En defensa de Rajoy
Rafael Padilla (R).- Sospecho que lo que sigue no va a satisfacer a casi nadie. Pero la primera responsabilidad del opinante es describir la realidad como él la ve. Ahora que a Rajoy le llueven, desde fuera y desde dentro de su filas, las más duras críticas, quizá convenga atenerse a la fría objetividad de los hechos: el 155 ha cumplido su función, que por supuesto no era ganar las elecciones ni hacer desaparecer al independentismo, sino detener la deriva de una profunda crisis de Estado que, por momentos, se presagiaba convulsa y sangrienta. Tras el 21-D, si algo parece claro es que el golpismo ha perdido, que se aleja del imposible discurso de la unilateralidad, y que la tan cacareada mayoría soberanista sólo sobrevive en la extraña matemática de una pésima ley electoral.
A Rajoy, como poco, habrá que reconocerle el mérito de haber asumido el reto sin pensar en el interés de sus siglas, con el rigor y mesura exigibles a quien aspira a ser hombre de Estado. Es cierto que la debacle electoral del PP ha sido inapelable; también, que esos resultados comprometen su próximo futuro en el resto de España; pero, tal y como estaban las cosas, con las calles de Cataluña a punto de arder, el haber llegado hasta aquí sin muertos ni heridos, con la Justicia cumpliendo estrictamente su función y la sociedad catalana instalada en una mínima normalidad, no debiera considerarse un logro menor.
Quizá por contraste el horizonte se visualice mejor. Plantéense la misma coyuntura con los presidentes anteriores: González, intuyo, habría serenado el furor nacionalista con la tila, mágica y cara, de nuestros dineros; Aznar, hombre de impulsos radicales, tal vez no hubiese dudado en ocupar militarmente el territorio rebelde; con Zapatero ni les cuento, el Principado estaría a punto de celebrar un sexenio de independencia.
Nada de esto ha ocurrido. Los ritmos de Rajoy son inescrutables. El partido continúa. Del procés hemos pasado al proceso. Más allá de las urnas, la legalidad sigue su lento camino, los jueces perseveran en su trabajo y la Constitución conserva su inalterada vigencia. Hay quien dice que el 155 llegó demasiado tarde y las elecciones demasiado pronto. Eso es no entender la lógica de don Mariano: él, maestro del mal menor, sabe que no se equivocó. Aunque en Génova lo maldigan y en el Parlamento lo lapiden, acaso por su exasperante templanza, su incoloro sentido del deber y su galleguismo irredento, España aún es España.
El voto “útil” es el más inutil de todos, y esto ha sido votar a Mariano o a su partido.
La ley D’ Hondt es injusta. Tiene que haber un circunscripción única para toda España en las Elecciones Generales, y una circunscripción única para cada región en las Elecciones Autonómicas. La obtención de escaño debe ser por proporcionalidad directa.
Los sistemas proporcionales de listas no son representativos. Pues alguien confecciona y elige a nuestros “representantes” y el votante sólo lo refrenda. Se generan oligarquías de partidos de poder piramidal. El sistema “democrático” español es lo más parecido al cesarismo romano en plan cutre. No es obligatorio ser diputado para ser jefe de gobierno o ministro. Eso no es un régimen parlamentario verdadero. sino un sistema pseudo-presidencialista. Hacer una lista única bloqueda y cerrada de 350 nombres sería aún mucho peor. El sistema electoral debería basarse en 400 distritos uninominales de elección mayoritaria a doble vuelta, como en Francia. La… Leer más »
Si hubiese actuado cuando debía, no se hubiese llegado a ésto. Ahora bien, quien provocó un daño tal vez irreparable, fue el personaje más nocivo y más tóxico de la España de los últimos años: el cuenta-nubes, el de “España es un concepto discutido y discutible” el de “la Tierra, no pertenece a nadie, salvo al viento” Y como premio, está viviendo como un rajá, a costa nuestra. Cuando debería estar picando piedra en una cantera.
Yo más bien diría que “pese a Rajoy” España continúa siendo España. Porque no creo que a lo largo de la historia de la humanidad, ningún mandatario haya contado con más apoyos internacionales y de cualquier otro tipo para ejercer la labor que como presindente le correspondía. Si exceptuamos al perroflautismo y su hispanofobia endémica, creo que el resto del mundo hubiera apoyado cualquier maniobra de las que contempla nuestra infame constitución para estos casos. Incluyendo la fuerza y el estado de excepción y guerra. En lugar de suturar la artería se ha limitado a poner una tirita, tal como… Leer más »
Rajoy se ha limitado a poner una tirita sobre una sucia herida para ocultar la lesión a simple vista. Pero la lesión sigue bajo la tirita, aun peor, infectada y gangrenándose. Mal cirujano es Mariano; su intervención superficial y cosmética no ha sido suficiente para detener el proceso gangrenoso que subyace, el cual exigía un completo desbridamiento y limpieza, además de antibioterapia intensiva. Así, el paciente sigue deteriorándose. Y tampoco ahora el cirujano tendrá la valentía de recurrir a la amputación. Está condenando al paciente a una muerte por fallo multiorgánico, cuando pudo solucionar la tragedia con una intervención a… Leer más »
Totalmente de acuerdo con usted.
EL RAJAO solo actuó después del discurso real del 2 de octubre, creo recordar, donde el Rey dijo que hasta aquí hemos llegado.
POR CIERTO,LA PRIMERA Y ÚNICA VEZ QUE HE VISTO COM,PORTARSE AL ACTUAL REY COMO UN AUTÉNTICO JEFE DE ESTADO.