En el país de la Gran Patraña
El enfoque más frecuente todavía hoy en España puede describirse así: la guerra civil, sean cuales sean sus detalles, consistió en una sublevación, finalmente triunfante, de las castas reaccionarias o de los fascistas contra la democracia republicana. Tal es la línea explicativa subyacente a los trabajos de Preston, Juliá y tantos otros. Y en verdad ha sido la predominante en los últimos cuarenta años, dentro y fuera de España. Pues bien, para entender la radical falacia de tal enfoque solo es preciso repasar los componentes el bando vencido, agrupados de hecho o de derecho en el Frente Popular: stalinistas, marxistas revolucionarios, anarquistas, separatistas racistas (tanto vascos como catalanes), o golpistas como Azaña. El golpismo de este último suele ser soslayado en las obras de izquierda, empezando por las de Juliá, pero es bien conocido: tan pronto perdió las elecciones, Azaña intentó al menos dos golpes de estado –uno de ellos documentado por mí a través de archivos del PSOE–, estuvo complicado en el asalto socialista-separatista a la república en octubre de 1934, y, por mucho que se quejase de su posición de presidente-florero, permaneció vinculado hasta el final a unos partidos totalitarios o separatistas.
Claro está, los sublevados tampoco eran demócratas. De lo cual solo cabe deducir, de entrada, que la democracia no desempeñó ningún papel en aquella contienda, por lo que explicarla como suelen hacerlo las “angostas y predecibles monografías” hoy habituales, en palabras de Stanley Payne, significa construir sobre la nada, ficciones particulares sobre una ficción fundamentadora. Eran otros los problemas que causaron el choque armado, y otras las causas defendidas por unos y otros, utilizasen propagandísticamente el argumento democrático o no. Una historia planteada sobre la falacia hoy más común solo puede redundar en una colección de absurdos, como ha ocurrido con el marxismo; ideología que, por lo demás, entra en la composición de la mayoría de ellos.
Basta, digo, repasar la lista de partidos derrotados para comprender que las versiones que los convierten en democráticos no son simples distorsiones: son más bien simples patrañas, y hasta podríamos definirlos como “la Gran Patraña”. Y basta ponerla de relieve, aunque solo lo hiciera una persona como Payne –quien en este caso no se encuentra solo–, para echar por tierra el “argumento del número”, con que muchos historiadores depoco fuste se justifican. Que una ficción tan estruendosa siga siendo la más difundida, de manos de decenas o cientos de autores, ya indica mucho sobre la calidad intelectual de esa historiografía –con las excepciones de rigor, tampoco muchas por el momento–, y de los medios de difusión de masas y de las políticas enraizadas en tales concepciones.
La atribución democrática al Frente Popular se ha querido apoyar en las elecciones de febrero de 1936, pretendidamente ganadas por las izquierdas de modo correcto. Pero, por una parte, ganar unas elecciones no certifica el carácter democrático de los ganadores, como muestra el caso nacionalsocialista en Alemania. Y por otra parte aquellas elecciones, como acaba de explicar una vez más Payne en El camino al 18 de julio, fueron sumamente violentas, con muertos y heridos, conteo de votos bajo coacción de las masas izquierdistas y en un clima de amenaza y miedo. Lo reconocen en sus diarios tanto Azaña como Alcalá-Zamora, y desde luego no solo ellos. Calificar de normales y democráticos tales comicios expresa bien qué entienden por democracia quienes tal cosa sostienen. Por lo demás, les siguió un violento proceso revolucionario que acabó de demoler, desde el poder y desde la calle, la legalidad republicana y las garantías constitucionales. Como también ha señalado Payne, las razones de parte del ejército y de la sociedad para rebelarse contra tal opresión, resultan más justificadas que las esgrimidas en Usa e Inglaterra en sus guerras civiles o en la de independencia.
Al hablar de errores conviene distinguir entre los de detalle, inevitables en cualquier obra algo amplia, y los de enfoque o de base. Estos últimos, como el ya visto, generan a su vez una serie interminable de otros derivados. Por no extenderme, señalaré uno de los más pintorescos: la acusación a Inglaterra y Francia por dejar “abandonada” a la “democracia republicana”. O la pretensión grotesca de que Stalin defendió la libertad de España. O la insistencia en el apoyo de Hitler y Mussolini a Franco, como si fuese equiparable a la de Stalin al Frente Popular: pero Franco permaneció independiente de sus aliados, mientras que el Frente Popular cayó bajo la tutela de Stalin, dueño de los envíos de armas y del Partido Comunista, que se hizo hegemónico durante la guerra. Además, no es el mismo el Hitler de 1936 que el genocida de 1942, mientras que Stalin acumulaba ya millones de cadáveres a sus espaldas. No acaba uno de asombrarse de las incoherencias y contradicciones defendidas a machamartillo por tantos historiadores de aquí y de fuera… por intereses no del todo académicos, presumiblemente.
Como es lógico, habiendo ganado los “reaccionarios”, los “fascistas”, etc., estos solo podían haber construido un régimen de miseria, oscurantismo y opresión extremas. Nada cuenta el hecho de que aquel régimen hubiera derrotado a unos “demócratas” tan peculiares como los izquierdistas y separatistas, mantenido la unidad de España amenazada por el Frente Popular (posiblemente vean dicha unidad como un mal) y la cultura cristiana, base de la europea (que tampoco les interesa mucho); que hubiera traído los mayores ritmos de prosperidad y crecimiento económico, y dejado muy atrás los odios que destrozaron a la república, haciendo posible, aunque no fuera su intención, una democracia no convulsa…
La Gran Patraña envenena todo el ambiente intelectual y político del país, y está degenerando peligrosamente la democracia, a marchas forzadas, y convierte en delincuentes a los políticos que la sostienen.
muy bien, Don Pío , estamos hartos de las mentiras del PSOE, antes revolucionario y asesino y ahora socialdemócrata. Tendrían que al menos pedir perdón. Hasta en el FT dicen que puede desaparecer este partido por la incompetencia de sus dirigentes y las mentiras que cuentan. Lo malo es que los que vienen detrás son aun peores, quieren acabar con sus adversarios como sea, igual que en el 34 o en el 36, son los mismos sedientos de sangre por mucho que disimulen. De ahí su defensa del separatismo, desean que haya otra guerra civil en España para poder matar… Leer más »
mira si es patraña que a presuntos exterroristas de los GRAPO les dan cargos de asesores públicos sin siquiera pasar por la cárcel, a pesar de que se les atribuyen delitos de sangre.
Que pesado, siempre con las mismas historietas, que no historia
Grande Pío por no permitir que se distorsione la realidad de una guerra por la que mi padre perdió su juventud.
Yo siempre he dicho que es el mejor historiador que hay, y lo digo como gran aficionado que soy a la historia. Ecuanime y objetivo cualidades que deberian estar siempre presentes en la personas que se dedican a la historia.
és capaz de colar patrañas inventadas en la sección de libros de historia cuando ninguna editorial seria debería ni publicarselos.
Actualmente ya sólo leo sus libros de historía, los demás con algunas excepciones son pura mentira