La pataleta de Soraya y el fin del sorayismo
Paloma Cervilla.- Un mes y medio después de que Soraya Sáenz de Santamaría perdiera la carrera de la sucesión de Mariano Rajoy, que ganó Pablo Casado, la exvicepresidenta sigue deshojando la margarita sobre si se integra, o no, en el nuevo equipo popular. Una actitud irresponsable, con el único objetivo de minar el liderazgo de Casado y de mantener viva la herida, que ella ha dejado abierta, tras el Congreso Extraordinario del pasado mes de julio.
Su reaparición el pasado jueves en el Congreso de los Diputados, negándose a asistir a la reunión presidida por Casado del Grupo Popular, y llegando al filo de las dos de la tarde solo para votar, es el reflejo de una pataleta infantil, impropia de una abogada del Estado que ha sido vicepresidenta del Gobierno.
Aún peor fue la enésima declaración de que todavía tiene una conversación pendiente con Casado. Como si en este mes y medio no hubiera tenido la oportunidad de coger el teléfono o irse a ver al presidente del PP a la sede de la calle Génova y contarle sus proyectos de futuro.
A mi juicio, lo más correcto hubiera sido llegar ayer al Congreso y anunciar su integración o su retirada de la política, todo lo demás empequellece la trayectoria política de Soraya. No dar más pábulo a comentarios y conjeturas y cerrar ya de una vez la sucesión de Rajoy.
Esta actitud empieza a darle la razón a los que siempre le criticaron su escasa vinculación al partido y haber trabajado durante todos estos años por un interés personal, con la mirada puesta en la sucesión de Mariano Rajoy, no en beneficio del Partido Popular.
Cada día que pasa, el sorayismo es una corriente que pertenece al pasado: “Ya no hay sorayismo, algún sorayo perdido“, me comentaba un destacado dirigente popular por los pasillos del Congreso. La mayoría se han integrado:
“Yo tengo dos hijos”, aseguraba un sorayista militante, en una clara referencia a la necesidad de mantener su puesto de trabajo.
Sáenz de Santamaría debería seguir el camino que le marcó ayer María Dolores de Cospedal, la otra ganadora, junto con Pablo Casado, de la batalla por la sucesión. La exsecretaria general dió ayer un paso atrás y anunció que dejará la presidencia del PP de Castilla-La Mancha. Son otros tiempo y el saber irse con dignidad también es el reflejo de la talla política de los representantes públicos.
La viceenana, vicetodo y ahora VICEENANA, como ya presagie en mi GALERÍA DE TONTOS CONTEMPORÁNEOS, en el artículo dedicado a ella, tiene mal perder.
Es mala, rencoroso, retorcida y no digo traidora, pues realmente NO TIENE SENTIDO ALGUNO DE LA PATRIA O DE LA DIGNIDAD.
¡Sería como pedirle peras al olmo!
Pedirle dignidad a Soraya es como pedirle sentido común al okupa de la Moncloa… en fin. Desde que apareció bailando en ese ridículo programa de televisión era evidente que dignidad es lo que le falta. Pero lo peor es su maldad intrínseca
No solo eso. ¿Recuerdan ustedes aquel “posado” en El Mundo, con ropa negligee´, o como se diga, vamos con una especie de viso…, que daban ganas de salir corriendo?
Son pequeñas y feas, pero se creen que porque las hagan ministras, ya pasan a ser altas, delgadas y guapas…
Lo que más me llama la atención es que Rajoy insinuara que tiene un amante. ¿Pero de verdad puede haber alguien que le gusten los tarugos o adoquines…?