Cuento para antes de dormir para Teresa Rodríguez. Érase una vez Abderramán…
FN.- Querida Teresa hoy voy a contarte un cuento para que duermas placenteramente tras el agotador día que seguramente llevas sacando adelante iniciativas tan fundamentales para los ciudadanos como derribar las estatuas de Colón.
Érase una vez un niño que creció con su mamá y muchas tías, en el harén de su abuelito Abdalá. Su mami se llamaba Muzna y una de sus abuelas Onneca (esclava sexual cristiana del abuelito Abdalá); dos esclavas sexuales cristiana (concubinas) de las muchas que vivían vigiladas por esclavos eunucos. Los eunucos Teresa, son hombres a los que les mutilaban los genitales. Solían ser cristianos capturados en las razzias. Las razzias Teresita eran expediciones de castigo a territorio cristiano en busca de botín, esclavos y esclavas y de paso quemar las cosechas y arrasar las poblaciones. A los niños cristianos que seleccionaban para castrar se los llevaban a Lucena (Córdoba) donde se centralizaba la «producción» de eunucos que controlaban los judíos en Al Andalus. La «operación» consistía en cortar pene y testículos de un tajo y cauterizar con un hierro al rojo vivo. Así eran las cosas en aquella arcadia tolerante que llamaban Al Andalus.
El hijo de la esclava sexual cristiana y el simpático Emir creció y con el paso del tiempo, a los 38 años de edad se proclamo Califa. Califa Teresa es un señor, (nunca una señora) y no se dice Califo, con el cargo de sucesor de Mahoma y comendador de los creyentes. Por cierto, se me olvidó decirte cómo se llamaba el niño en cuestión; se llamaba Abd al-Rahmán ibn Muhámmad (Traducido: Siervo de Allah hijo de Mohamed)
Abderramán III para los amigos y el bastardo cabrón para casi todos, sobre todo en tierras cristianas.
La Crónica anónima de al-Nasir resume así sus hazañas:
«Conquistó España ciudad por ciudad, exterminó a sus defensores y los humilló, destruyó sus castillos, impuso pesados tributos a los que dejó con vida y los abatió terriblemente por medio de crueles gobernadores hasta que todas las comarcas entraron en su obediencia y se le sometieron todos los rebeldes».
Entre conquista y conquista Abderramán se entretenía con sus cosas califales. Cosas como contemplar en el salón del trono la ejecución de su hijo Abdalá, quemando la cara a una esclava sexual desobediente, o cortando la cabeza de otra aprovechando que siempre le acompañaba su leal verdugo Abu Imran. Cositas califales Teresa. También cuentan que se divirtió viendo como daban vueltas en una noria de agua los hijos de unos negros a los que mandó atar a la misma.
Abderramán III abusaba de las mujeres, las esclavizaba, torturaba, tenía esclavos, era un sádico, arrasaba ciudades, quemaba cosechas. Era un cabronazo incluso para los estándares de la época, ya de por sí bastante laxos. Encima el tío se teñía el pelo y la barba porque era rubio de ojos azules. Tenía tres cuartas partes de sangre cristiana por su madre y una de sus abuelas.
Hace pocos días querida Teresa, en una entrevista de La Sexta, un medio de comunicación oficial que diría el mayordomo Tezanos, decías que estabas a favor de desmantelar todas las estatuas de esclavistas:
«Colón también, pero habría que ir a por otros también, que algunas de las grandes fortunas de este país se han constituido en el comercio de esclavos y hay muchas calles de nuestras ciudades, muchas estatuas hechas a benefactores de la ciudades que sacaban sus fortunas de la trata y el tráfico de esclavos»
En la toma de posesión como Presidente de la Junta de Andalucía de Juan Manuel Bonilla, en plena alerta «antifascista» decretada por el camarada Pablo Ilyich Iglesias, antes de que le diera un bajón de azúcar, decías esto Teresa:
«Ustedes tienen en el acervo ideológico y político de su partido cambiar el día de Andalucía al Día de la Toma. El Día de la Toma inauguró el fin de un renacimiento andaluz que fue un esplendor de ciencias, artes, de culturas; y que inauguró, recuperó y volvió a instaurar en Andalucía la Edad Media más oscura»
Después de este cuento tan bonito, querida Teresa, y puesto que quieres erradicar todas las estatuas de esclavistas, supongo que ese partido tuyo estará a la vanguardia exigiendo derribar todas las estatuas de Abderramán III el esclavista,…el misógino, el criminal, el sádico machista machirulo criado en un harén repleto de esclavas sexuales y vigilado por eunucos.
Yo creo que las estatuas de personajes históricos deben mantenerse, de un tipo o de otro, no me gustó que los talibanes dinamitaran las estatuas de los budas de Bamiyan en Afganistán, no me gustaría romper a martillazos el busto de Nefertiti (que fijo que algún esclavo que otro tenía), no quiero que se quiten las estatuas y bustos de personajes sanguinarios como Abderramán III en Almuñécar o de Almanzor en Calatañazor o Algeciras porque son un recuerdo de personajes históricos de hace varios siglos.
Otro día te cuento el cuento del niño Almanzor (Al-Mansur), otro de esos adalides de la cultura y la tolerancia que prohibió la Lógica y la Filosofía, que dedicó su vida a recolectar esclavos y arrasar asentamientos por toda la Península en 56 aceifas. Ese que arrasó Santiago.
Si buscas estatuas de esclavistas Teresa Rodríguez, ahí tienes la estatua de Almanzor en Algeciras. Pero si nos ponemos talibanes seamos consecuentes. Si hay que empezar a derribar estatuas de esclavistas empecemos con Abderramán III la orgía de desagravios con efecto retroactivo.
En cuanto lo de El día de la Toma de Granada. Pues verás Teresa, es un día que a muchos nos gusta celebrar porque fue un punto de inflexión que nos ha permitido, sin ser perfectos, ser una gran nación. Una nación que frenó al Islam en todo el planeta: en España, en el Mediterráneo y en Filipinas. Una nación que se forjó de la mano de personajes como un tal Cristóbal Colón y de otros muchos hombres y mujeres imperfectos, personajes de sus épocas a quienes una pazguata resabiada ataca desde su inmunda arrogancia.
Buenas noches Teresa, duerme bien.
nivel intelectual de la susodicha….. cero Zapatero