Rafa Nadal aplasta a Juan Martín del Potro y es finalista del US Open
¿Qué pasaría por la cabeza de Rafael Nadal, sentado en su silla de la pista central del US Open? El número uno mundial acababa de ceder el primer set de la semifinal del torneo neoyorquino contra Juan Martín del Potro, y se despegó de su asiento convertido en un vendaval que se llevó por delante al gigante argentino en las siguientes tres mangas (4-6, 6-0, 6-3, 6-). Quizá meditó un cambio de estrategia. El primer set lo dedicó a hollar el revés del tenista de Tandil, su supuesto talón de Aquiles, con la intención de evitar su derecha demoledora, quizá el mejor especialista en ese golpe del circuito. Una y otra vez, Nadal mandaba pelotas a ese lado, favorecido por su derecha cambiada. Pero a Del Potro no le temblaba el pulso y las devolvía una detrás de la otra. Sin demasiado peligro, pero con consistencia, el argentino se convirtió en un frontón que desesperaba a Nadal. Cuando podía, Del Potro se colocaba sobre la derecha y mandaba latigazos. Si Nadal trataba de presionar en la red, el argentino era capaz de pasarle por ambos lados. Con 2-2 en el marcador, una combinación de errores de Nadal y un par de buenos gestos de Del Potro fueron suficientes para que este consiguiera romperle el saque y después, con paciencia y solidez, se embolsara el set.
«Sabía que tenía que cambiar algo. Tenía que moverle más, ser menos predecible», reconoció el mejor jugador del mundo tras el partido desde la pista. Y tanto que lo hizo. Le dejó de dar miedo mandar bolas a la derecha de Del Potro, devolvía sus cañonazos planos con reveses igual de contundentes, le desplazaba de un lado a otro. Además, pescó golpes imposibles, subió a la red con seguridad y sacó con mucha consistencia. Ganó nueve juegos seguidos, sin apenas resistencia de Del Potro, superado por la intensidad y la agresividad del de Manacor. El argentino parecía jugar fuera de tiempo: encadenó cuatro cañas casi seguidas, no llegaba a bolas que parecían fáciles. ¿Tenía problemas Del Potro o simplemente Nadal le sacó del partido?
Desde esa reacción, el partido fue cuesta abajo para Nadal, a pesar de algún zarpazo puntual del argentino y de los gritos de ‘¡Delpo, Delpo!’ que venían del gallinero de Arthur Ash. «Era un cambio anunciado», explicó Nadal en rueda de prensa sobre el vuelco de su estrategia. «Lo había hablado con el equipo, tampoco podía enrocarme en su revés si no funcionaba», dijo.
Nadal cumplió la mitad del sueño de una final española en Nueva York, la misma semana que se confirma que España tendrá a partir de este lunes el número de uno en el ranking mundial masculino y femenino, con el ascenso de Garbiñe Muguruza a pesar de su derrota en octavos. Pablo Carreño, una de las sensaciones del torneo, fue muy inferior al sudafricano Kevin Anderson, que se verá las caras con Nadal en la gran final este domingo. «Es un jugador de máximo nivel y más en estas condiciones» ha dicho del rival que le separa de su decimosexto Grand Slam. «Está sacando muy bien y jugando muy agresivo. Tengo que cambiar ritmos, un poco similar a lo de hoy».
Carreño se queda a las puertas de la final en Nueva York
El primer juego de la semifinal entre Pablo Carreño y Kevin Andersonestaba programado para concentrar lo que sería el partido. El gigante sudafricano, desde la atalaya de sus 2.03 metros de altura, descargó dos saques directos, otro en el que Carreño solo pudo tocar la bola con su raqueta y un peloteo que el tenista asturiano perdió. Juego en blanco para Anderson. El resultado final no fue tan contundente para Anderson, que pasó a la final del US Open en cuatro sets (4-6, 7-5, 6-3, 6-4), pero eso juego inicial sí marcó de alguna forma la tónica del partido: el sudafricano, número 32 del mundo hasta el Grand Slam neoyorquino, dominó desde su formidable saque, pero también con una mayor agresividad desde el fondo de la pista.
Carreño, de 26 años, trató de basarse en el tenis que le ha permitido llegar por primera vez a unas semifinales de un grande. Un juego sobrio, mínimo de errores, sin arriesgar desde el fondo y consistente en su saque. Funcionó en el primer set, a pesar de un arranque en el que parecía que le costaba mas que a Andersan mantener su servicio. Con el marcador 3-3, se adelantó 15-40 para tener dos bolas de ‘break’. Aprovechó la segunda con un revés errado de Anderson, que se marchó lejos de la línea de fondo. Una combinación de buenos servicios en la recta final le permitió consolidar la ventaja y embolsarse la primera manga.
Pero ya entonces el sudafricano daba sensación de poder más que Carreño. La solidez de los peloteos que Carreño ha tenido durante el torneo desapareció con la agresividad de Anderson. La sorprendente fortaleza mental que tuvo en otras rondas del torneo también faltó aquí, a las puertas de una final. Quedó patente al final del segundo set, donde el gijonés, perdió con una doble falta la posibilidad de forzar el tie break. Anderson no tuvo esos problemas, aunque también era para él la primera vez en unas semifinales de Grand Slam. En las pocas ocasiones en las que su servicio -rondando siempre los 200 kilómetros por hora- no le permitía ganar el punto, sus golpes desde el fondo de la pista resultaron acorralaron al asturiano. Ocurrió por ejemplo en el punto definitivo del segundo set, el que arrancó la remontada de Anderson. Desplazó de lado a lado a Carreño con derechazos de mucho ángulo, hasta sacarlo de la pista.
El 83% de las veces que Anderson conectó su primer servicio se llevó el punto. Pero además fue mucho más combativo con la bola en juego: tuvo muchos más golpes ganadores (58) y errores no forzados (43) que Carreño. Su apuesta por un juego más conservador (21 golpes ganadores y 25 errores no forzados) no funcionó.
Así discurrieron el tercer y el definito set, que fueron camino de Johannesburgo, donde Anderson nació hace 31 años. La última fase del enfrentamiento solo sirvió para soñar con una remontada épica. Ambos intercambiaron peloteos interminables, presionados para no cometer errores. Falló más Carreño y no hubo posibilidad de milagro. Antes del partido, el asturiano reconocía en una entrevista con ABC que la clave para ganar a Anderson era «intentar dominar, atacar tú a la pelota antes de que te ataque él». Por desgracia, a pesar de que lo peleó con fuerza, no fue capaz de conseguirlo. Era la tercera vez que el español se enfrentaba a Anderson y no fue la vencida. Pero deja un regusto de jugador serio que no debería haber jugado su última final de Grand Slam.