El número de delincuentes extranjeros en las prisiones y centros de detención de Renania del Norte-Westfalia ha subido tanto que el Gobierno estatal ha dado las primeras voces de alarma. Como ocurre casi siempre en Europa, cuando el diagnóstico del problema debe ajustarse a lo que establecen los cánones de la corrección política, se plantea para la “rehabilitación” de los reclusos una medida de Perogrullo: ofrecerles clases de alemán, según adelantó el ministro de Justicia, Thomas Kutschaty (SPD).

La pretensión sería que los reclusos puedan entender las instrucciones judiciales. Tras explicar que los detenidos extranjeros son un colectivo difícil de controlar y que proceden mayoritariamente de Marruecos, Argelia y Túnez, el ministro germano admitió que el régimen penitenciario no ha impedido que muestren “comportamientos violentos y una alarmante falta de respeto hacia las mujeres”. “Esta es una situación nueva para nosotros. Pensamos que si estas personas comienzan a aprender alemán, esto podría ayudarles a conocer y respetar nuestras reglas”, señaló.

Algunas voces ya han advertido sin embargo del elevado gasto que supondría la contratación de personal docente parta enseñar a los reclusos extranjeros la lengua de Goethe.

El dirigente de la CDU, Gregor Golland, ha sido uno de ellos: “En lugar de gastar un montón de dinero para profesores de idiomas, deberíamos deportar a esos delincuentes extranjeros con mayor rapidez”. Criticó también los obstáculos de los Verdes a cualquier medida orientada a la deportación de extranjeros. Estos aducen que las expulsiones de aquellos que hayan delinquido en Alemania deberían llevarse a cabo tan sólo cuando se establezcan acuerdos entre el Estado alemán y sus países de origen, que garanticen los derechos humanos de los expulsados.

Sobre la gravedad de la situación, basten estas cifras: Un tercio de las 16.500 personas detenidas en lo que llevamos de año en el estado de Renania del Norte-Westfalia son extranjeros, casi siete puntos porcentuales más que en 2011. Los detenidos en régimen de prisión preventiva constituyen el 62 por ciento de un total de 3023 personas, lo que supone un incremento del 16% en los últimos 5 años. El único dato positivo ha sido el cambio de tendencia de los jueces alemanes, que optan ahora por la permanencia en prisión de los presos preventivos hasta que se celebre el juicio, evitando así que vuelvan a delinquir durante ese período.

Además de profesores de alemán, el ministro de Justicia prevé asimismo la contratación de 45 “agentes de integración”. Cree que su trabajo debería orientarse sobre todo a modificar el punto de vista de los presos sobre las mujeres.

Otros dirigentes muestran una cándidez menor que Thomas Kutschaty y advierten que los grupos islamistas están utilizando las cárceles alemanas para reclutar nuevos seguidores.