¿Elecciones en Galicia? (I)
Carlos Mallo.- Por fin ha comenzado definitivamente la campaña electoral en las comunidades gallegas y vascas, que lejos de poner fin al nefasto espectáculo vivido durante estos dos últimos años, continúan como si de una de una pesadilla interminable se tratara, por cuanto, la ciudadanía está totalmente cansada de acudir a las urnas, escuchar de forma repetida las falsas promesas electorales, las ansiadas propuestas de libertad, igualdad y esperanza y ofrecimientos incumplibles generalistas al aire.
A día de hoy, ante el fracaso de los dirigentes nacionales en la conformación de un gobierno para España, la celebración de las elecciones autonómicas en Galicia incrementará el gasto económico de la maltrecha economía española, acrecentar la profunda deuda pública y, cuando menos, modificar todo para continuar con lo presente.
En estos momentos ante una futura decisión a adoptar por los gallegos, dos son las notas que definirán el próximo 25 de septiembre, que son, por un lado, el hartazgo general ciudadano ante la incompetencia de la totalidad de los grupos políticos y en segundo lugar, el sistema determinado para la conformación del propio parlamento gallego.
En primer lugar, la falta de motivación de todos los gallegos, e incluso vascos, con la celebración de la cita electoral demuestra que el sistema político se encuentra en sus horas más bajas, dado que el sin gobierno oportunista profundamente ocasionado por todos los líderes y agrupaciones políticas desinteresadas (al menos, de los cuatro grupos parlamentarios con mayor representatividad), salvo por su silla, sueldo e indemnización determinan la permanencia.
A lo anterior, deberá añadirse la inoperancia de los gobernantes actuales que, lejos de resolver los problemas, realmente anuncian a viva voz, las palabras de Groucho Marx acerca de que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”, e incluso, añadiéndose a lo anterior, no estando totalmente satisfechos, se meten en charcos de corruptelas y luchas internas para evidenciar su poder, por medio de mentiras, falsedades e invenciones de carácter múltiple.
Como por ejemplo el del supuesto nombramiento de dos supuestos representantes de España en el Banco Mundial con pasados de dudosa reputación y actuaciones bastante cuestionables, con la justificación del apoyo público y notorio de las agrupaciones popular; o, por ende, la intervención de varios ex – dirigentes socialistas en estados latinoamericanos que lejos de intentar resolver la confusa política española, aconsejan a otros sobre asuntos de mayor complicación de resolución.
En segundo lugar, la segunda nota definitoria aplicada para Galicia presenta particularidades en cuanto al sistema de elección del Parlamento Gallego basado en el sistema democrático impulsado por Don Victor D’Hondt en base a la provincia, al que deberán adirse el límite del 5% del censo electoral de la circunscripción, intencionadamente introducido desde tiempos de Don Manuel Fraga Iribarne, para evitar supuestamente la pérdida de votos hacia formaciones minoritarias.
Por tanto, cualquier partido político que se presentara a las elecciones gallegas debe superar la vergonzosa barrera del 5% para obtener representación en el Parlamento de Galicia, lo cual es necesario si la formación política desea participar del reparto de gastos y subvenciones en el futuro, tal y como dispone el Título VI de la Ley 8/1985, de 13 de agosto, de elecciones al Parlamento de Galicia.
En cuyo caso, por si no fuera poco, el impedimento de entrada unido generalmente al carácter conservador del electorado como han demostrado los últimos resultados electorales, implican obviamente la necesidad de crear agrupaciones políticas de ideología diferenciada y de difícil aceptación pública, salvo por las operaciones de marketing realizadas.
Una vergüenza exhibir ese cuadro como su fuese la imagen de Dios. Los borregos y los parásitos interesados así actúan mostrando veneración a “su amado líder”.
“Los políticos no son nada sin pueblo al que saquear,y el pueblo puede vivir mejor y holgadamente sin políticos…”