Hispanos a republicanos: si quieren nuestro voto, no borren nuestra historia
Mamela Fiallo.- Borrar el 12 de octubre del calendario festivo de Estado Unidos es la última iniciativa impulsada no por la izquierda política, sino por el Partido Republicano.
Buscan suplantarlo por “Juneteenth”, el feriado no oficial que conmemora el fin de la esclavitud transatlántica en EE. UU., pese a que dicha fecha se conmemora (como su nombre indica) en junio, no en octubre.
Si bien las manifestaciones masivas de Black Lives Matter han sido mayormente pacíficas, también ha habido una ola de saqueos y destrucción del patrimonio histórico, que incluye a figuras hispanas y latinas.
En la ciudad de Miami las estatuas de Cristóbal Colón y Ponce de León, el primer gobernador de la Florida (donde se fundó la primera ciudad de EE. UU., aún en pie) fueron manchadas con la hoz y el martillo del comunismo, junto a BLM, la abreviación de Black Lives Matter.
No se trata de un mero acto aislado de vandalismo. Las fundadoras de BLM se han declarado abiertamente marxistas e incluso participaron como veedores en las elecciones de Venezuela (donde llamaron contrarrevolucionaria a la oposición) y condecoraron en persona al dictador Nicolás Maduro.
Mientras tanto, en California fue demolida la estatua del santo patrono, San Junípero Serra. Hasta el busto del escritor Miguel de Cervantes, autor de El Quijote, fue vandalizado. Pese a que este fue esclavizado, nada menos que en África. De hecho, su obra literaria sirvió para pagar la deuda de su familia, tras pagarles a los esclavistas norafricanos para libertarlo.
Por ello el parlamentario italiano Alessandro Pagano llama a estas acciones un ataque contra nuestra identidad cristiana a la par de la remoción de nuestras raíces en Norteamérica. Pues la fiesta del 12 de octubre fue impulsada por la comunidad de migrantes italianos, como celebración de su aporte a la nación y al continente por su presencia en América. Ya que Cristóbal Colón era italiano, genovés.
Más de 15,7 millones de personas en EE. UU. se identifican como descendientes de italianos. Con lo cual, eliminar el legado de Colón en América es percibido como un ataque directo a la identidad de millones de ciudadanos. En particular a la minoría más grande de EE. UU., los hispanos, que rondan el 18 % de la población, son cerca de 60 millones, de los cuales 32 millones están en edad y capacidad de votar.
Dada la fuerza votante que representa la comunidad hispana, han surgido contraprotestas en defensa del legado hispano y miles han firmado para exigir que no se borre su historia en el continente.