El triunfo del PP, el triunfo de Rajoy
Edurne Uriarte.- Por una vez, y sin que sirva de precedente, la noche del domingo Mariano Rajoy no contuvo sus emociones. Olvidó los discursos institucionales y se fundió con los eufóricos votantes del PP que le aclamaban en Génova. Y no sólo porque acababa de liderar el tercer triunfo consecutivo del PP en unas elecciones legislativas, sino porque el domingo sabía que éste es más que ningún otro, incluida la mayoría absoluta del 2011, un triunfo suyo, de su liderazgo, de sus ideas, de sus apuestas, de su estrategia y de su estilo político.
Un triunfo en contra de un sector minoritario pero influyente de la élite política de la derecha, en contra de la gran mayoría de los medios de comunicación, todos los de izquierdas y una parte de los de derechas, y hasta en contra también de una parte significativa de la élite económica. He escrito élites y he aquí una clave de lo ocurrido el domingo, que los votantes de derechas han ratificado lo que ya expresaban en las encuestas sobre Rajoy y que las élites se negaban a reconocer y aceptar. Que la imagen de Rajoy es excelente entre los votantes del PP, mejor que la imagen de los demás líderes entre sus votantes, de Pedro Sánchez, de Pablo Iglesias, pero también de Albert Rivera.
Analicé y mostré el dato anterior en varios artículos y entradas de mi blog, en numerosas tertulias de radio y televisión, pero esas élites empeñadas en defenestrar a Rajoy se negaron a aceptar la obviedad. De ahí el amplio eco logrado por Rivera con su estrategia de veto a Rajoy y de ahí que el rechazo habitual de la izquierda española a cualquier líder de la derecha haya confluido con la estrategia de C,s para arañar votos al PP y con la del sector anti-Rajoy de la derecha. Hasta que han hablado los ciudadanos, han elegido a Rajoy y han acabado definitivamente con el veto de las élites.
Frente a quienes le reclamaban más política y menos economía, los votantes de la derecha han apoyado la idea fundamental de Rajoy de que hacer política en estos años es, ante todo, hacer gestión eficaz y sacar a España de la crisis. Frente a quienes pretendían identificarle como símbolo de la corrupción, los ciudadanos han reconocido la responsabilidad repartida de todos los políticos en ese problema. Frente a quienes querían caras jóvenes y le tildaban de “viejuno”, los ciudadanos han optado por la experiencia y la veteranía. Frente a quienes querían dar por muertos a los partidos tradicionales, los ciudadanos han dejado claro que, por el momento, los grandes partidos están lejos de morir y especialmente lejos en la derecha. Y frente a quienes pedían estilo mediático y efectismo, los ciudadanos han apostado por la sencillez y la naturalidad, alcachofas y Marca incluidas.
Sánchez y Rivera han vuelto a amagar en las últimas horas con el veto al PP, ahora ya no lo personalizan en Mariano Rajoy. Pero tendrán que rectificar si no quieren ser devorados por las urnas y provocar una próxima mayoría absoluta del PP. Un nuevo bloqueo les será atribuido en exclusiva a ellos, mucho más aún que en el voto del domingo. Y Rajoy habrá de liderar una compleja y permanente negociación con socialistas, con Ciudadanos e incluso con algunos nacionalistas para formar Gobierno, y, sobre todo, para mantenerlo estable y eficaz. Pero si hay algo que ni sus enemigos de la derecha le cuestionan es su capacidad para el diálogo y la negociación. Lo que logre dependerá de la rectificación de Sánchez y de Rivera, y, de momento, esa rectificación está por verse.