Laureano Benítez Grande-Caballero.- En el akelarre podemita de Vistalegre ?que podía haber sido incluido perfectamente en la serie de pinturas negras goyescas?, hubo un detalle sumamente revelador de la naturaleza de esta banda bananera quien no ha sido puesto suficientemente de relieve: la ausencia total de banderas españolas. Nada nuevo bajo el sol.

Y yo me pregunto cómo es posible que la cuarta parte de la población española vote a una chusma antipatriótica, que coleguea con etarras, despotrica contra todo lo hispano, reniega de nuestros valores tradicionales, y proclama «urbi et orbe» el derecho de autodeterminación de las autonomías, porque, al parecer, está en las señas de identidad del republicanismo anticapitalista que profesan. Y en la órdenes que les han dado el NOM, claro.

Esto me recuerda al chiste futbolero que solía contar mi padre: dos paisanos están en una animada tertulia sobre fútbol, cuando uno pregunta al otro cuáles eran en su opinión los mejores jugadores españoles. Su interlocutor contesta: «Pues Di ’Stéfano, Kubala, Puskas…». Ante esta retahíla, el otro exclama irónicamente: «¡Españolísimos!».

Cuando Pedro Sánchez aceptó la secretaría general del PSOE lo hizo en un escenario en el cual se proyectaba una gigantesca bandera española. Más tarde, sin embargo, guiado por su desmedida ambición de ser presidente del Gobierno, pactaba en secreto con los antisistema y con los secesionistas. ¡Españolísimo! ?por cierto, ¿cuántas banderas españolas ven ustedes en los mítines de los sociatas??. Patxi el López también ha afirmado que pactará con los nacionalistas. ¡Españolísimos, oiga!

El exJEMAD Julito lanzó al mundo aquella enorme chorrada de que desde su avión había visto mucha miseria . Yo le preguntaría, sin ánimo de ofender, si acaso también vio algún secesionista desde su moderno aparatito. Pues que Dios le conserve la vista a este otro españolísimo.

Los izquierdosos ?y los derechosos liberales también, oiga? acusan agresivamente de «fachas« y «racistas» a quienes opinan que las ayudas sociales hay que otorgárselas primero a los españoles necesitados. Como se ve, más españolísimos.

Silban el himno de España y queman banderas, pero ante estos delitos los jueces repiten en el mantra predilecto de la progresía: o sea, que eso es libertad de expresión, que para algo estamos en una democracia. ¡Españolísimos!

También quieren estos radicales antisistema quitar las vallas de Ceuta y Melilla, eliminar aduanas y fronteras, para que los inmigrantes ilegales invadan nuestras ciudades, afirmando además que tenemos que mantenerlos con nuestros impuestos por aquello de los derechos humanos. Más españolísimos, que se eleva a la máxima potencia con el welcomeo a los refugiad@s.

Españolísimos también son cuando se van de pintxos con los Otegi y compañía, paseándolo como una hermanita de la caridad con cara heidiana por los versallescos salones de Europa.

Pero en lo que sí es españolísima esta banda radikal es en la pulsión que mueve tanto su ideología como su praxis: el odio, el rencor… la españolísima envidia ante los que tienen y son más que ellos porque se lo ha merecido con su trabajo, su esfuerzo y sacrificio, guiados por su continuo afán de superación, mientras una parte significativa de los españoles ?mayoritariamente jóvenes? que votan a los antisistema se han dormido en los laureles, abrazando farolas, ninis de los que he conocido a montones en mis largos años de educador, frustrados de todo pelaje y condición que no soportan a «los de arriba», y por eso quieren machacarlos a impuestos para que los mantengan con el fruto de su trabajo. ¡Españolísimo!

Ya lo dijo el gran Ortega y Gasset: «La rebelión sentimental de las masas, el odio a los mejores ?la escasez de éstos?: he ahí la razón verdadera del gran fracaso hispánico».