La ministra de Defensa, Margarita Robles.

Paloma Cervilla.- Por qué no decirlo, a la izquierda le ha venido muy bien las cartas de los militares y la publicación del desafortunado chat de un grupo de militares, que ya reconocieron lo poco acertados que fueron sus comentarios sobre lo que hay que hacer para solucionar el gravísimo problema político que hoy tiene España. Unos comentarios que no pasan de ser un conversación de casino, porque a ver quien levanta la mano y dice que puede sostener en abierto las conversaciones de un chat privado.

Y digo que les ha venido muy bien porque se han montado una guerra de Gila y una asonada militar, como si los españoles nos levantáramos cada mañana con un sudor frío esperando la entrada de los tanques por la Castellana camino del Palacio de la Moncloa y del chalet de Galapagar para arrestar a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Un disparate descomunal alimentado por las terminales mediáticas de la izquierda, replicando desde hace cinco días este disparate, como si fuera una noticia de prime time.

Pues no, lo único cierto es que en una parte de la sociedad española hay una grandísima preocupación, como no podía ser menos, por la deriva socialcomunista de este Gobierno, que se apoya en los secesionistas catalanes y en la heredera política de ETA para sacer adelante unos presupuestos, que no se creen ni ellos, y que nos llevan directamente al desastre.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, y el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias.

Claro que sí, todo un vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias y su ministro Alberto Garzón van por ahí diciendo que vamos camino de un proceso constituyente para proclamar la República con una nueva Constitución, que a la derecha hay que echarla del Estado, que hay que tomar la Justicia por asalto e instaurar un Ministerio de la Verdad para controlar a los medios de comunicación.

Esa es la preocupación, no que un grupo de militares retirados, sin ningún mando, sin ninguna influencia y sin posibilidades de hacer nada, van a dar un golpe de estado.

Esta izquierda que vuelve otra vez a sacar el espantajo del franquismo en unas Fuerzas Armadas que han sido un ejemplo en el cumplimiento de la legalidad constitucional, no se escandalizan por el golpe de estado de antes de ayer, este sí que es real, que han intentado dar en Cataluña los independentistas para saltarse a la torera la Constitución y romper la unidad de España. Esto sí que es preocupante, no un chat de casino y unas cartas, que podrán ser acertadas, o no, pero que desde luego no son ninguna amenaza al orden constitucional.