Una de las muchas consecuencias de la pandemia de Covid-19 ha sido la afectación que ha provocado en el sector turístico. El descenso de turistas ha dejado unas imágenes que hace un año parecían imposibles de imaginar: los lugares más emblemáticos y turísticos de Barcelona vacíos en pleno mes de julio.

La capital catalana recibió el año pasado 12 millones de visitantes, de las cuales 2,3 fueron en periodo estival, pero la previsión para este año apunta a los peores presagios.

La concejala de Ciutat Vella y número 7 en la lista de Barcelona en Comú, Gala Pin, comparó los cruceristas con “una plaga de langostas”. “No deberíamos tener turismo crucerista” porque “es un turismo de plaga de langostas: devoran el espacio público y se van”, defendió en marzo del 2019 en una entrevista en el diario Ara.

Arran, la organización juvenil de la CUP, ha llevado a cabo diferentes campañas en contra del turismo, desde hacer pintadas de “turistas go home” o colgar una pancarta en la Pedrera con el lema “Tourism kills the city” – “el turismo mata la ciudad”- hasta lanzar botes de humo, pinturas y huevos contra el bus turístico en pleno recorrido.

En el ataque al autobús turístico el año 2018, cuatro encapuchados pintaron sobre el parabrisas la frase “el turismo mata a los barrios” y pincharon una rueda antes de marchar a plena luz del día. Durante aquel verano, también se llevaron a cabo diversas acciones contra empresas turísticas en Ciutat Vella, que consistieron en pinchar ruedas de bicicletas de alquiler, bloquear con cola las cerraduras de consignas para maletas así como pintadas escritas en inglés contra los turistas. “El turismo mata la ciudad. Turistas, marchaos. No sois bienvenidos” decía en una de ellas.

Arran, además, también sustrajo cinco bicicletas de alquiler turísticas para denunciar que “usan el espacio público para enriquecerse”.