Radiografía de tórax 28A
Inmediatamente después de los procesos electorales, se espera la formación inmediata de un gobierno fuerte, o con más dilación, de uno de coalición y consenso y quizás la dimisión de algún líder que haya llevado a su formación a la debacle, sea por su culpa o por culpa del mal hacer sistemático de su propio partido.
Lo cierto es que los triunfos se los adjudican todos los que han captado al menos un voto más respecto a la cita electoral anterior y cuando hay empate técnico en el segundo puesto, todos los segundos se auto proclaman la verdadera Oposición.
Antes, el problema era la bipolarización en dos grandes partidos que se alternaban siempre en el Gobierno y cuando se ha llegado al desdoblamiento de la izquierda y la derecha produciendo cinco grandes partidos, ahora el problema es que tardamos mucho en formar Gobierno, porque a la hora de acceder al poder, da igual la ideología política, todos están dispuestos a negociar con el vencedor expresa o tácitamente, sacrificando incluso algunas o todas las premisas programáticas de sus respectivos partidos, con independencia de los pronunciamientos que antes, durante y después de las Elecciones hayan emitido unos y otros en contra o a favor de posibles pactos con afines o contrarios, con posibles vencedores o posibles segundos, lo importante es el poder al precio que sea y si para esto hay que ir modificando posiciones y disponibilidades de colaboración en función de la progresión de las encuestas, se hace y ya está.
Siempre habrá una respuesta o una explicación oficial sobre estas contradicciones al pobre y leal electorado en muchos casos y en otros, a ese electorado flotante que se lo cree todo porque comprende perfectamente la traición al sufragio ideológico que con frecuencia él mismo practica o simplemente cambia de voto porque no tiene ideología y vota al más guapito o guapita o al que a su juicio menos tonterías dice, viste mejor o menos insulte a los demás. Si el candidato ya ha engañado anteriormente, no ha predicado con el ejemplo, ha criticado cosas que él ya ha hecho, es amigo de los que tratan de hundir a España o simplemente miente como un bellaco, todo esto es lo de menos.
Con este panorama, ya vemos como la Democracia es en realidad un negocio para muchos, una forma de vida, una profesión de lucro alto, con gastos pagados por el erario público, poco rendimiento y muchas siestas en el propio lugar de trabajo, incluso televisadas, sin ningún tipo de consecuencias que hagan peligrar “sus puestos de trabajo”.
La génesis de la Democracia como flamante alternativa a la arrogante e impositiva dictadura política, basada en el sufragio universal y en el lema “un hombre, un voto”, en efecto iguala a los ciudadanos en su capacidad de elegir a sus gobernantes o a aquellos que quieren sean sus tiranos y explotadores durante al menos cuatro años más. Pero este es el traje que tapa la realidad, a la postre es un sistema político diseñado para democratizar las posibilidades de acceder a la política como medio de vida. Si la Dictadura lucraba a unos pocos, la Democracia lucra a muchos y reparte mejor las ganancias, pero en un caso y otro, siempre a costa del contribuyente.
Todo lo que sean dilaciones en la formación de gobierno, repetición de elecciones, mociones de censura, transfuguismos, agotar legislaturas llamadas al fracaso desde el inicio o dialécticas y negociaciones ocultas al público entre parlamentarios de mismos o diferentes partidos, juega a demorar todo y a mantener más tiempo del necesario el culo de los diputados en sus respectivos y costosos escaños de la Carrera de San Jerónimo.
El comportamiento reivindicativo constante característico de esta sociedad que nos ha tocado vivir, nunca satisfecha, siempre agónica, insaciable en la reclamación de derechos y de igualdades, pero nunca de las obligaciones, ha instalado en nuestra cotidianidad un demencial y radical concepto de la democratización para todo. Los programas concurso de la TV nos quieren convertir a todos en cocineros, cantantes pop o folklóricos, bailarines, maestros armeros, sastres, etc. Pues algo parecido está pasando en la Política, mi opinión no es que se hayan desdoblado la izquierda y la derecha políticas o haya concluido esa hegemonía polarizada en dos grandes partidos, que representan a la izquierda y a la derecha respectivamente, de forma natural o espontánea. Lo que creo ha ocurrido es que el gran público ha descubierto en la Política otra forma de vida mucho más cómoda y remunerada, otra profesión y quiere también entrar en el reparto.
Por eso aparecen más partidos pujantes al poder, que no son más que escisiones de los bloques anteriores, liderados por personas que agotaron sus expectativas de progreso profesional en sus formaciones anteriores y aglutinan a debutantes en el «negocio de la Democracia» y a militantes amortizados de la fase anterior en sus nuevas singladuras.
La derecha pretende socializar la riqueza y la izquierda liquidar ésta para socializar la pobreza, luego, en la perspectiva monetaria, ambas son socialistas, la primera constructiva y la otra destructivamente, la primera diseñando el crecimiento económico de la sociedad y la segunda repartiendo lo que hay de la forma «más equitativa» posible con crecimiento cero si fuese preciso, o sea, creando más pobres y engañando a los que ya hay, pero en el camino, los únicos que se enriquecen son «esos iluminados» llamados a buscar soluciones para «arreglar las vidas» de los demás, es decir, los políticos.
Otro fenómeno que se observa en los resultados electorales, relacionado con los casos de corrupción política, es el efecto amnesia inoculado en el electorado y que sintomatiza éste cada cuatro años. Con independencia de todos las argucias y engaños protagonizados por el actual Presidente del Gobierno, cuyo lema y el de su esposa de estómago agradecido, no desvelado, es muy probablemente: «De aquí no nos echan ni con agua caliente», objetivamente podemos comprobar a la luz de los acontecimientos, como la corrupción política instalada en la mayoría de las opciones de izquierda incluidos los Sindicatos y de derecha, siempre pasa factura a ésta y no a aquella.
Sin entrar en valoraciones cuantitativas y detalladas sobre corrupción, que nos llevarían en este asunto a comprobar una victoria solvente y aplastante del PSOE sobre el PP, lo cierto es que solo paga la derecha en las urnas y ha sido particularmente evidente en la última cita electoral, si analizamos la brutal merma de escaños sin precedentes que ha sufrido la formación de la gaviota.
El efecto amnesia inducido por la brillante siempre hipnotización propagandística de la izquierda, sin duda una de sus especialidades, puede hacer su efecto, pero la clave pienso no es ésta, lo determinante a mi juicio es que la gente está ya narcortizada por la corrupción política que comenzara con fuerza en la década de los 80 con los gobiernos socialistas de Felipe González. En esta sedación del electorado, ya acostumbrado a la corrupción política de la izquierda y apropiadamente vacunado, comienza aquél a contemplar como normal estas actuaciones en el bloque de la izquierda, de manera que cuando finalmente debuta también el PP en las malas artes, como un resorte social subconsciente, aflora una indignación en el gran público que no encaja como la derecha pueda robar, no le está permitido por provenir fundamentalmente del Capital. «Ese privilegio» se dignifica en la izquierda, solo a ésta le queda permitido y reservado y consecuentemente castiga en las urnas a aquella y no a ésta.
Todo este ejercicio de masoquismo, recreo en la desgracia, estoicismo político o como se le quiera llamar, que observo desde lejos afortunadamente, a mí al menos me sirve para contestar con contundencia «NO, GRACIAS» a la pregunta «¿Democracia?»
Para terminar con esta radiografía, no quiero dejar de recordar a uno de nuestros más brillantes pensadores de la ciencia política, Ortega y Gasset, cuando decía: «Ser de izquierda es como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: Ambas, en efecto, son formas de hemiplejía moral».
Para cualquier relación humana tanto individual como social, es esencial que esté regida por el respeto, porque cuando falta su degradación está asegurada…
Que razón lleva María Luisa, gracias por su edificante comentario, un afectuoso saludo.