Manuel Montes Rodríguez.- La supuesta “nueva política”, que se encarna en Podemos por obra y gracia de los santones de la demagogia y por la ingenua abulia de millones de españoles, y cuya denominación se han adjudicado atrabiliarios líderes de emergentes partidos sin que nadie ajeno pueda certificar qué concepto encierra esa locución, está haciendo uso de toda una panoplia de términos que, sin ser en puridad novedosa, se han constituido en una “neolengua” destinada a manipular el pensamiento y, consecuentemente, aherrojar las funciones volitivas del mayor número posible de personas.

No han inventado nada nuevo, porque ya diferentes ideologías políticas, organizaciones terroristas y sectas religiosas han utilizado estas técnicas, que la masonería ha perfeccionado con la práctica de siglos y el comunismo ha adoptado como dilecto alumno de aquella consiguiendo, como se puede comprobar diariamente, la vanalización o encubrimiento total de los crímenes perpetrados por las dictaduras rojas, para lo que cuentan con innumerables medios de comunicación y periodistas que siguen al pie de la letra el manual del manipulador izquierdista, ya sea por convicción, por precio o por ingenuidad.

Nada nuevo hay en la ideología de Podemos, que hunde sus raíces en la tierra donde yace corrupto el cadáver del comunismo y se ilumina con las velas que rodean las momias de sus primigenios teóricos, y no es original la gran maniobra manipuladora, subversiva al fin y al cabo, con la que pretende asaltar el poder para imponer sus atrasadas políticas. Ya entrados en el siglo XXI es inútil por irrelevante rebatir los principios marxistas, como demuestra que sus seguidores, veamos el caso de Podemos, disimulan su auténtica ideología para confundir a sus posibles votantes y sus partidos toman pintorescos nombres-pantalla. No sucede lo mismo con sus métodos de infiltración y de agitación para atraer adeptos, que hay que destapar y combatir porque son peligrosísimos, y de triunfar caerán las caretas y aparecerá el rostro del viejo comunismo, llagado y feroz, de insaciables fauces sedientas de víctimas.

Así como su ideología es vetusta y está desacreditada por la experiencia de fracasados regímenes dictatoriales rojos, las técnicas manipuladoras también tienen siglos de edad, pero, en este caso, su antigüedad ha hecho que se hayan perfeccionado, adquirido potencial económico y engrasado los mecanismos de penetración social con abundantes fondos.

Los telepredicadores podemitas, que son la versión moderna y digitalizada de los antiguos charlatanes vendedores de mantas, utilizan una técnica manipuladora que podríamos llamar de “infiltración lingüística”, y que puede ser resumida en cinco puntos:

1.- Sustitución de unos términos claros y de fácil comprensión por otros ambiguos o abiertamente contradictorios con la intención de confundir y ocultar sus verdaderas intenciones, logrando un lenguaje generalista y vacuo que nada dice, porque si no se dice nada concreto el discurso no puede ser rebatido. Los oradores de Podemos han conseguido transformar el “politiqués clásico”, esa jerigonza erudita que expelen los políticos y altos ejecutivos para que nadie les entienda, en “politiqués vulgar”, que todos parecen comprender pero nadie explicar.

2.- Despertar la emotividad porque eso reduce la capacidad de reflexión. Así los podemitas hacen constante referencia a los “niños que pasan hambre”, a los “injustamente desahuciados”, a los “parados sin subsidio”, a los “refugiados desamparados” y a los “inmigrantes desprotegidos”. Sobredimensionan los problemas y han logrado trasmitir que hasta que no han llegado ellos nadie se ocupaba de resolverlos. Emocionados con el mensaje los receptores acuerdan que están escuchando grandes y originales verdades aunque sean vulgares lugares comunes.

3.- Tildar peyorativamente a aquellos que exponen argumentos que rebaten sus teorías, sin intentar de ningún modo confrontarlos argumentalmente. Así si alguien aduce la imposibilidad real de atender en Europa a todos los refugiados que quieren venir, son adjetivados de xenófobos; quien se opone a la secesión de regiones españolas y pretende suprimir las comunidades autonómicas es de extrema derecha; aquel que defiende la lógica de la identidad nacional ante la inmigración masiva es un fascista; el que exige un control sobre los predicadores musulmanes radicales y sobre la extensión de costumbres denigratorias para las mujeres es un carca inquisidor; los independentistas catalanes, vascos y gallegos son unos demócratas, los nacionalistas españoles son unos tiranos. Así podríamos encontrar decenas de situaciones en los que patriotas españoles son insultados hasta el infinito.

4.- Esconder los hechos que les perjudican con eufemismos que los enmascaran o tergiversan, o con términos que los ocultan, al tiempo que se resaltan y repiten hasta la saciedad aquellos que les benefician. Al mismo tiempo se tratan en exclusiva o se hace hincapié en los hechos que destrozan al contrario, lo que, con el silencio y la manipulación ya citados hacen parecer ángeles a los podemitas y diablos con rabo y cuernos a todos los demás.

5.- Constituir toda esa nueva terminología como característica diferenciadora del grupo, lo que aumenta la cohesión e incrementa la atracción entre personas necesitadas de diluirse en una “tribu” que les haga sentirse importantes y protagonistas de la historia, cuando lo cierto es que son marionetas sin personalidad, sin conciencia individualizadora. En la constitución de esa identidad grupal no sólo interviene el léxico, sino también la imagen, tan importante en los tiempos actuales, y así vemos a los líderes de Podemos con camisa arremangada, con claras reminiscencias milicianas de la guerra civil, y que por su habitualidad es un uniforme que infunde confianza y seguridad al público receptivo, del mismo modo que los niños se sienten protegidos cuando su cuidadora de la guardería viste un babi igual al suyo.

Es esta una primera fase destinada a la implantación de un régimen comunista que, actualmente y con gran habilidad, no mencionan, pero que si permanecemos atentos a sus escritos y discursos, y hacemos uso concatenado de la hermenéutica y de las experiencias históricas, desvelaremos cuánta similitud hay entre las dictaduras marxista-leninistas pasadas y actuales y lo que late en las mentes de los jerifaltes podemitas.

Y digo late porque esa finalidad dictatorial y controladora de toda la sociedad es latente en cada palabra que pronuncian los cabecillas de la grey podemita, así como su pretensión de extender su pastoreo a todos los españoles.

Resulta muy interesante observar esa latencia en algunas de las expresiones extendidas en comunicados y discursos, sin duda procedente del manual del buen revolucionario de los círculos morados y de sus excrecencias.

Así, lo más importante, y a lo que se han aplicado intensamente, es someter toda individualidad a la férula de la masa, por ello ponen su objetivo en la “gente” o en la “ciudadanía”, lo que repiten hasta la saciedad para intentar atrapar el mayor número de personas en esa red mental a través de la dialéctica. Creada la entelequia gregarista de la “gente”, ausente la persona autónoma y esculpido ya el hombre-masa, hay que dirigir la toma de decisiones, por lo que se clama por la “democracia participativa”, que sustituirá a la democracia representativa y asesinará a la soberanía nacional, suma de las soberanías individuales que conforman el pueblo español. Para hacer realidad esa supuesta “democracia popular” se ofrece un sistema que es mero dirigismo, y que consiste en la implantación de los “consejos de barrio” y los “consejos de distrito”, que son un trasunto de los comités (soviet) de la URSS, es decir, una estructura soviética para el control dictatorial de los barrios. Las decisiones dentro de esos consejos, que se toman a mano alzada o por asentimiento, son fácilmente dirigibles por los agentes del partido. De sobra es conocido que esa estructura representativa soviética se constituye en un sistema de vigilancia y delación comunista, pues los comisarios políticos de las barriadas y los capos de los portales devienen en confidentes de la policía política roja. Es necesario dejar claro, para conocimiento general, que los gobiernos municipales en los que participa podemos, con la connivencia del PSOE, ya están implantando los consejos en los distritos de sus localidades.

Podemos también tiene diseñada su táctica en caso de conseguir el objetivo estratégico de un gobierno de coalición, que imaginan con el PSOE y están probando en algunas ciudades. Así hemos podido escuchar que pretenden un “gobierno de inteligencia colectiva”, que no es sino un método para diluir la responsabilidad individual, atraer voluntades de los miembros de otros partidos coaligados y manipular el proceso de toma de decisiones. También hemos oído, de boca del propio Pablo Iglesias, que ellos aspiraban, en caso de un gobierno en el que el presidente fuese el socialista Pedro Sánchez, a la vicepresidencia, que sería “demónica”, bonito vocablo que significa “el que instruye al pueblo”, es decir, el manipulador de la “gente”, de la masa, con todos los medios que el gobierno del Estado pondría en sus manos. En lugar de demónico ese programa debería ser llamado demoníaco por la mortal amenaza que supone para nuestra Patria.

Los métodos de manipulación de masas descritos han reverdecido desde el desembarco de Podemos en el devastado y desprestigiado territorio político español. La finalidad es la despersonalización, la masificación de las personas, a las que se hurta la individualidad dirigiéndose a ellas como componentes anónimos de un ente amorfo que denominan “gente”. Con ello se pretende una gregarización de la toma de decisiones, que debería ser individual y secreta, que las personas se sientan aisladas, perdidas en un desierto social si no siguen a la masa, que se dejen arrastrar por ella jaleados por una miríada de vociferantes y supuestamente cualificados corifeos aduladores de la nueva política.

A partir de que se generalice el sistema, de que la mayoría no sea una suma de individualidades conscientes, sino una amalgama manejada por el Gran Hermano, todo estará perdido y la definitiva fase de la toma del poder aflorará en un vocabulario prístino, sin retruécanos engañabobos ni palabrería pija, que es lo que ahora se ve, y con los hechos propios de las dictaduras rojas. Para evitarlo se debe iniciar una denodada lucha contra el manipulador “agit-prop” comunista en el día a día, en nuestra vida diaria, y cada uno debemos constituirnos en agentes defensores de nuestra cultura de la libertad individual, del patriotismo y de la identidad nacional para evitar que nos endosen el paquete de colectivismo, globalización y multiculturalismo que están envolviendo podemitas, socialistas e independentistas y que pretenden regalarnos tras las próximas elecciones generales.