Por José L. Román.- Puede que usted, estimado compatriota, sea uno de los miles de contribuyentes con derecho a voto que acaba de abstenerse en los comicios del pasado domingo. O quizá sea de los que ha votado a un partido de los llamados constitucionalistas tapándose la nariz por miedo al auge del comunismo y la checa. No lo sé. Pero entiendo y comprendo cualquiera de las dos opciones. Sé de su repugnancia y su desprecio hacia los corruptos y hacia esta caterva de vividores disfrazados de progresistas regeneradores, que lo único que buscan son los 6.000 euros mensuales y las prebendas y privilegios que salen del erario público, cuando usted seguramente no tiene ni para ir al cine con sus hijos por no disponer de trabajo y de ingresos.

Lo comprendo perfectamente, y, ¿sabe por qué lo comprendo? Porque yo también me he sentido víctima de esta patulea infecta. Yo he sentido también en mi cuerpo y en mi alma ese ninguneo, esa burla y esa indiferencia, a pesar de cumplir fielmente como ciudadano español y con el orden constitucional establecido.

Durante todos estos años, supongo que como usted, he sentido hastío, abatimiento, abulia; no he visto que la sociedad reaccionase cuando se le pisoteaba. Hemos sido votantes por un día y contribuyentes de por vida, y ahora, cuando nos quedamos sin empleo, cuando nos quitan la casa, cuando nos han expoliado y cuando nos consumimos de rabia y dolor, entonces, reaccionamos mayoritariamente diciéndoles que se vayan. Y, ante esta reacción, ¿cómo responden ellos? Pues alimentando un monstruo a través de los medios de comunicación con intención de asustarnos, para conseguir que sigamos votándoles por miedo.

La gran mayoría de los 10.394.047 ciudadanos que no acudimos a votar, no somos estómagos agradecidos ni queremos las autonomías. Por eso no participamos en la farsa. No acudimos a votar porque no creemos en la parasitocracia de los diecisiete pesebres que nos devoran. Parasitocracia política que ha traído la desconfianza, el paro y la ruina; ha roto nuestra nación; ha reducido a nuestros mayores a “objetos inservibles” que estorban; ha enfrentado a hombres contra mujeres, ha destrozado familias enteras; ha encanallado y envilecido a la juventud; ha fomentado el separatismo; ha sembrado la insolidaridad y el odio entre españoles; y, lo que es todavía más grave, ha dado entrada en las instituciones a lo peor de lo peor de nuestra sociedad: el comunismo sanguinario y criminal, pero en estado puro.

Es cierto que el bipartidismo ha dejado España hecha unos zorros, como lo prueba el hecho de que los sumarios por corrupción política se amontonen en los juzgados. Pero no es menos cierto que, para regenerar el sistema, un poder en la sombra ha metido en nuestros hogares a través de la televisión, únicamente cuatro opciones bien pertrechadas, subvencionadas y publicitadas para que podamos elegir.

Muchas son las denuncias ciudadanas sobre la situación actual de desamparo y hartazgo, que estratégicamente capitaliza y se atribuyen los llamados regeneracionistas con libre acceso a los medios de comunicación. Pero esas denuncias, no hay que olvidarlo, son de dominio público, y por lo tanto, ningún medio de información tiene el derecho de ponerlas únicamente en boca de Podemos o Ciudadanos.

Somos millones de españoles que sin una doctrina marxista, sin apoyar a terroristas, sin quemar contenedores, sin montar barricadas, sin destrozar el mobiliario urbano, pero con clara voluntad de que el comunismo y el bipartidismo desaparezcan, hemos puesto la mirada sin complejos y sin miedo donde ni el PSOE, PP, Ciudadanos o Podemos han tenido nunca intención de mirar.

Urge crear una formación limpia y de corte nacional, que pueda salir a la escena política teniendo libre acceso a todos los medios de comunicación como lo han tenido por ejemplo los cuatro “elegidos” por el poder mediático. Una nueva formación que, entre otras muchas cosas, lleve en su programa las siguientes medidas urgentes:

– Supresión de las autonomías políticas y por consiguiente una importante reducción del gasto público. A partir de aquí, una fuerte bajada de impuestos para las empresas y contribuyentes. De este modo, se estimulará la inversión y se modificará al alza y de inmediato el sueldo mínimo interprofesional, estableciendo un salario digno que pueda cubrir las necesidades básicas de una familia.

– Una ley de enseñanza pública de calidad que no adoctrine a nuestros niños en el odio a España; que forme y conduzca a nuestros jóvenes por el camino del respeto a los demás y de amor a su Patria, mediante el emprendimiento y la creación de empresas y puestos de trabajo, advirtiéndoles de manera constante tanto en los hogares como en las aulas, del peligro que supone para el futuro de las familias y de la nación, la corrupción y el desempleo

– Celebración de un referéndum para que el pueblo español decida si quiere o no continuar en la Unión Europea y en el euro. Estrasburgo es únicamente el cementerio de elefantes para los dirigentes de los partidos políticos. La Unión Europea ha sido el instrumento necesario para reducir a España, después de cerrar nuestra industria pesada y naval, amarrar nuestra flota pesquera, arrancar nuestros olivos y vides y sacrificar nuestras vacas, a un país de camareros no solo para servir al extranjero jubilado con buena renta que viene buscando nuestro clima, sino al turismo de borrachera y de la droga hasta convertirnos en la capilla sixtina del “balconing” más europeista.

– Inhabilitación inmediata con juicios sumarísimos para los sediciosos que quieren romper España saltándose las leyes a la torera.

– Independencia del Poder Judicial. Que se supriman las tasas judiciales de Gallardón y las fianzas que se imponen para eludir la cárcel. Si queremos que la justicia sea igual para todos, deberemos empezar por NO discriminar al que carece de medios económicos.

– Suprimir las subvenciones a sindicatos, partidos políticos y asociaciones empresariales de toda índole y condición.

– Cierre inmediato de la verja de Gibraltar, corte de todos los suministros, y apoyo total y absoluto a los pescadores españoles de la bahía de Algeciras, en tanto en cuanto España no recupere la plena soberanía sobre el Peñón.

– Sanciones económicas para quienes atenten contra los símbolos representativos de la nación, y penas de cárcel para reincidentes.

– Una sanidad pública al servicio de los contribuyentes españoles por encima de intereses políticos y de empresas privadas, pero, utilizando las inspecciones para un riguroso y exhaustivo control sobre las prestaciones e infraestructuras hospitalarias, con el fin de garantizar un servicio de calidad, y que el dinero y el material para tal fin no se desvíen por cualquier procedimiento ilícito.

– Modificar de inmediato la tabla de retribuciones de los políticos. Percibirán un salario acorde a su profesión, establecido y regulado por los convenios colectivos del ramo de donde procedan. Firmarán contratos con la administración por el tiempo que dure cada legislatura, y al finalizar ésta, pasarán a percibir la prestación por desempleo.

– Régimen General de la Seguridad Social para todos los políticos, aplicándoseles los mismos años de cotización que a cualquier trabajador para alcanzar una pensión de jubilación y en igualdad de condiciones.

– Eliminar de inmediato las prebendas y las pensiones vitalicias para ex presidentes de gobierno, de las cámaras y de las comunidades autónomas.

– Cadena perpetua para terroristas, violadores y traficantes de droga, y duras sanciones y penas de cárcel en caso de reincidencia, para los empresarios que coloquen a trabajadores sin ser dados de alta en la Seguridad Social, así como a los trabajadores que acepten empleos en esas condiciones.

– Blindar nuestras fronteras y controlar la inmigración de manera rigurosa para evitar la invasión de ilegales. Mientras España no reduzca drásticamente sus altas cifras de desempleo, difícilmente podrá ofrecer trabajo a ningún extranjero. Y, cuando la situación lo requiera, el extranjero que venga a trabajar y a contribuir al sostenimiento de la nación española, será bien recibido, pero éste deberá acompañar un contrato de trabajo, certificado médico y certificado de antecedentes penales.

– Acabar con los chiringuitos políticos a cargo del presupuesto nacional. Control riguroso de las subvenciones con dinero público a todo tipo de asociaciones, suprimiendo las subvenciones a medios de comunicación. El dinero público que mana de los impuestos que pagamos los ciudadanos españoles, no se puede regalar de manera tan arbitraria a cualquier grupo o persona que lo demande, sin una detallada y clara justificación. Primarán las ayudas a ciudadanos españoles con necesidad manifiesta. Los enfermos crónicos, los “niños de nadie”; las viudas sin recursos; los ancianos desamparados; las familias numerosas; discapacitados, etc. Estos, serán atendidos y tratados con preferencia exquisita hasta en el lugar más recóndito de nuestra geografía.

Estas medidas urgentes, son solo algunas de las que millones de españoles descontentos esperan ver en el proyecto de una nueva formación que nos anime a votar. Por lo tanto, honradez, lealtad, sentido social, y listas abiertas de verdaderos demócratas, no aprovechados que utilizan la democracia para alcanzar privilegios que la vida no les concedería de otra forma, y sobre todo, y esto es lo más importante, personas que nunca hayan estado procesadas y hayan sido condenados por delitos graves.

Lo dicho, puede que sea el momento de acudir, “Solo Por España” (SPE), en auxilio de la nación para que España no desaparezca como nación. Una nueva formación que apueste por la meritocracia y no por la parasitocracia; una democracia donde en su gobierno tengan cabida personas cultas, integras y preparadas, que quieran servir a España y a sus ciudadanos sin ánimo de lucro. Insisto, listas abiertas de ciudadanos libres del mundo de la empresa, de la cultura, de la comunicación, del ámbito laboral y profesional, e incluso disidentes marginados por sus antiguas formaciones políticas.

Esto es muy posible queridos compatriotas. Pero también sabemos que para que esta empresa por España pueda ponerse en marcha y tener posibilidad de éxito, es necesario, aparte de los medios de financiación, voluntad y espíritu de servicio y sacrificio, perder el miedo a lo políticamente incorrecto, y unos medios de comunicación independientes que tengan el valor de ponerse a trabajar por el bien de España y de los españoles, rompiendo de una vez por todas con la exclusividad que han venido ofreciendo al PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos.