De aquellos barros liberalizadores…
(R) Me da que no encontrarán la cita en ningún ensayo de teoría económica, pero sin fortaleza moral no hay pueblo ni nación que tenga fortaleza económica ni capacidad efectiva para enfrentarse a los problemas acarreados por una crisis tan severa como la actual. Es cierto que la crisis financiera amenaza con derrumbar el mundo que tenemos, pero la solución no puede venir sólo de los remedios económicos que se aprueben en las cumbres internacionales, sino, sobre todo y sobre todos, de las respuestas éticas.
El capitalismo sin alma se encuentra en crisis terminal porque no halla soluciones razonables a sus dilemas, siendo el más importante la necesidad de que unos pocos renuncien a parte de sus beneficios y a la disputa con hambre canina de todo lo que tenga un valor canjeable. Hasta la dignidad y la honra ajenas. No hubiésemos llegado a esta situación sin el sustento de ese laicismo militante que todo lo termina corrompiendo. Porque el principal riesgo del laicismo extremo, al convertir las ‘necesidades’ materiales del hombre en el eje motor de su existencia, termina siendo su incapacidad para responder a cuanto requiera compromiso moral o esfuerzo solidario.
Cuando el objetivo trascendente de la vida pasa a convertirse en una fría estadística según la cual, a mayor número de televisores de plasma o de automóviles por unidad familiar, mayor progreso social, al final se crean desequilibrios sociales, económicos y morales de muy difícil reparación. La barbarie, que es intrínseca al capitalismo sin alma, lleva años reforzándose hasta límites insospechados bajo la dictadura del dinero al servicio de las actividades especulativas de unos pocos y no del bien común. El sueño del progreso y desarrollo sin límite, que beneficiaría a todos los países del planeta, se ha venido definitivamente abajo. Todos los componentes del proyecto modernizador están en crisis: la aconfesionalidad de los Estados, el mercado autorregulador y la fe en el mito del Progreso (la nueva religión occidental desde el siglo XVIII), que se camufla bajo apariencias de servicio público, y que se sustenta en la potencialidad del desarrollo sin fin de la ciencia y la tecnología, lo que no ha sido capaz de impedir ese sustrato de infelicidad creciente en este Occidente vacío y desnortado.
En nombre del progreso y de las ideologías surgidas en el siglo XVIII se ha generado una civilización occidental cada vez más egoista y entrópica, incapaz de corregir su camino hacia el caos. Los llamados progresistas tal vez deberían explicarnos por qué en nombre de todas esas panaceas antropológicas que nos anunciaron ha desaparecido la idea de futuro, que ha devenido un repertorio de temores, escepticismos y supersticiones más que de esperanzas en un mundo mejor. El tiempo parece abolido por el instante. Ha perdido sentido, parece, cualquier proyecto colectivo a largo plazo. Occidente se aferra a la inmediatez que les ofrece esos falsos charlatanes que preconizan un mundo mejor sobre el mismo campo moral de ruinas que nos ha llevado a la situación presente. Se refuerza el laicismo extremo, el agnosticismo en la población, el relativismo en las escuelas, el consumismo irracional y los mecanismos de opresión de las partitocracias occidentales, y con ello seguirá naufragando cualquier posibilidad de que el sistema tenga la más mínima capacidad de reformarse para hacer frente a la crisis que le acosa, pues su propia lógica se lo impide.
Occidente ha acabado por perder el sentido de la realidad y la miseria espiritual propia de la modernidad ha quedado patente. Máxime ahora que han nacido generaciones que ya no distinguen la realidad de la ficción, una ‘play station’ de un rinoceronte. La realidad virtual desplaza cada día más a lo real, ocupando más espacio real lo falso que lo verdadero. Sólo en un mundo tan desorientado y perdido podría haber hallado cobijo un líder tan inútil, tan mediocre y tan perverso como Pedro Sánchez.
Se está a punto de abolir el ser humano autónomo, y sobre todo su dimensión interior, en favor del ciudadano autómata y fácilmente manipulable, cuya respuesta a los desafíos morales, económicos y existenciales ha sido concebida en los laboratorios de las ideologías que nos hablan de futuro y de progreso. A ello se suma el que la lógica del capital sin alma ha roto en gran medida los lazos sociales, familiares y comunitarios, lo que nos ha llevado a que todos los miembros de la sociedad se entreguen sin desmayo a perseguir el beneficio propio individual. Ello hace muy difícil que se tenga capacidad colectiva para enfrentarnos a la crisis de la modernidad. Occidente parece como si estuviera disolviendo la razón en nombre de la cual se fundó, lo que sin duda profundizará su crisis. La tan cacareada modernidad laica ha dejado atrás hace tiempo su impulso ascendente y creador, para entrar en un ciclo declinante y nihilista. Y eso no hay cumbre del G-20 ni Banco Central Europeo que lo corrija.
El ser humano moderno construido desde las ideologías en boga, bajo la lógica del capital, ha fracasado en su pretensión de sustituir a Dios. No es ni será posible detener nuestra marcha imparable al caos sin construir antes nuevos ámbitos de comunidad, de identidad nacional, de apoyo mutuo, de relaciones sociales y de regeneración de géneros. Y como parte de ello es urgente elaborar un pensamiento crítico en torno a esas ideas que nos han llevado a donde estamos, rehaciendo todos esos conceptos que en nombre del progreso, del igualitarismo y de la multiculturalidad han provocado desazón y agigantado la hondura de la crisis de una sociedad incapaz ya de alumbrar a genios como Beethoven, Cervantes, Miguel Ángel o Mozart.
Las partitocracias laicas, cercenadas por la corrupción, son ya incapaces de reclamar con autoridad otras relaciones, otros compromisos, otras soluciones. Podemos aceptar acuerdos comerciales menos buenos para nosotros, pero más justos. Podemos buscar mayores inversiones solidarias y menos rendimientos especulativos. Podemos ofrecer más diálogo y menos imposiciones por la fuerza. Sobre todo podemos no resignarnos.
No habrá forma de acabar con la especulación financiera, con la corrupción, con el mestizaje cultural, con el terrorismo, con el tráfico de drogas, con la sinrazón de las feministas radicales, con la cultura de la muerte, con cualquiera de esas pandemias sociales que azotan a la sociedad occidental hasta hacerla irreconocible si su erradicación no surge desde la conciencia de cada hogar y no desde unos parlamentos y desde unos gobiernos incapacitados ya para nada grande. Se utiliza lo que ellos llaman la expresión popular para pretender arramblar con lo mejor de la conciencia humana, con esa fe incorruptible que soterra el modelo de cualquier jefe de Estado, de cualquier sistema de gobierno o de cualquier moda orientada a la suplantación del orden natural.
Espero que no sea demasiado tarde para que los ciudadanos occidentales recuperen su capacidad autónoma de pensar, de decidir, de creer y de consumir al márgen de las fórmulas tradicionales que se nos propone desde nuestros Estados aconfesionales. Poder reconstruir nuestro futuro sobre bases trascendentes y no sobre las cenizas que deja a su paso la expansión del proyecto modernizador. Justamente lo que pretenden las ideologías liberales, ante la resignada mirada de millones de incautos de todo el mundo. Más madera.
Estimado D. Armando, aunque no sea lo que cuento relativo a su redacción “De aquellos barros liberalizadores”. He encontrado un video que merece la pena escuchar y darle profusión periodistica, porque de ser verdad y el que suscribe ha corroborado en el BOE lo que dice. Estariamos ante la venta de España al especulador George Soros, que aprovechando la debilidad de un gobierno titere, lo primero que ha hecho es reunirse con su cabecilla para ponerle clara las cosas. ¿Por eso se reune Sanchez en secreto?. Deberia dimitir ya. Un saludo cordial y sigamos en la misma linea.
https://www.youtube.com/watch?v=ZJJUU6AgGU4&t=404s
El comentario del firmante Resino mucho más atinado que el del comentarista Sr. Robles. Es verdad ¿Dónde está el liberalismo en España y a nivel occidental? Lo que existe y se está extendiendo es un socialcomunismo, ya, hasta en el vaticano existe esa misma idea. Si existiera algo más liberalismo y menos estado, a todos nos iría un poco mejor.
No a todos, en eso se basa el capitalismo, si no es comunismo, y D. Armando esta hablando de justicia y valores, un ejemplo de media tarde con la calo y sin siesta, si son cuatro en una isla desierta y hay que coger las cuatro manzanas del unico arbol que existe, uno trepa bien y llega a dos, otro fabrica una vara y llega a las dos que quedan, otro diArmandola isla es suya y por lo tanto el arbol es suyo, y el cuarto no ha hecho ni dicho nada, el que dice que el arbol es suyo… Leer más »
Los rojeras le están haciendo el trabajo gratis al gobierno mundial.
Solo han tenido que inculcarle el dato falso de que “los fachas son malos” y a partir de ahí estos desgraciados ya no son capaces de pensar con coherencia.
Da igual aunque una persona mostrara la verdad sin fisuras ,ellos no la verían,porque piensan de entrada con un dato incorrecto para sacar conclusiones.
Así que ahí están apoyando ideas destructivas aunque se mueran en el intento sin ver la manipulación a la que están sometidos.
La crisis que sufre Occidente la ha generado el SOCIALISMO DE TODOS LOS PARTIDOS, y no un capitalismo que no existe en ninguna parte. Hay que leer e instruirse. Le recomiendo al señor Robles que lea Camino de Servidumbre y La Fatal Arrogancia de Hayek. El capitalismo no se aplica en ningún sitio. En todo Occidente se aplican distintos grados de socialismo, empezando por la manipulación del dinero y de los tipos de interés desde órganos de planificación central (bancos centrales), manipulación que esté en el origen de la crisis económica, junto con el descomunal tamaño de un estado insostenible,… Leer más »
Eso seria si todo el mundo fuera “bueno” y existiera un techo de “acaparamiento individual” basado en la población y el valor de las cosa, que por otro lado, es lo que quiera pagar uno por ella, correcto solamente, si el pago solo se hiciese con trabajo o bienes tangibles, los males del capitalismo es que se basa en dinero fiduciario cambiable por trabajo o bienes tangibles, quienes manejan los mercados imponen las reglas. Es como entrar en una partida de monopoli donde 4 tienen todos los edificios y la banca ademas puede imprimir billetes, te dejan jugar si vas… Leer más »
Excelente articulo D.Armando, España es catolica y Dios debe estar en el centro en la vida de los hombres, la iglesia y el estado unidos, pero la iglesia autentica, la del concilio de Trento.
Es cierto que vivimos en la época del dominio del anticristo, si pensamos que ese anti es todo lo anterior descrito por el señor Armando. Para llegar al cielo, antes tienes que conocer el infierno. Quizás, las vivencias actuales desemboquen en toda una revolución social, cultural, económica, etc. que nos conduzcan a un renacer y una elevación, ya que conocemos la caída y la muerte.
Esto solo se arregla de una manera una guerra mundial y vuelta a empezar.
Cometiendo los mismo errores por supuesto.
Impresionante don Armando, efectivamente es así. Tan sencillo como cumplir la ley de Dios. Hay que dar al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, pero el César y la comunidad también son de Dios por lo tanto la política y el Cesar deben estar al servicio de Dios y al servicio de la eternidad.
Suscribo el fondo de este articulo y extraigo: “sin fortaleza moral no hay pueblo ni nación que tenga fortaleza económica ni capacidad efectiva para enfrentarse a los problemas acarreados por una crisis tan severa como la actual”, efectivamente, y esa fortaleza moral sólo la podemos encontrar si volvemos a colocar la moral de Dios por encima de todo y al que después se deben todos nuestros actos, como las leyes que nos regulan como sociedad. La ideología de hoy pone al hombre como el centro, como la medida de todas las cosas, quien decide lo que está bien o lo… Leer más »