Gecano

Artuto Guillemo García.- Cuando uno pierde el foco de los sencillos principios y queda envuelto en historias interminables que nos arrastran a sitios que desconocemos y donde nunca hemos querido estar, es cuando ocurren cosas imposibles de creer. En la vida, igual que en las matemáticas, hay situaciones que sólo pueden dar un único resultado.

En este siglo XXI el volumen de confusión creado por tremendas neblinas se han encargado de mostrar una realidad sin fundamentos donde los gritos o cualquier exteriorización sentimental pretenden alimentarnos con una verdad absoluta muy lejos de lo que significa la libertad.

Su llegada es, según el comunismo, la garantía de la renovación, de la destrucción de los viejos poderes.

Esa música es muy conocida, pero continuando con la atención para oír sus intenciones, nunca supe qué valores reemplazarían aquellos que fueron expulsados. Nunca tuve ninguna honesta explicación convincente de cuáles serían.

Lo único que veo es excelencia y capacidad sobrada para destruir, pero sobre construir y mejorar llevan todo un siglo dándose contra la pared y ahora nos llevan de la mano, a toda velocidad, a que tengamos el mismo fin por una causa que sólo sabe de quiebras, luchas, hambre y muerte.

Cuando el comunismo entra, la libertad sale.

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