Ni bulos ni tampoco burros
José González.- El gobierno de Sánchez no se maneja nada bien con la comunicación en estos tiempos de crisis. Le pasa lo mismo que al chino de mi barrio y será por eso que ahora confunde bulo con burro. Y ha ido a ocurrir esto en días de caída a un negrísimo pozo, en los tiempos de la que será la guerra de nuestras vidas. A un gobierno hay que pedirle que acierte en sus actos y eso no siempre es fácil ni suscita amplios consensos. Si además va perdido en la forma de explicarse ya empieza el partido con un gol en contra. Eso es mala cosa en los tiempos que corren, los del famoso relato. Ya saben: lo que se cuenta y se cree saber en consecuencia es lo que es (aunque no lo sea).
Valgan como ejemplo las pláticas del presidente del gobierno que lee su charla semanal con desgana creciente. Es tanta la acumulación de alocuciones presidenciales -y tan ocioso mucho de lo dicho- que no sirven para gran cosa. Salvo que sea para romper el confinamiento de esa chorrada llamada lenguaje inclusivo o, ¿quién sabe?, para aplicarnos unas dosis de moralina de ocasión que narcoticen, aún más, a una sociedad quebrada por el dolor y la incertidumbre. Los hay ya quienes se refieren a esa charla semanal como un trasunto del “Aló, presidente” chavista y no les faltan razones pese a la falta de chándal.
Abre ahora una cruzada el gobierno de Sánchez contra los bulos que dicen que circulan por las redes. Lo hace con algo de cabreo infantil propio de una suerte de “peterpanato monclovita” desatado. No se atreven a decir que también van a vigilar a los medios que no aplaudan al gobierno y quieren asustar, de momento, a particulares pero por algo habrá que empezar. El objetivo es perseguir la opinión discrepante y también al mensajero. De verdad que si fueran serios en su nuevo propósito, podían empezar por despejar la duda del número de fallecidos reales a raíz de las discrepancias contables con alguna comunidad autónoma.
No se engañe nadie que el gobierno, este gobierno, no defiende la verdad sino que intenta parar la que se le viene encima con un mal contraataque. Salta al charco, válgame Dios, un general de la Guardia Civil que asegura que las fuerzas policiales a su mando van a minimizar el clima contrario al gobierno. No sé qué clima tan malo percibirá este señor. No será el de las primeras ruedas de prensa de Moncloa con preguntas filtradas, digo yo, o las risitas del Dr Simón y el ministro-astronauta Duque en un Barrio Sésamo particular del sábado pasado. En fin, con lo del general portavoz se ha visto el plumero del control social que quiere ejercer el dúo Sánchez&Iglesias con Redondo como su Rasputín de alquiler.
Porque solo pensando en que es este un país para burros, que no bulos, se puede pretender que cuele que el gobierno propone un precio político para las mascarillas…cuando no hay mascarillas para todos. He aquí otra muestra de mala, por inútil, comunicación gubernamental. Ni tan siquiera han sido capaces de distribuir una mísera mascarilla FFP1 (de papel) para cada ciudadano. Por cierto, el domingo pasado en Grecia la prensa repartía esas mascarillas. Y aquí no se puede ni mandar por correo. Claro, porque no hay suficientes, no se sabe ni cómo distribuirlas, o porque no están homologadas, o porque hay lío con las comunidades autónomas, o por todo eso a la vez. Afánense de una puñetera vez en conseguir una mascarilla homologada, mejor FFP2, para cada ciudadano y todo aquello que necesiten los sanitarios y el personal de más exposición al virus. Eso, justamente eso, sería hacer política útil y no se hace porque parece que es más rentable salir a cazar bulos como moscas.
Porque solo pensando que es este un país para burros, que no bulos, se puede pretender que se dé por zanjado saber si han muerto miles de ancianos no atendidos con el debido nivel sanitario. Ya se verá cuando corresponda si ello ocurrió por no disponibilidad real de medios o, quizá y eso es imperdonable, por algunos criterios administrativos, subrayo, de limitación de acceso a las UCI. Mientras eso pasa, va un dato que no bulo, la patronal de los hospitales privados de España admite que ha tenido más de 2000 camas de UCI a disposición del gobierno y no solicitadas por nadie. Pongan este dato ahora en relación con las primeras líneas de ese párrafo y echémonos a llorar. Recuérdese para cuando toque que es el vicepresidente Iglesias el que tiene la competencia exclusiva sobre las residencias de ancianos (él mismo lo publicitó así) bajo un mando único estatal.
Porque solo pensando que es este un país para burros, que no bulos, se puede pretender que no haya una fenomenal crisis política, aparte de la social y económica, tras la emergencia médica. España, uno de los 20 países más ricos y prósperos del mundo, es el país con más muertos por esta epidemia en proporción a su población. Ese dato, solo ese dato, será una losa y enterrará a toda una clase, nueva casta si se desea, política anclada a la palabrería inútil, a los pactos desleales, al sectarismo, al mal estilo y, como consecuencia de todo ello, a la ineficacia en su gestión. Y si no pasa así y los que hay renuevan la confianza es que estamos fritos de verdad.
Tenemos una de las mejores sanidades del mundo pese a la falta de medios y los recortes. También tenemos -se sabía por su génesis y se ha comprobado- uno de los más débiles gobiernos de las democracias occidentales. Lo que no sabíamos es que también se empeñaría en lanzarse a por el cuello de la democracia simbolizado en las libertades de pensamiento, expresión e información. Dicen que van a por los bulos cuando lo que quieren es que les aplaudan los (sus) burros con las orejas. Cuidado, mucho cuidado con lo que se juega en este partido en el barro al que nos invitan.
Es la crisis política que arrastra, desde el minuto 1 de su origen, este gobierno de triste figura un factor de agravamiento de la crisis sanitaria y será determinante en la incipiente crisis socioeconómica. No hay cazador de bulos a sueldo que pueda tapar tantos agujeros por donde se va la confianza y la vergüenza a espuertas. ¿En qué país creen vivir los confinados de Moncloa y Galapagar? Mira que es fácil: ni en uno de bulos ni tampoco en uno de burros.