El Padre Pío: apóstol de la misericordia
El colaborador de AD y escritor de libros católicos Laureano Benítez Grande-Caballero impartirá en Madrid una conferencia sobre el Padre Pío de Pietrelcina, santo sobre el cual el autor ha publicado ya tres libros, que pueden verse y adquirirse en www.santopadrepio.com
Tendrá lugar el lunes 22 de mayo, a las 19 horas, en la basílica de Jesús de Medinaceli, situada en la Plaza de Jesús de Madrid.
Durante la conferencia, cuya entrada es libre, se proyectarán vídeos del santo, y se expondrá una reliquia de primer grado, con sello de autenticidad.
El Padre Pío (1887-1968), es un santo mundialmente conocido porque llevó los estigmas de Cristo durante 50 años, siendo el único sacerdote estigmatizado de la historia de la Iglesia, y la persona que más tiempo llevó las llagas de Cristo. Además de los estigmas, fue portador de muchos otros dones místicos, como éxtasis, clarividencia, profecías, bilocaciones, olor de santidad y curaciones milagrosas. Los incontables milagros que protagonizó ?y sigue protagonizando? le convierten sin lugar a dudas en el santo más prodigioso de la Iglesia, y en el más popular, ya que es el santo al que más se invoca actualmente para conseguir el favor divino.
Su tumba en san Giovanni Rotondo, en el sur de Italia, es visitada por cerca de 8 millones de peregrinos, con lo cual es el segundo santuario más visitado de la Cristiandad, sólo por detrás del santuario de Guadalupe, y por delante de la mismísima Basílica de san Pedro. Por todo el mundo hay más de 3000 Grupos de Oración del Padre Pío, movimiento fundado por él mismo, que cuentan con más de 3 millones de fieles.
Esta enorme marea de peregrinos, este fenómeno de conversión de masas, único en la historia de la Iglesia, muestra a las claras que el mundo tiene hambre y sed del Dios vivo, del Dios que se encarnó en Jesús, del Jesús que sigue vivo y presente en el mundo.
El Padre Pío vino a llenar el «vacío de Dios» que sufre el mundo contemporáneo, a hacer presente al Jesús vivo y resucitado, que se manifestaba a través de él, que volvía a sangrar en sus estigmas, que volvía al Calvario en sus eucaristías, que retornaba para sanar a los enfermos, para salvar almas en el ministerio de la confesión.
No fue un teólogo, ni un erudito, ni ocupó cargos de autoridad, ni tuvo títulos, ni escribió libros. Nunca salió de su convento: era un simple sacerdote que decía misa y confesaba. Un sacerdote que practicó en grado heroico las virtudes cristianas.
Pablo VI resumía la figura del santo de los estigmas con estas palabras: «¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! ¿Por qué? ¿Quizá porque era filósofo o sabio o tenía medios a disposición?… No, sino porque decía Misa humildemente, y confesaba desde la mañana hasta la noche… ¡Era un hombre de oración y sufrimiento!».
Sus misas duraban tres horas y siempre las daba en latín. Confesaba durante 16 horas diarias, y rezaba cuarenta y cinco rosarios al día, según sus propias declaraciones. Tenía el don de la bilocación, de la penetración de conciencias, de profecía, de curación, los estigmas… Un santo de primer orden. Recomiendo a todo el mundo la película “Padre Pío” (2000), del director Carlo Carlei y con Sergio Castellitto.