Veo en un documental que las mujeres que se dicen feministas no saben definir qué es el feminismo. Le preguntan a chicas jóvenes si son o se sienten feministas y afirman que no. Al final surge la pregunta ¿Quién quiere ser feminista? Casi nadie, porque no dicen la verdad.

Parece razonable que todos tengamos igualdad de derechos, deberes y oportunidades sin distinción de raza, sexo, credo o forma de pensar, pero la cuestión pasa por llevar esa lucha a los países más pobres, liderados por gobiernos tiránicos, regidos por leyes arcaicas y sometidos por radicalismos religiosos. En Europa esto no pasa. A pesar de ello, el feminismo se empeña en que aún falta igualdad y, para demostrarlo nos engañan descaradamente. La brecha salarial no es tal. Un programa de televisión demostraba que la diferencia de salarios entre hombres y mujeres no existe para un mismo puesto de trabajo, sólo si suman lo que ganan en forma global. No lo admiten pero la violencia es igualmente ejercida por hombres y mujeres, y la ley de violencia de género sólo reconoce, injustamente, la que va del hombre a la mujer.

El “ejemplar” semáforo peatonal igualitario de Valencia tampoco es tal. Sólo muestra hombres y mujeres pero no ancianos o niños, negros o blancos, altos o bajos, enfermos o sanos, feos o guapos. También, cuando hablamos del hombre, nos referimos al ser humano no como una expresión machista sino como imagen totalizadora de nuestra especie ¿Hasta cuándo nos mentirán?