Asier Martiarena.- La cautela siempre debe prevalecer en los análisis que siguen a jornadas tan trágicas como la de ayer en Bruselas. O como la de noviembre en París. La lacra del fundamentalismo más extremo mantiene a Europa en alerta y todo el mundo se pregunta quiénes serán los siguientes. Lo mismo sucedió ayer en España, cuando se reunió la comisión de seguimiento del pacto antiterrorista. Nadie está libre, especialmente cuando se trata de terroristas desequilibrados dispuestos a todo por su causa, incluida la inmolación.

La última amenaza recibida por España data de hace menos de dos meses. En febrero, una rama local del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Irak difundió un vídeo en el que eran asesinadas cinco personas tras acusarlas de espionaje y apostasía, y en él se aseguraba que el EI no se ha olvidado de Al Ándalus.

Antes de asesinar a sus víctimas, uno de los ejecutores, vestido con ropa de camuflaje y con un pasamontañas del que asoma una barba y una melena rubia aseguró en francés: “Al Ándalus querida, ¿crees que te hemos olvidado?, no, por Dios”. Los “musulmanes no podrán olvidar Córdoba, Toledo o Játiva” y agregó: “Al Ándalus, no eres española ni portuguesa, tú eres la Al Ándalus musulmana”.

Es cierto que la mención de Al Ándalus se ha convertido en un recurso habitual, un truco retórico al que muchos terroristas hacen referencia en sus soflamas. Pero no es menos cierto que, según los especialistas, España no está en la parte alta de los países más amenazados. De hecho, tal y como recuerda hoy Eldiario.es, el 87% de los atentados perpetrados por organizaciones terroristas islamistas entre 2000 y 2014 se produjeron en países donde la mayoría de la población es musulmana. La base de datos desarrollada por la Universidad de Maryland registra, al menos, 15.181 atentados ejecutados por grupos islamistas radicales y es evidente que Francia se ha convertido en el objetivo principal del terrorismo yihadista en Europa.

Los datos que manejan las Fuerzas de Seguridad europeas apuntan a que el porcentaje de musulmanes radicalizados en Francia es diez veces superior al que se registra en España. Y en Bélgica 20 veces más. Pero hay más datos que apuntan a que Madrid, Barcelona o Valencia no son objetivos prioritarios. Como el de las últimas detenciones vinculadas al yihadismo en suelo español, que en su gran mayoría han estado vinculadas a células de apoyo y no operativas. Eso no es consuelo, ni permite a nadie sacar a España del trágico mapa del terror, pero evidencia que los terroristas han elegido como objetivo países donde la mayoría de la población es musulmana.