de ellos es el teletrabajo: el hecho de no necesitar estar en una oficina sino poder trabajar, con un ordenador, desde cualquier rincón con conexión y acudir al centro de trabajo una vez por semana ha permitido poder salir de las ciudades y buscar la calidad de vida.
“Además de la calidad de vida, que cuando se desconecta se puede salir a dar un paseo con toda la seguridad, se ha buscado más esa sensación de arroparse en familia con los vecinos, algo que se da, sobre todo, en pueblos en los que todos se conocen por el nombre y todos se ayudan” explican algunos psicólogos.
A esto se une una segunda razón: el precio de la vida. En este tipo de localidades el dinero cunde más porque se derrocha menos y porque el coste de las cosas es siempre menor. Algo que permite que, con menos trabajo incluso, se pueda llegar a final de mes.
Por último, la calidad de vida para las familias, donde pueden disfrutar los niños del contacto con la naturaleza, es una de las razones que más ha movido a quienes se han decidido a cambiar asfalto por zona rural.