María Luisa y Carlos, parias en su propia tierra.

De haberse tratado de una pareja en situación ilegal, la indignación de la progresía estaría retumbando en las instituciones en que se halla presente. De no haberse tratado de una pareja española más, de otros dos parias en su propia tierra, partidos, oeneges y sindicatos estarían a estas horas sacándole los colores al Gobierno. De no haber sido dos de los miles de españoles que viven sin un techo, y a veces ni eso, las calles y plazas españolas estarían a estas horas anegadas por un tsunami de protestas en nombre de la solidaridad bien entendida como el negocio que hace a unos más iguales del resto que a otros.

De pertenecer a otro continente y a otra religión, una legión de falsos plañideros estarían ahora mismo lamentando su muerte y exigiendo dimisiones. De haber merecido el respeto que aquí se le niega a los nuestros, la situación de esta pareja habría ocupado portadas, llenado espacios televisivos y rasgado las vestiduras de los tertulianos más procaces. Ni siquiera su extrema pobreza es lo bastante elocuente para hacerle merecedor de las ayudas sociales que tan generosamente se concede a cualquiera que salte violentamente la valla de Melilla. Tampoco veremos a los concejales podemitas de Zaragoza practicando el postureo y exhibiendo sin pudor su moral de hojalata.

Por desgracia, sólo es el relato de dos indigentes españoles, y de ahí que se tengan ustedes que conformar con saber del caso por algún periódico de su ciudad o a través, cómo no, de Alerta Digital. Esto es España y así se lo seguimos contando.

Lo cuenta Heraldo. María Luisa y Carlos, una pareja de zaragozanos, viven desde el pasado mes de mayo en un coche que está aparcado en la calle de Gabriel Celaya, en el Actur. Ambos afirman que aunque tienen ingresos, nadie les alquila un piso y no quieren ir al albergue, como les han ofrecido desde el área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Zaragoza.

“Vivimos aquí desde mayo, cuando mi madre me echó de casa”, afirma María Luisa. La mujer, de 42 años, explica que ella padece crioglobulinemia, una enfermedad que limita los movimientos de sus manos. Su pareja, que sufre un trastorno bipolar, decidió no dejarla sola y vivir con ella en el coche. Ambos suman unos ingresos de unos 1.000 euros mensuales, porque tienen pagas reconocidas por sus enfermedades, pero su situación actual es de precariedad absoluta. “Hemos intentado alquilar un piso, pero como nadie nos avala no lo hemos conseguido”, sostiene la mujer.

El Ayuntamiento de Zaragoza tiene constancia de la situación de esta pareja. Fuentes del área de Derechos Sociales han indicado a Heraldo que tuvieron conocimiento del caso a través de la Policía Local, que había atendido las quejas de varias comunidades de vecinos cercanas al lugar en el que está aparcado el coche.

Desde la concejalía que dirige la vicealcaldesa Luisa Broto comentan que hace un tiempo que aplicaron con esta pareja el programa de erradicación del chabolismo. De hecho, apuntan que se les ha ofrecido el traslado al albergue municipal, pero la pareja ha rechazado el ofrecimiento. “Ya estuvimos en el albergue hospedados hace un tiempo y nos robaron. No queremos volver”, zanja María Luisa.

El Consistorio también ha dado traslado del caso a la Cruz Roja, para que sus técnicos visiten a la pareja e intenten mediar y realizar el traslado a una residencia digna. “Se les sigue intentando convencer para que dejen de vivir en el vehículo y vayan al albergue municipal”, añaden desde el Ayuntamiento.

María Luisa confirma que se ha acercado algún técnico a hablar con ellos, pero nada ha cambiado. “Aparte de un alquiler, lo que necesito es el tratamiento para mi enfermedad. Hago un llamamiento a algún médico que se quiera hacer cargo”, pide la mujer.

Mil enseres en un Megane

El Consistorio ha recibido las quejas de varias comunidades de vecinos de la calle de Gabriel Celaya, que han denunciando las condiciones “bochornosas” en las que está viviendo esta pareja desde hace más de tres meses a apenas 500 metros de la avenida de María Zambrano, la arteria principal del Actur.

Sillas de terraza, una piscina hinchable, un carrito de la compra, un patinete, decenas de garrafas de agua… María Luisa y Carlos han ido acumulando gran cantidad de enseres (la mayoría recogidos en los contenedores, según los vecinos) durante las últimas semanas en torno a su Renault Megane. De hecho, ayer mismo se quejaban de que la Policía Local les había obligado a tirar a la basura varias de sus pertenencias, entre las que había “productos de limpieza recién comprados”, porque María Luisa afirma que intenta tener los alrededores del vehículo lo más adecentados posible.

La pareja almacena sus pertenencias sobre el vehículo, amarradas con cuerdas y, al caer la tarde y bajar un poco el calor, los reparten por una zona ajardinada anexa y en las plazas de aparcamiento contiguas, aunque por la noche lo dejan todo recogido, según corroboran los vecinos de los portales cercanos.

“Presentamos varios escritos en el Ayuntamiento para hacerles partícipes de la situación y que tomaran medidas”, explica María Jesús B., una vecina de la zona. “Nos contestaron la semana pasada por escrito para decirnos que la Policía Local no puede hacer nada si no constatan una infracción de las ordenanzas municipales vigentes o de la ley de Seguridad Ciudadana”, agrega esta mujer. Fuentes policiales han confirmado a este diario que la Policía Local no puede desalojar a estas personas porque no están cometiendo ninguna infracción.

La pareja no ha generado conflictos graves con los vecinos en el tiempo que lleva viviendo en esta calle del Actur, según confirman ellos mismos y los vecinos. De hecho, todos los residentes en la zona con los que se ha puesto en contacto este diario han afirmado que conocían a la pareja antes de que comenzara a vivir en el coche porque antes ya residían en el barrio.

“Intentamos no molestar”

“Nunca nos han pedido comida: si vienen a por algo lo pagan”, señala el propietario de un bar situado a unos metros del coche estacionado.

“Intentamos molestar lo menos posible. Nos pasamos el día en el coche y salimos por la noche a asearnos y a lavar la ropa”, sostienen María Luisa y Carlos, que lamentan que hay vecinos que les han llegado a tirar cosas y otros que les han insultado, aunque ellos no le dan mayor importancia y lo que realmente quieren es conseguir un piso para dejar de vivir en su Renault Megane.

Y CIEN INMIGRANTES… ALOJADOS EN HOTELES DE ZARAGOZA

Inmigrantes ilegales alojados en hoteles de Zaragoza.

Paralelamente al drama de esta pareja española, casi un centenar de inmigrantes llegados ilegalmente residen desde hace unos días en hoteles de Zaragoza y su entorno. Concretamente 85 inmigrantes, en su mayoría subsaharianos, que han sido alojados por dos de las organizaciones, Cruz Roja y Accem, que gestionan en la Comunidad el programa de acogida humanitaria de inmigrantes del Ministerio de Empleo y Seguridad Social (transformado por Pedro Sánchez en la cartera de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social), cuenta el mismo rotativo.

Ambas entidades han hecho un esfuerzo en aumentar las plazas estables con las que cuentan para atender la demanda que está llegando, ante el desbordamiento de los pabellones y las instalaciones de Andalucía. Y la cifra puede aumentar. El tercer organismo que trabaja en este tipo de proyecto, la Fundación Cepaim, ya ha llevado a cabo un estudio para valorar la posibilidad de ampliar sus recursos estables de 20 plazas en Zaragoza.

Apenas unos días bastaron para que Cruz Roja llenara el centro que estrenó en la capital aragonesa el pasado mayo. Y desde entonces ha incrementado sus plazas de 30 a 36 y recibe también a mujeres, aunque inicialmente no estaba previsto. En la última semana de julio ha atendido además a 46 hombres derivados desde la comisaría de Motril. Los ha alojado en hostales, en los que cuenta con medio centenar de sitios disponibles en el servicio de traslados no localizados. “El flujo de llegadas es brutal, la mayoría vienen de países subsaharianos, pero en el último grupo había un chico de las islas Comoras, lo que da una idea del periplo que tienen que llevar a cabo”, cuenta el responsable de Intervención de Cruz Roja en Zaragoza, Julián Martínez.

Accem también tiene completas las 12 plazas con que cuenta en la capital aragonesa en dos pisos. El 25 de julio recibió un autobús con 39 hombres procedentes de Tarifa, Jérez y Algeciras que están viviendo en pensiones. Estos dispositivos extraordinarios se mantendrá hasta octubre, cuando se prevé que descienda el número de migrantes que llegan por mar.

“A algunos nos gustaría quedarnos en España y los que tienen familiares o amigos en otros países, como Francia, prefieren continuar su viaje”, cuenta sobre sus planes de futuro el camerunés Bondima, de 30 años.

El protocolo a seguir

Sobre el papel, estos migrantes pueden permanecer un máximo de 14 días en este dispositivo. “Ahora mismo están en una situación de vulnerabilidad y se trabaja con ellos sus necesidades más básicas. Hay que valorar cada caso”, explica la coordinadora de Accem en Aragón, Julia Ortega. Algunos proseguirán su periplo vital, otros pasarán al programa de acogida de tres meses ­–ampliables hasta seis– allí donde haya una plaza e incluso pueden integrarse en el de refugiados – por regla general tiene una duración de 18 meses prorrogables a 24– si cumplen las condiciones.

Por su parte, Cruz Roja y Accem han tenido que ampliar sus equipos de trabajadores sociales, educadores y monitores para atenderles.