Relativizar la entraña conceptual de los vocablos
IM.- De lo que se trata en realidad es de relativizar la entraña conceptual de los vocablos de uso común en la lengua española, dejando en manos del poder político su interpretación “políticamente correcta”.
Discriminar ha significado siempre a efectos científicos y sociales la diferenciación en grupos homogéneos del todo de que forman parte. Una necesidad imperiosa desde que el hombre primitivo tomó conciencia de sí mismo y de su entorno, pues en caso contrario viviría sumido en el caos. Discriminación selectiva y comprensible que se multiplica al hilo del progreso científico. Se trata, en definitiva, de separar el trigo de la paja. Y luego, de agrupar cada una de las especies de trigo. Los ejemplos pueden ser múltiples. Hoy, verbigracia, se discriminan cada vez mayor número de cánceres tipificados. La discriminación configura por tanto la exigencia insoslayable de dar a cada cosa su nombre en toda su robustez conceptual.
Un ciego no deja de ser ciego por llamarle deficiente ocular. Ni un maricón deja de ser maricón por enjaretarle la condición abstrusa de gay. Ni una lesbiana por utilizar el término más complaciente de homosexual. Tampoco un loco dejará de serlo por el mero hecho de considerarlo deficiente mental. Nada hay de peyorativo en llamar cojo al que lo es. O manco al que falta brazo o mano. Y cosi via, que diría un italiano.
Respecto a la humillación es inevitable recurrir también al diccionario. Se consideraba humillar la acción voluntaria de inclinar la cerviz o doblar la rodilla en señal de sumisión o respeto religioso de otra índole. Y en el área civil, por ejemplo, inclinarse ante una dama o ante el monarca. También abatir el orgullo de uno. La humillación se transforma en humillante cuando deriva en imposición degradante, depresiva o vergonzosa. Y ahí reside la triquiñuela relativista del proyecto de ley socialista: atribuir al poder político, y a la judicatura por derivación, la capacidad unilateral de interpretar si llamar maricón a un homosexual declarado o cojo a un cojo tiene o no carácter humillante. Recurriré a un viejo chiste para explicarlo.
Hacían la acera dos prostitutas a la espera de cazar algún cliente. Una de ellas, la más ostentosa y descarada, se aproximó a un ocasional viandante para ofrecerse. Este, la miró de soslayo y le espetó: “Eres una puta”. La prostituta se encrespó y prorrumpió en soeces insultos. La otra prostituta le reconvino: “No sé porqué te pones así por llamarte lo que eres!”. A lo que respondió la ofendida: “Nono me cabreó que me llamara puta sino el retintín con que lo dijo”.
La nueva inquisición relativista habrá de juzgar no sobre un delitito claramente tipificado, sino sobre si existió o no retintín cuando alguien llamó a otro cojo, manco, maricón, lesbiana, loco o respecto de cualquiera otra condición física o psíquica que pese a su evidencia personal como parte de un grupo diferenciado puede sentirse subjetivamente humillado por el reconocimiento objetivo de su condición.
Esto es lo que buscan, nenes de 11 añitos “homosexualizados” que se definen como “gays” y se contonean vistiendo atuendos feminizados y llevando bolso y maquillaje, desquician a las criaturas y los convierten en inadaptados sociales que solo generan rechazo y violencia, retroalimentando el cuento de la “homofobia” y allanando mas todavia el camino a los culitos infantiles que tano codician:
http://7tvregiondemurcia.es/un-nino-de-11-anos-en-el-hospital-tras-una-agresion-homofoba-en-un-instituto-de-cartagena/
Olvide mencionar que el simpatizante de los pederastas Pablo Iglesias es tan cobarde que no se atreve a presentar su nueva ley pederasta el mismo y se ha tenido que buscar a una cajera de supermercado muerta de hambre para hacer de marioneta y que sea este titere el que presente su nueva ley pederasta por el.
Hay un vocablo especialmente importante en estos tiempos que corren: la palabra PEDERASTA. Pederasta es aquel al que le gusta el sexo con menores, pililas y chochitos infantiles en grandes cantidades pueblan los deseos y fantasias del pederasta. El nuevo proyecto de ley presentado por los pederastas de PODEMOS es un claro ejemplo de literatura pederasta repleta de parrafos morbosos que revelan un lenguaje circular en el que el sexo de los nenes de guarderia ocupa un lugar central. La nueva ley pederasta que quiere aprobar PODEMOS tiene, como no, sus detractores. De hecho se podria afirmar que todo el… Leer más »