Pandemia y comunismo
Las leyes naturales dicen que un simple bichito puede ser más fuerte que la civilización que es capaz de navegar por el espacio; el lobo vive, el cordero muere. O que ese simple bichito esté causando más estragos en la Europa depravada y cuna del marxismo social que en los países del tercer mundo. Gimotea o escandalizate todo lo que quieras, pero ésta es la ley de Dios. Y digo más: un microbio se escabulle de toda esa ciencia deificada por las ideas panteístas; el lobo vive, el cordero muere. Un simple virus rige hoy nuestras vidas y decide que vale más que toda esa turba llorona de europeos confinados en sus casas o saliendo a las calle con el bozal de tela.
Hay leyes naturales y como tales, anteriores al hombre, a sus gustos, a sus caprichos y cuyo peso es indomable por estar por encima del hombre. De ahí se derivan las leyes morales que marcan una conducta paralela a esas exigencias y que se concretan en los Diez Mandamientos. Esas leyes morales han sido confinadas durante mucho tiempo.
Es lo que se llama la ley divino positiva, por estar escrita y resumir esas intocables fuerzas naturales. Quien las cumpla, va en dirección con la naturaleza y cosecha sus benéficos frutos y quien las contradiga, no puede más que recibir a bofetada del prejuicio en sí o en sus congéneres.
La filosofía ética, nos dice que por eso, ya en este mundo sin esperar al juicio eterno (que al fin es inevitable) se cosechan los frutos del vicio y de la virtud. Se encuentra lo que cada quien se merece. De ahí el dicho: «quien siembra vientos recoge tempestades». La soberbia humana o la chulería irracional que ha pretendido desafiar esas fuerzas de origen eterno e increadas, no tiene derecho a quejarse de las consecuencias. Ya no es cuestión de conocimiento sino de voluntad, de la volitibidad contra la racionalidad. Es, pues, la fobia o la filia. «Por sus frutos los conoceréis», nos lo dice el Evangelio. El árbol bueno, no puede producir frutos malos y el árbol malo no puede producir frutos buenos. No se cosechan las uvas de las zarzas.
Al final de la pretensión humana de sustituir el orden natural por las ideas panteístas, qué es lo que tenemos: una España postrada y vencida. La crisis del coronavirus tiene un componente moral que los gestores de la crisis prefieren ignorar. Cuando se confina a Dios del espacio público y se deja en barbecho la espiritualidad del pueblo, el resultado final se llama pandemia y comunismo.
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