Juan Lux.- La red 5G no habrá causado el virus como algunos afirman, pero se trata claramente de un tipo de dispositivo salido de un arsenal militar, mucho más insidioso de lo que ya eran las redes 3G-4G, orwellianas por derecho propio. Los globalistas están desesperados y no es coincidencia que estén implementando este sistema de control mental y corporal integral de pesadilla mientras estamos siendo encarcelados sin poder llevar el tema a los tribunales o manifestarnos en las calles.

Y, de hecho, la red 5G sí que podría inducir algunos de los síntomas asociados con el Covid-19, como por ejemplo la hipoxia celular o permitiendo que los virus atraviesen la barrera hematoencefálica. Pero echemos un rápido vistazo a lo que el estratega militar, el doctor Stefan Possony dijo al respecto hace más de 30 años, dejando en evidencia de paso las afirmaciones pseudocientíficas del entramado multinacional relativas a que los teléfonos móviles no constituyen una amenaza para la salud.

El discurso comúnmente aceptado según el cual la radiación por microondas no conseguiría quebrar la barrera hematoencefálica se deriva del axioma según el cual las ondas electromagnéticas interactúan con los tejidos del cuerpo humano de manera lineal. Sin embargo comprobamos que las vibraciones moleculares causadas por la estimulación de un campo electromagnético extracelular son no lineales. Contra todo pronóstico toman la forma de solitones capaces de transferir energía a lo largo de largas cadenas moleculares. En 1982, el término “solitón” finalmente llegó a los diccionarios. He aquí una definición del diccionario científico-técnico McGraw-Hill: “Una onda de solitón propaga sin dispersar su energía por regiones cada vez más grandes del espacio”. Según mi modo de ver sería más correcto decir “una onda de solitón propaga energía adquirida repentinamente -o energía impartida por choque- sin dispersarla”. ¿Significado? Las perturbaciones extracelulares como las explosiones sónicas o electromagnéticas se pueden propagar a través de la membrana celular. En esto, la no linealidad de la dinámica molecular en lugar de la cinética química son la clave. Dicho de otra forma, el déficit energético de magnitud 12 se supera, no por fuerza bruta sino por la formación de solitones. Visualice el cerebro y su entorno como estructuras de ondas y asuma que las ondas de choque crean solitones. Luego imagine la electrónica moderna -flexible, precisa y rápida- en acción. Además, el rango de resonancias disponibles probablemente aumentará con el tiempo. Por lo tanto dispondremos de muchas frecuencias y varias opciones para la transmisión de energía a través de las membranas de las células cerebrales. Esto implicaría que las células cerebrales serán accesibles de forma diversa y flexible, e incluso de forma rutinaria.’

Nos estamos refiriendo al arma absoluta, capaz de controlar la mente en tiempo real a escala individual, de condicionar el comportamiento de las masas jugando con frecuencias que podrían desencadenar, por ejemplo, la apatía o la ira en poblaciones determinadas, de rastrear o localizar a miles de personas simultáneamente o de replicar la acción de cualquier medicina o sustancia química en un objetivo a distancia recurriendo a la transformada de Fourier.

En 1968 los militares americanos y rusos -cada uno por su cuenta- llegaron a descodificar en esencia el código del cerebro. Su actividad neuronal crea un patrón eléctrico variable asociado a un flujo magnético variable igualmente, traducido en una onda electromagnética de entre 30 y 50hz con una ddp (diferencia de potencial) de 0,5Mw. En dicha emisión electromagnética detectaron y analizaron una serie de picos y patrones denominados potenciales de evocación. Descubrieron que cada pensamiento, reacción, comando motor, evento auditivo e imagen visual iba acompañado de un potencial de evocación específico, de forma que tras una laboriosa tarea de asociación con la ayuda de los más avanzados sistemas a su disposición por entonces llegaron a descodificar una parte del pensamiento, imágenes y sonidos generados en el cerebro.

A finales de los años 1970 el Dr Allen Frey, al servicio de la Marina estadounidense, verificó que ratas de laboratorio acostumbradas a reaccionar violentamente al ser pinchadas en la cola aceptaban este maltrato con pasividad al ser irradiadas con microondas pulsadas en la región de frecuencia ultra alta (UHF) a densidades de potencia inferior a los 1.000 Mw/cm² (Allan H. Frey, Behavioral Effects of Electromagnetic Energy – SYMPOSIUM ON BIOLOGICAL EFFECTS AND MEASUREMENTS OF RADIO FREQUENCIES/MICROWAVES, DeWitt G. Hazzard, editor -U.S. Department of Health, Education and Welfare, 1977). Ahora ya sabéis por qué la gente no acaba de reaccionar frente a los ultrajes y traiciones políticas sin fin por parte de la casta globalista.

El analista de defensa Jonathan Tennenbaum se expresaba así en 1988: ‘La analogía más cercana a un arma antipersonal de pulso electromagnético sofisticada serían las temibles armas químicas, como el gas nervioso, que provocan efectos rápidos y fatales haciendo uso de una concentración extremadamente baja. Esto último se explica por el hecho de que los efectos se producen por la acción de moléculas que invaden las sinapsis nerviosas y otras áreas críticas, suprimiendo así las funciones vitales sin una destrucción masiva de tejido. El veneno actúa a nivel de la escala superior organizativa de los procesos vitales. Además, debe entenderse que las moléculas en realidad no son más que configuraciones electromagnéticas. Es decir, las moléculas (del gas nervioso, por ejemplo) actúan a través de campos electromagnéticos mediante el intercambio de energía con otras moléculas presentes naturalmente en el cuerpo humano.

Por lo tanto, no debería sorprendernos tanto descubrir que estos mismos efectos deletéreos pueden ser inducidos mediante radiación electromagnética… sin la presencia física de las moléculas. Basta con identificar las características geométricas de la acción electromagnética asociada a una sustancia determinada y, a continuación, limitarse a clonar la acción molecular mediante una señal de radiofrecuencia afinada. Una vez que se comprende este principio, la investigación biofísica puede definir las formas de pulso electromagnético más apropiadas para estas aplicaciones bélicas, independientemente de cualquier modelo químico específico. […] El principio holográfico que caracteriza los sistemas de antena de elementos en fase define el potencial para crear cualquier configuración tridimensional de un campo electromagnético alrededor de un objetivo a distancia, compensando la presencia eventual de reflejos, obstáculos y otras interferencias. Además, dicho campo electromagnético puede modificarse y desplazarse de una ubicación a otra en tiempo real.

Luego un arma antipersonal de pulso electromagnético ideal debería poder atacar varios objetivos individuales, ya sea simultáneamente o en sucesión rápida. Se utilizaría uno o varios sistemas de antena de elementos en fase en modo de recepción y de transmisión para ‘atrapar’ a los objetivos seleccionados y determinar a continuación la geometría necesaria para los ataques de pulso EM.

Un requerimiento adicional necesario para explotar plenamente este potencial es poder disponer de potentes ordenadores capaces de realizar complejos cálculos de propagación inversa. […] Siendo un prominente miembro de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, Vladimir Vernadsky lanzó en 1926 un programa intensivo de investigación fundamental sobre la geometría física de los procesos biológicos, que incluiría un estudio exhaustivo de su interacción con la radiación electromagnética. Del programa de Vernadsky surgió el eslogan militar soviético: “Aquel que controle la totalidad del espectro electromagnético, dominará el mundo”‘.

Con el advenimiento de los superconductores de alta temperatura y la miniaturización de los sistemas de radar y transductores en los años 1990-2000, sumado a la velocidad de procesamiento de la información mediante superordenadores, la tarea de leer y alterar el pensamiento de personas bajo vigilancia electrónica por parte de la CIA o la NSA, o de la policía política en la mayoría de países industrializados en los últimos años utilizando conjuntos de antenas en fase o satélites se ha convertido en rutina. Mediante un dispositivo tipo 5G en modo girotrón resulta fácil envolver y penetrar el cuerpo de un objetivo a distancia en un flujo electromagnético que transmite información codificada (nuevamente la conversión matemática de Fourier) por medio de microondas, al tiempo que un potente laser descodifica alteraciones en los electrones que atraviesan el cuerpo sincronizado con un escáner encargado de descifrar las frecuencias cerebrales.

En la jerga militar del Pentágono estadounidense, SIGINT (Signals Intelligence) es el nombre que recibe la misión encargada de detectar este tipo de electricidad corporal en humanos para operaciones psicológicas y de vigilancia electrónica integral.

¿Todavía queda algún analfabeto por ahí creyendo que todo esto son “teorías de la conspiración”? Se trata ni más ni menos del mayor crimen de la historia. Mi familia y yo, así como innumerables estadounidenses y personas en todo el mundo, hemos sido conejillos de indias durante el desarrollo de estos sádicos experimentos durante décadas. Nuremberg se verá eclipsado cuando todo esto salga a la luz. Y han estado tratando de salirse con la suya durante mucho tiempo.

En agosto de 1971 se presentó al presidente Nixon una propuesta para la implementación de un “sistema de seguridad para vigilancia y eficiencia general”. Proponía conectar todos los hogares, automóviles y embarcaciones de Estados Unidos. El plan incluía un sistema de propaganda operado por el gobierno a través de una red de televisión que habría interconectado todo estado, ciudad y hogar.’ (Uncloaking the CIA, por Howard Frazier)

Aunque este programa fue aceptado por Nixon, luego fue revocado debido a la objeción del Fiscal General de los Estados Unidos en ese momento. Demuestra que planearon controlar a toda la nación y que debían tener la tecnología para lograrlo desde hacía un tiempo. Sin embargo…

En 1980, el Senado de los EE. UU. Aprobó la Ley de Supervisión de la Inteligencia. Este proyecto de ley incluyó el no establecimiento de normas para operaciones encubiertas así como el reclutamiento de académicos, clérigos o periodistas como espías o informantes, aparte de no considerar sanciones por la divulgación pública de agentes encubiertos que trabajan para los EE. UU. Meses después, como por casualidad, se implementaba el sistema piloto de telecomunicaciones GWEN.’ (CIA por Brian Freemantle)

Las naciones deben despertar y utilizar todos los recursos legales para evitar que este sistema nos esclavice sin retorno. Estamos literalmente librando la batalla final contra las agonizantes fuerzas del mal.

El presente artículo no debe en modo alguno servir para justificar acciones violentas de sabotaje contra estos dispositivos pese a que una minoría de psicópatas ávidos de poder absoluto nos ha declarado la guerra hace tiempo. He aquí la prueba de que mediante una acción conjunta de activismo civilizado y educación del público se puede evitar la escalada del crimen mediante una lista de algunos gobiernos que se niegan a permitir el establecimiento de antenas tipo 5G en su territorio: