¿Texas será la próxima Silicon Valley? Tesla, Oracle y HP ya dejaron California por los altos impuestos y regulaciones
Con el anuncio la pasada semana de que Oracle se iba a sumar a Tesla y Hewlett Packard en mudar su sede de California a Texas, el mundo volvió a hablar del éxodo económico sin precedentes que está sucediendo en la industria tecnológica estadounidense.
Tanto las empresas tecnológicas Oracle como Tesla y HP pertenecen al exclusivo grupo de las Fortune 500, que agrupa a las empresas más valiosas del mundo, por lo que estas decisiones drásticas señalan una clara tendencia en el mundo de las finanzas y la industria tech.
Por muchos años, Silicon Valley (zona sur del Área de la Bahía de San Francisco, en el norte del Estado de California) fue el rey indiscutido de las empresas tecnológicas y el paraíso de las start-ups, con Google, Facebook y Apple siendo los colosos más importantes instalados en la región.
Irónicamente, Oracle, la compañía que hace días anunció su marcha de Silicon Valley, fue una de las primeras historias de éxito de la región, con su fundación en Santa Clara en 1977.
Ahora, 40 años después, debido a razones impositivas, muy posiblemente estemos presenciado el fin de la era de supremacía del Estado de California como lugar predestinado para los negocios y la industria.
Oracle, una de las primeras historias de éxito de la región de San Francisco, anunció que mudará su sede a Texas. Junto a Tesla y HPE, integran la lista de las Fortune 500.
¿La razón? Texas, gobernada por el Partido Republicano hace décadas, no tiene impuestos estatales sobre la renta y posee un esquema tributario mucho más amigable para las empresas.
El impuesto sobre la renta personal de California alcanza un máximo del 13,3% para cualquier persona con una fortuna superior a US$ 1 millón al año, el más alto del país, por lo cual los motivos de esta tendencia se hacen obvios.
Además, las ganancias en el Estado enamorado del socialismo se gravan a una tasa similar. Mientras tanto, Texas ofrece impuestos más bajos, regulaciones ambientales más relajadas y un costo de vida más bajo.
Por si fuera poco, actualmente gran parte de California se encuentra sumido en una cuarentena eterna, impulsada por el Gobernador demócrata, Gavin Newsom. Las políticas de Newsom han provocado el quiebre y el cierre de muchas PYMEs y comercios, agravando aún más el declive del Estado.
Texas es el destino de reubicación más popular para los californianos, según la Oficina del Censo de EE. UU, y lo ha sido durante años. En 2018, Texas tenía 86.164 nuevos residentes de California, un aumento del 36,4% en comparación con 2017.
La ciudad de Austin, Texas, apodada como “Sillicon Hills”, analogía a Sillicon Valley, promete ser el epicentro del sector tecnológico del Estado.
Este dato es el que precisamente preocupa a los dirigentes texanos del Partido Republicano, que si bien celebran que su Estado se haya convertido en un terreno más que fértil para los negocios y el arribo de empresas, por otro lado les preocupa lo que la migración californiana le puede causar a la política de Texas.
En la última década, Texas se ha vuelto, territorialmente, cada vez más republicano y conservador, pero esta tendencia se ha visto contrarrestada en las elecciones debido al crecimiento del electorado en las grandes ciudades, como Austin, Houston y Dallas, lugares donde se asientan las empresas que escapan de los altos impuestos y las regulaciones de California.
Así, en la elección presidencial del 2012, el candidato republicano Mitt Romney ganó el Estado con una cómoda ventaja de más del 15% frente al ex-presidente Barack Obama; en 2016, el presidente Donald Trump hizo lo mismo pero esta vez con una ventaja del 9%. Esta elección, Trump volvió a ganar Texas, pero con un margen más estrecho, obteniendo una ventaja del 5,6% de los votos frente a Biden.
Analizando los patrones de votos, el voto republicano se mantiene consolidado y constante en todo Texas, pero se ve un sostenido crecimiento del voto en las ciudades, donde hay no sólo más migrantes de otros Estados si no que también de México.
Si bien es difícil predecir el futuro, estadísticas como estas alarman a los dirigentes republicanos, especialmente los que tienen en cuenta estos datos con miras hacia la próxima década.
Mientras tanto, del otro lado, los dirigentes demócratas de California se defienden y tratan de minimizar el éxodo de empresas citando las supuestas ventajas que el Estado todavía puede ofrecer a los emprendedores, como las universidades de renombre mundial que alberga California.
“No se han ido de Silicon Valley; todavía siguen empleando a gente aquí y todavía siguen innovando aquí”, dijo Peter Leroe-Muñoz, de la organización Silicon Valley Leadership Group.
Por más de que los demócratas intenten minimizar sus deficiencias y busquen, de alguna manera, justificar sus políticas socialistas, la realidad es una y y habla por sí sola: el éxodo de las empresas, en busca de bajos impuestos y menos regulaciones, es un fenómeno nacional cada vez mayor.
Sin embargo, lo que puede tomarse como una victoria del capitalismo norteamericano también puede transformarse en un gran incógnita de cara a la siguiente década, con la hegemonía conservadora y republicana en Texas puesta en peligro.
En Texas sería el carbon valley. El valle de carbono. En vez del valle del silicio.