Estos dos canallas en el casoplón y los venezolanos comiendo ratas
La declaración de emergencia alimentaria formulada por la Asamblea Nacional de Venezuela tiene un dramático trasfondo que viene arrastrándose desde mucho antes, y que no solo se traduce en las largas colas que se forman en el país para intentar comprar un pollo, un poco de harina, aceite u otros productos básicos.
El mismo emerge en las calles, donde muchas personas sin recursos se ven abocadas a comer ratas, gatos, perros y palomas.
La situación ya fue denunciada antaño en las cárceles del país, donde a los reclusos solo se les suministra una de las tres comidas diarias, según el Observatorio Venezolano de Prisiones.
Roberto y Wilker, confiesan así que se alimentan de las basuras, y dan cuenta de lo apuntado, una situación que se repite con cientos y cientos de venezolanos que no tienen qué llevarse a la boca:
«Es sabrosa, es una carne pero es muy distinta, la sangre no es igual, la piel no es igual», dice el primero.
Pese a que el Gobierno chavista asegura a cal y canto que se vive tan solo una «ligera crisis», el panorama es desolador.
«La crisis está llevando cada vez más gente a la indigencia por no tener que comer (…) varias personas se la pasan revisando la basura de restaurantes y carros ambulantes de comida buscando que llevarse a la boca».
HAMBRE Y RÉGIMEN A LA FUERZA
Mientras más del 80% de los venezolanos dice no tener ingresos suficientes para comprar alimentos, y admiten dificultades para comprarlos (el 11% de los encuestados reconocen que pasan hambre), la Asamblea Nacional de Venezuela (AN), ha solicitado a la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, que envíen expertos al país para evaluar los riesgos que implica la escasez de alimentos.
Los izquierdistas aman tanto a los pobres que los multiplican.