El ejercicio no es solo para adultos, demostrada su influencia en los bebés
Pediatras y profesionales en salud infantil recomiendan ejercicios clave para mejorar el equilibrio en las personas desde sus primeros meses.
Durante las etapas más tempranas, la actividad del bebé es algo de lo más importante.
Organizaciones como Sanitas han destacado por activa y por pasiva lo relevante que es dedicar un poco de tiempo al día a que los pequeños de casa, sobre todo en sus primeros años de vida, se muevan y vayan fortaleciendo su musculatura.
Uno de los aspectos en los que más impacto tiene el ejercicio físico en bebés es en el equilibrio. Desarrollar este sentido, sobre todo para ganar en agilidad de movimiento y acelerar el proceso de aprender a andar, es una prioridad para los padres. Para conseguirlo, hay una serie de ejercicios que tienen un efecto bastante positivo.
Los ejercicios esenciales para mejorar el equilibrio en bebés
Las rutinas de ejercicios que recomiendan los especialistas son, en realidad, pequeñas propuestas que pueden ir desde hábitos en el día a día hasta juegos para compartir un buen rato con los hijos. Ejercicios que pueden realizarse sin necesidad de comprar materiales, aunque algunos son muy recomendables.
De hecho, acudir a webs como la de la Tienda del Correpasillos se vuelve algo especialmente aconsejable. En esta, en concreto, los padres pueden encontrar desde correpasillos hasta unos andadores que son ideales para que el pequeño vaya cogiendo fuerza en las piernas mientras da sus primeros pasos de forma segura.
Una recomendación adicional interesante, sobre todo para padres primerizos. Un complemento a las propuestas de los expertos, que se detallan a continuación:
De pie
Poner al pequeño de pie es algo que suelen hacer todos los padres, pero que no resta mérito a su relevancia. El progenitor debe colocarse detrás de su hijo, poner las manos en sus axilas y levantarlo para que se ponga de pie.
Con cuidado, moviendo los brazos hacia adelante, el bebé suele seguir dicho movimiento con los pies, lo que le lleva a dar sus primeros pasos. Algo que, combinado con un menor esfuerzo para levantarlo, hace que poco a poco vaya ganando fuerza en las piernas para soportar su propio peso, y sin riesgo de dañarse por alguna caída.
El espejo
Este ejercicio no solo ayuda a andar, también ayuda a que el niño vaya reconociendo diferentes partes de su cuerpo. De hecho, se recomienda hacerlo cuando ya roza el año de edad aproximadamente.
Se coloca al bebé delante de un espejo y se le pide que se toque los brazos, los pies, la nariz, los ojos, los oídos, los dedos… Todas las partes del cuerpo que se le puedan ocurrir al padre. Así, además de trabajar su motricidad en general, también se le ayuda a reconocer partes del cuerpo y, de camino, a trabajar la fuerza y el equilibrio.
Seguir la línea
Con un adhesivo de color, se coloca una tira en el suelo en línea recta. Hecho esto, el padre tiene que animar al hijo a seguir dicha línea, caminando sobre ella sin caerse. Una especie de juego en el que se debe empezar ayudando al pequeño dándole la mano para que así vaya ganando confianza.
Poco a poco, el padre debe alejarse y soltarlo para que vaya moviéndose de forma autónoma. Con el tiempo, el bebé aprenderá a controlar su postura y su movimiento con más precisión. De hecho, es algo que también ayuda a entender las referencias visuales y a caminar derecho.
Los bolos
Un juego tan clásico como los bolos puede ser también un ejercicio idóneo para los pequeños de la casa. Se recomienda sobre todo para bebés de más de 12 meses, ya que tienen algo más de movilidad y pueden entender mejor lo que son las reglas de un juego.
El mecanismo de los bolos y sus reglas se debe seguir en este caso, aunque sin las restricciones de puntos. Con este juego, el niño aprende a coordinar sus movimientos, controlar su fuerza y mantener el equilibrio. Es algo que aporta también agilidad y rapidez de movimiento. Además, puede divertir tanto a padres como a niños.
Sentarse en un taburete
Uno de los gestos más habituales en las personas, pero también una odisea para los más pequeños.
Una forma de practicar y desarrollar el equilibrio es haciendo que el bebé se siente en una silla o en un taburete y, después, hacer que coja un objeto, obligando a que se ponga de pie.
Con este movimiento, se fortalece el equilibrio, además de dar fuerza a las piernas. El niño aprende a sujetarse en caso de necesitar apoyo y también a controlar el peso sobre sus pies.
Algo que requiere tiempo e insistencia por parte de los padres, pero que deja unas secuelas positivas en todo el crecimiento y desarrollo de los niños. Los primeros meses son vitales para el futuro de un bebé, y el ejercicio debe formar parte de su rutina día a día.