Reproducimos por su enorme valor emotivo la conmovedora carta enviada por Mari Carmen Triviño, fiel lectora de AD, a la viuda del torero Víctor Barrio. El novio de la autora se suicidó recientemente víctima de la Ley de Violencia de Género luego de las reiteradas denuncias (falsas) de su expareja. Éste es el contenido de la misiva dirigida a la viuda del malogrado diestro segoviano y que ha sido remitida a este medio:

“Raquel Sanz, te mando un beso y un abrazo muy grande. Por desgracia conozco el dolor por el que estás pasando. Yo también perdí a mi ser más querido víctima de la traicionera cornada de un toro mil veces peor que el que segó la vida de Víctor. Ese toro tiene nombre y, por desgracia, su pitón asesino se enseñorea con muchas más víctimas cada día. Esas víctimas se entregan a su cita con la muerte en el más absoluto de los anonimatos, ignoradas por políticos y periodistas. Ese toro cruel y asesino se llama ‘Ley contra la Violencia de Género’. Se llevó a mi chico hace poco, en medio de un dolor tan punzante que solamente un hombre, con el corazón grande de un torero, pudo ser capaz de sentir y de sufrir hasta el punto más extremo.

Muchos cobardes se han amparado en el anonimato para intentar vejar la memoria y la ejemplar trayectoria, como hombre y como torero, de tu amado Víctor. Espero que el peso de la ley caíga pronto contra todos ellos. También la memoria de mi marido está siendo cada día manchada y mancillada al amparo de una ley que criminaliza al hombre por el sólo hecho de serlo y protege a la mujer sin escrúpulos que esté dispuesta a destrozar su vida. No pudo más y decidió acabar con todo, cabalgando hacia la muerte, como hacen los grandes toreros, en soledad y en silencio, con esa inmaculada serenidad, acompañada de una inmensa dignidad, que ninguna feminista será capaz de borrar nunca.

Tú te quedas aquí, como yo. He sentido con profundo dolor que gente con la que a diario convivimos haya querido perturbar tu luto atentando contra el honor, la intimidad y la memoria de tu marido. No lo han conseguido ni lo conseguirán nunca. Te toca llorar sóla ese desgarro que te alcanza cuando pierdes a la mitad de ese proyecto en común que juraste ante Dios. Y te toca hacerlo en silencio, dando tiempo al tiempo para sanar las heridas del alma, esas que se terminan curando pero que dejan cicatrices.

Sé que cada injuria, cada calumnia, cada insulto contra la memoria de tu compañero, las has sufrido como una salvaje cornada, lejos de los clarines y los aplausos. En silencio. Por eso quiero decirte que has demostrado un temple de acero en este trago amargo. Por eso mereces que te llame “TORERA”, con mayúsculas, con todos los honores que encierra esa palabra, sin duda la más española, la más heroíca, la más sublime. ¡Eres grande, torera, no te rindas nunca!

Una legión de buenas personas estamos orgullosos de ejercer de mozos de espada en tu cuadrilla, yendo contigo de plaza en plaza. Recuerda siempre que tu marido vivió y murió rodeado de dignidad y bravura. Sé que fue un compañero perfecto y un hombre bueno. Ahora te ha pasado el estoque. Te toca lidiar el peor toro de tu vida. Pero no estás sola. Miles de voces te aclaman en la plaza de tu vida. Todos te queremos y respetamos. Lucha contra el peor toro de todos, torera, y no te rindas nunca. Sé que lo harás de lujo, que nos brindarás la mejor faena y que vas a salir por la puerta grande. Por él y por tí, torera. Por todos los que te queremos. ¡Viva la Fiesta Nacional!”.

Mari Carmen Triviño